Peor pesadilla

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Ashley miró a Henrique, este se acercó a ella, la acarició el rostro:
- Pronto serás mi mujer, es lo que querías.
- ¿Tú mujer? Suena interesante.
Henrique la besó, está respondió a sus besos con impaciencia.
Gisela lo escuchó todo, no entendía nada, parecía una pesadilla, subió corriendo las escaleras pero Juan la vio. Juan llamó al despacho, Henrique le dio paso y él entró:
- ¿Qué pasa?
- Gisela a escuchado todo, o por lo menos parte de la conversación.
- ¿Cómo sabes?
- La he visto subir las escaleras, venía de aquí.
Ashley miró a Henrique:
- Tendrá que conocerte, mejor que sea esta noche.
- Perfecto.
Juan no entendía bien los planes de Henrique, pero aún así no iba a preguntar.
Gisela entró corriendo a su cuarto, agarró el móvil y miró la agenda, llamó a Samuel:
- Contesta Samuel, por favor.
Saltó el buz de voz, Gisela intentó dos veces más y nada, escuchó pasos, alguien se acercaba a su dormitorio, dejó el teléfono bajo la cama, no podía arriesgarse a que se lo cogieran, se sentó en la cama e intentó tranquilizarse, miró al suelo.
Henrique y Ashley entraron en la habitación, Gisela seguía mirando al suelo, no quería que notasen sus nervios:
- Hola mi amor.
La voz de Henrique retumbó en la habitación, ella subió un poco la vista, vio sus zapatos y evidentemente al lado había unos zapatos de mujer, había traído a esa mujer a su habitación:
- Gisela, quiero presentarte a alguien.
Gisela se armó de valor, aunque no sabía muy bien de donde lo sacaba. Levantó la mirada, esa mujer era muy guapa, pero la miraba con rabia, no entendía por qué, no la conocía:
- Ella es Ashley, una amiga, saluda.
Gisela la miró con mala cara, no entendía nada:
- Hola.
No pronunció más palabras, Henrique soltó una carcajada, después se acercó a Gisela:
- Ella va a ser tu nueva... compañera.
- ¿Compañera?
- Sí...
- No necesito compañía.
- Jessica no va a poder seguir contigo y Samuel... tiene otros cometidos en esta casa.
Gisela lo miró con mala cara:
- ¿Dónde está Jessica?
- Ya no está.
Gisela se levantó y lo empujó:
- Espero que no se te haya ocurrido hacerla nada, me lo dijiste.
- Tranquilízate, no puede estar más contigo, no significa que La Haya echo nada, tranquila.
Ashley por fin pronunció palabra:
- ¿Dejas que te hable así?
- Tranquila Gisela, Jessica está bien, pero lejos de ti, Ashley es más joven, más Bella, te va a cuidar mejor, encima es enfermera, así cuida al bebé.
Gisela volvió a mirar a esa mujer que la sonreía con superioridad:
- Nadie va a tocar a mi bebé, te enteras, nadie.
Gisela salió corriendo a su baño, allí se encerró. Escuchó tras la puerta a Henrique:
- Gis, sal.
Gisela no contestaba, se apoyó en la puerta llorando y se fue dejando caer poco a poco, estaba perdiendo las fuerzas, cada vez la costaba más luchar. Escuchaba como Henrique hablaba con esa mujer:
- Vamos a dejarla descansar, tarde o temprano se tendrá que acostumbrar a ti.
Salieron, o al menos ella escuchó los pasos alejarse. Gisela se encogió, empezó a llorar, necesitaba saber donde estaba Jessica:
- Espero que no la hayan hecho nada por Dios.
Es noche Gisela la pasó en el baño, no quería salir, no quería ver a nadie, tampoco se fiaba de nadie de los que había.
Henrique despertó con Ashley en brazos, la miró, pero no era Gisela, se levantó y se metió en el baño, Ashley despertó y se desnudó de camino al baño, lo vio en la bañera, aquel hombre la volvía loca. Entró en la bañera con él, lo abrazó por la espalda, él la besó, la agarró las muñecas y la apoyó contra los azulejos del baño, allí la hizo el amor, esa mujer le provocaba y mucho.
Alguien llamó a la puerta del baño, Gisela despertó asustada, miró a su alrededor, no había soñado nada, todo era real. Volvieron a llamar a la puerta, ella contestó tímidamente:
- ¿Quién?
- Soy yo Gisela, Juan.
- ¿Qué quieres?
Juan miró a la puerta de la habitación y seguidamente se volvió a detener en la puerta del baño:
- Quiero contarte que ha pasado con Jessica.
Gisela agarró el pomo de la puerta, no se fiaba mucho de ese hombre, pero tampoco tenía muchas más opciones, abrió tímidamente, miró antes de abrir del todo, allí estaba Juan, tenía una bandeja con desayuno en las manos:
- No tengas miedo Gisela, no te voy ha hacer nada.
Gisela vaciló antes de abrir, pero al final abrió la puerta y salió, lo miró de arriba a abajo:
- ¿Y Jessica?
- ¿No me vas a dar ni los buenos días?
- Juan, para nadie es un misterio que no me aguantas, y ¿Crees que tengo un buen día?
- La verdad que no, así que aquí te traigo el desayuno, por lo menos comes, no creo que quieras bajar con todos a desayunar.
Gisela entrecerró los ojos desconfiados, Juan depositó la bandeja en la cama, ella miró la bandeja del desayuno y después lo volvió a mirar a él:
- ¿Me has echado veneno?
Juan soltó una carcajada, pero ella no se reía:
- ¿Crees realmente que le he echado veneno?
- Creo cualquier cosa de ti, ¿Y Jessica?
Juan fue a cerrar la puerta, cuando se giró vio que Gisela cogió unas tijeras de la coqueta, Juan la miró irónico, negó con la cabeza y se acercó a ella:
- Tranquila, no te voy ha hacer nada, querías saber de Jessica y te voy a contar.
A ella la costaba creer en él, pero no la quedaba más remedio, no tenía más opciones:
- Juan, dime que no la habéis hecho nada.
- No te niego que los planes eran otros, pero tranquila, Jessica está bien.
- ¿Crees que me puedo fiar de ti Juan?
- No tienes más remedio, Henrique me mando encargarme de ella, pero yo no la he hecho nada, simplemente que no puede aparecer por aquí.
Gisela se acercó a él:
- Juan por favor, no la hagáis nada, ella no tiene culpa de nada, es muy buena persona, por favor.
Gisela se puso de rodillas como suplicando, ya no tenía más fuerzas, Juan la miró extrañado, la agarró del brazo y la ayudó a levantarse:
- No te pongas así Gisela, yo no soy un asesino, puedes estar tranquila, ella está bien.
Gisela respiró aliviada, después de mirarlo a los ojos vio verdad en ellos. Juan iba a salir de la habitación cuando se volvió, agarró un croissant que había en la bandeja y le dio un mordisco, después lo soltó en la bandeja y volvió a la puerta:
- Para que veas que no está envenenado, come.
Abrió la puerta y salió. Gisela cada vez estaba más extrañada, miró el desayuno, un zumo de naranja natural, acompañado de un café con leche y unas galletas, aparte del croissant que ya estaba mordido. Agarró el zumo y se lo empezó a tomar.
Fernando despertó con una sonrisa, después de la noche que había pasado al lado de... giró su cabeza y en sus brazos no estaba Gisela, sino Thais, ella era su mujer, Fernando se levantó con cuidado para no despertarla, agarró una camiseta blanca que había encima de una silla y se salió de la habitación, se apoyó en el balcón, respiró el aire puro de allí. Había estado esa noche con Thais, era su mujer, era lo más normal, pero él se sentía mal. Echaba mucho de menos a Gisela, la quería ver, agarró el teléfono que lo tenía en la mesa de al lado de la televisión y busco el número de Gisela, quería llamarla pero en ese momento salió Thais:
- Amor.
Fernando se sobresaltó y dejó el teléfono de golpe en la mesa, Thais lo abrazó por la espalda:
- Buenos días mi amor.
- Buenos días Thais.
Se dio la vuelta y se puso frente a él:
- He pasado una noche genial, se me había olvidado lo fogoso que eras.
- Thais... no me digas esas cosas.
- Es verdad que eres vergonzoso, te quiero mi amor.
Le dio un beso tímido y se fue a desayunar, Fernando cogió el móvil y lo volvió a dejar, se tenía que olvidar de Gisela.
Juan entró en la cabaña donde estaba Jessica, ella estaba sentada en una silla atada de manos y pies, con un poco de celofán para taparla la boca:
- Buenos días Jes.
Ella empezó a moverse inquieta, Juan se acercó a ella:
- Tranquila, te he traído el desayuno, pero me tienes que prometer que si te quito la mordaza no vas a gritar, si no nos puedes meter en un buen lío.
Jessica no paraba quieta, Juan siguió hablando:
- Jessica, escucha, la cosa está muy difícil, tranquilízate.
Jessica asintió con la cabeza, Juan se acercó más y tras dejar la bandeja cerca le quitó la mordaza, ella movió la boca haciendo un poco de muestras de dolor:
- Juan... me tienes que soltar.
- Jessica, si te suelto y te ve Henrique va a acabar contigo y conmigo, me dijo claramente que me ocupase de ti, y créeme que no se refería a esto.
- ¿Y Gisela?
- Tranquila, estoy cuidando de ella.
- Juan, se que no te cae bien Gis, pero por favor... no permitas que la hagan daño, es como mi hija.
- Tranquila, haré todo lo que esté en mis manos, ahora te voy a soltar las manos para que puedas desayunar, y te voy a dejar sin mordaza, pero no intentes tonterías, si Henrique se entera te hará mal a ti y a ella, no hagas tonterías, hazme caso.
Juan salió después de dejarla desayunando.
Henrique llamó a la habitación de Gisela, esta se estaba terminando de vestir, una camiseta de tirantes blancas, un poco ancha porque ya se la notaba bastante el embarazo, un pantalón vaquero y unas deportivas sencillas, quería estar cómoda. Ella contestó cuando escuchó que alguien llamaba, la voz de Henrique sonó por toda la habitación, ella tomó aire y se giró para abrir la habitación, tocó el pomo y tras respirar otra vez, abrió. Venía solo, parecía tranquilo y educado, no pasó sin que Gisela lo invitara, ella le invitó a pasar, Henrique miró la habitación de un lado a otro:
- ¿Estás sola?
- ¿Me estás preguntando enserio? Eso es lo que querías, que estuviese sola, pues sí, estoy sola.
- Es lo mejor Gis, tú no quieres que nadie lo pase mal por ti,¿no?
- ¿Qué quieres? O mejor dicho...¿Qué me vas ha hacer?
Henrique soltó una carcajada y luego la miró, ella lo miraba retándolo:
- ¿Qué te voy ha hacer?
- No te hagas el tonto, escuché perfectamente ayer como hablabas con la tipa esa y le decías que me venía a cuidar (hizo un gesto con las manos simulando comillas) a mi no me hace falta que me cuide nadie, soy mayorcita ya.
- Gisela, tranquilízate, solo viene a cuidarte para que no hagas esfuerzos, por tu estado, solo es eso.
- Yo ya tengo a Jessica, que me cuida como tú dices,¿Que has hecho con ella?
Henrique negó con la cabeza y seguidamente se acercó más a ella, Gisela se empezó a poner nerviosa, pero no se alejó, no quería complacerle:
- No te atrevas a insinuar nada, Jessica a tenido que salir, nada más. Te va a cuidar Ashley y no se hable más.
Gisela levantó la cara retándolo:
- Ashley... es joven y Bella, ¿Es tu amante?
- Sí, quiere ser mi mujer, para que veas los beneficios y ventajas que tienes y no aprovechas.
Gisela se empezó a reír, negaba con la cabeza:
- ¿Cómo puedes ser tan cínico? ¿por qué no te casas con ella? Yo te doy el divorcio encantada.
Henrique se molestó, puso mala cara y la agarró del brazo con malos modos. Gisela no se achantó, le siguió plantando cara:
- Tú jamás te vas a divorciar de mi, ¿Lo has oído? Jamás.
- Henrique, ella te puede hacer feliz, quiere estar contigo, ¿Por qué te empeñas en algo que no puede ser?
- De ti depende que pueda ser o no.
La soltó el brazo con mala gana, Gisela se agarró el brazo con muestras de dolor, jamás se iba a poder librar de él:
- Lo tuyo es obsesión Henrique, nunca has estado enamorado de mi, nunca, ¿Por qué no te das la oportunidad de ser feliz?
- ¿Para que te vayas a los brazos de ese hombre? Es un muerto de hambre Gisela, por favor, aquí lo tienes todo.
- Tengo todo menos felicidad, que es lo más importante.
- Eso depende de ti, después de lo que me has hecho no te voy a dar la Libertad, no para que vayas corriendo detrás de él, ahora si que tú vida va a ser un infierno, ya no vas a tener a gente que te quiere al rededor, ahora vas a estar sola, vas a aprender a valorar todo lo que te di.
Henrique se fue de la habitación dando un portazo, Gisela con lágrimas de rabia en los ojos tiró un cojín a la puerta, se agarró el pelo y negaba con la cabeza:
- Me quiere volver loca, no lo va a conseguir (levantó la voz) no lo vas a conseguir.
Ashley salió del dormitorio y apoyada en la puerta lo miró, Henrique estaba enfadado, escuchó los gritos de Gisela:
- ¿Problemas con tu mujercita?
- Cállate.
Ashley puso cara de sorpresa, pero se reía por dentro, estaba enfadado. Ashley miró la puerta del dormitorio de Gisela, miró las escaleras por las que había bajado Henrique y volvió a mirar la habitación de Gisela, sigilosamente se acercó a la puerta y sin llamar entró. Gisela estaba en el suelo tirada de rodillas, llorando sin mirar quien era Gisela contestó con la voz alzada:
- Vete de aquí Henrique, no te quiero ver más.
Ashley con una sonrisa contestó:
- No soy Henrique.
Gisela levantó la cabeza con mala cara y con lágrimas en sus ojos se incorporó, esa mujer no la podía ver derrotada, sabía que no iba a ser una buena compañía:
- ¿Qué haces aquí?¿Y por qué entras sin llamar?
Ashley comenzó a mirar la habitación, era inmensa y preciosa, ya se veía siendo dueña de todo eso:
- Vengo a ver a la mujer de la casa, por llamarte de alguna forma, me tengo que acostumbrar a todo esto, al fin y al cabo voy a pasar aquí mucho tiempo.
- No tienes que pasar tiempo aquí, a mi no hace falta que me cuides, no soy una niña.
- Pues para mi eres una niña tonta.
Se tumbó en su cama, Gisela abrió los ojos como platos, ¿Qué se creía esta mujer?, la dio un manotazo en los zapatos:
- Quita los pies de mi cama y bájate ahora mismo, no te he dado permiso para que te creas que estás en tu cuarto.
Ashley la miró y sonrió, se levantó:
- Tienes todo Giselita, ¿Por qué no lo aprovechas?
- Gisela para ti y no es de tu incumbencia lo que aproveche o no aproveche.
- Lo que está claro es que si has aprovechado al chofer.
Ashley se reía mientras la miraba la barriga, Gisela puso mala cara y suspiró , no se lo podía creer:
- Que estúpida eres, yo no te he dado confianza para que me hables así.
- A mi no me tienes que dar confianza, Henrique me ha dicho que te tengo que vigilar y así lo voy ha hacer, y sí, voy a ser tu peor pesadilla.

- A mi no me tienes que dar confianza, Henrique me ha dicho que te tengo que vigilar y así lo voy ha hacer, y sí, voy a ser tu peor pesadilla

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