Gisela despertó un día más y como siempre estaba sola en la cama. Por una vez había podido dormir un poco, giró su cabeza en dirección a la puerta y pudo ver que se habría, era Jessica. La empleada de confianza de Gisela,de echo era su amiga, su única amiga y es que Gisela se había casado cuando solo tenía dieciocho años y las pocas amigas que tenía las había perdido, ya que tuvo que cambiar la adolescencia y la niñez por la madurez que suponía ser madre.
Exactamente fue madre con tan solo dieciocho años, pero se acuerda de muy poco de aquella noche.
Jessica apartó las cortinas blancas que hacía juego con el resto de la habitación y es que esa estancia parecía sacado de un cuento de hadas, esa cama enorme con un cabecero en blanco mate y marrón, a juego con las mesillas en las que reposaban unas lamparitas de plata. Al otro lado de esa enorme habitación, un sofá color plata de dos plazas, junto a él una mesita color marrón y en frente un mueble pequeño que sostenía una televisión. Era el espacio de Gisela y es que la verdad se pasaba allí metida la gran mayoría del tiempo.
Gisela se acercó a Jessica y la regaño, de manera cariñosa como siempre la hablaba, y es que era lo mas cercano a una madre que ella tenía desde hacía mucho tiempo:
-¿por qué me trajiste el desayuno Jess?, me gusta bajar a desayunar con Iván.
-Iván no está Gis, se lo llevó el señor desde bien temprano.
A Gisela no la sentó bien ese comentario, la gustaba pasar el mayor tiempo posible con su hijo, y sentía que desde hacía varios años su hijo ya no era el mismo con ella, solo quería estar con su padre.
-No me comentaron nada, pero bueno...bajaré a desayunar.
-¿Ya estás preparada para el baile de esta noche?
Gisela hizo un gesto de desagrado, a ella no la gustaba salir en sociedad.
-Sinceramente no me apetece nada, tengo que ir porque Henrique se molesta, pero la verdad no me gusta ese ambiente. Todo el mundo te mira, susurra, critica...definitivamente no es mi ambiente.
Claro que no era su ambiente, Gisela era una chica muy joven,casada con un hombre de muy buena posición social y con un estatus económico que desea cada mujer y cada hombre que acuden a esas reuniones, y para colmo veinte años mayor que ella. Y eso ya era motivo para que la miraran, y susurraran entre ellas. Mientras que los hombres la observaban todo el tiempo pero por diferentes motivos, y es que Gisela era una mujer muy bella, los hombres la deseaban y eso las demás mujeres no lo podían soportar.
Ya vestida bajó a desayunar, a ella la gustaba desayunar en la cocina, siempre y cuando no estuviese su esposo, ya que a él no le gustaba que se juntase con el resto de empleados, pero ella era una mujer muy sencilla, y la gustaba sentirse en familia.
-Entonces qué le sirvo..-Juan era el "cocinero-mayordomo", desde hacía treinta años, era un hombre mayor,muy amable y entrañable. Quería mucho a Gisela y es que la veía como a una nieta, siempre había estado sirviendo a la familia de Henrique, y sabía que la llegada de Gisela e Iván había sido la bendición de esa casa, al menos eso era lo que decía él.
-Quiero un café con leche y una tostada con tomate- Lo sonrió con su dulzura natural como solo ella sabía hacerlo.
-A sus ordenes- hizo una pequeña reverencia y se rió, a lo que ella contestó con otra risa.
Después de desayunar salió a la entrada a esperar a su hijo.
La casa era de las mas bonitas de los alrededores y es que se había creado con el mayor lujo de detalles. No tenía mucha zona verde, pero lo suficiente para descansar tras darte un baño en esa enorme piscina de aguas cristalinas. La piscina ocupaba la gran parte del terreno principal. El resto ya era indescriptible, y es que era una casa que parecía que estaba dividida en tres partes, pero todas eran iguales, la fachada negra y unas enormes cristaleras, que la daban el encanto y la elegancia envidiada por el resto de vecinos.
Por fin llegó Henrique, bajó de un 4x4 color negro. Henrique era un hombre muy atractivo de pelo negro azabache y ojos marrones, fuerte y bastante varonil. Se acercó a ella y la dio un pequeño beso en la mejilla, después entró a la casa y subió a la habitación. Mientras Iván se acercó a su madre.
-Mamá que bien me lo he pasado con papa - Iván era un niño muy bueno, que estaba a punto de cumplir los seis años, era muy parecido a Henrique, en todos los aspectos, aunque no todo es lo que parece.
- Amor entonces me alegro- Ella lo sonrió, sabia que ellos estaban muy bien juntos.
Iván subió las escaleras dirección a su cuarto, Gisela notaba que ya no era como antes que su chiquitín estaba creciendo y ella no podía hacer nada.
Cuando pasó la mañana Henrique se acercó a la piscina donde estaba su esposa disfrutando de una estupenda tarde de sol, tras un baño en la piscina. Él la miró y es que pasaban los años ella estaba más bella, más seductora, más perfecta, le gustaba observarla, sus piernas estaban bronceadas por el sol, eran perfectas, su pelo castaño que caía hasta mitad de la espalda en el cual se reflejaban los rayos del sol, sus ojos marrones, perfectos hoy cubiertos por unas gafas de sol. Era la mujer que él siempre había soñado, que él siempre había deseado, se la acercó más hasta que se interpuso entre el sol y ella. Gisela se apartó las gafas hasta medias de las nariz y le dedicó una pequeña sonrisa:
- ¿Pasa algo?- Él hizo una mueca de agrado, pocas veces sonreía
- No, qué tiene que pasar, me apetecía venir a verte, y comentarte que piensas de esta noche- se sentó a su lado en la otra hamaca que había.
A Gisela la parecía surrealista que la preguntara ya que casi nunca contaba con su opinión.
- A caso cuenta mi opinión hoy, porque me he tenido que enterar por un periódico de la dichosa fiestecita, sabes perfectamente que me repatea ir a esos sitios, pero si hay que ir pues hay que ir- Henrique estuvo un rato callado, hasta que habló .
- No es mi intención no complacerte, sabes que eres mi adoración y que quiero cumplirte en todo, pero es importante para mí, sabes la relación tan buena que tengo con el doctor Vázquez y son sus bodas de plata. Deberías de estar contenta, así estrenarás el vestido que te regalé para nuestro sexto aniversario.- Por eso la verdad que merecía la pena ir, el vestido era precioso y ella no había tenido ocasión de lucirlo.
- Bueno si no hay de otra iré y estrenaré el vestido- Soltó una risa burlona y él la correspondió del mismo modo.
Llegó la noche y Henrique e Iván esperaban al final de las escaleras a que bajase Gisela. Ella en el cuarto terminando de retocarse hablaba con Jessica.
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Como te imaginé
RomanceGisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...