Nueva vida

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Llegó la mañana siguiente Gisela ya bajo a desayunar con César y su hermano, se encontraba mejor, aunque todavía estaba convaleciente. Se sentó en la silla,César la miraba sonriendo, Edgar miró a su hermano negando con la cabeza, hasta que por fin se dirigió a ella:
- ¿Cómo te encuentras?
- Mejor, aunque me duele el brazo, pero ya estoy mejor.
- Me alegro.
Gisela se metió una pinchada de fruta y cuando terminó de masticar miró a los dos hombres:
- ¿Se sabe algo más?
Los dos hermanos se miraron entre sí, sabían perfectamente a qué se refería ella:
- Daniel va a venir a contarnos lo que ha hablado con el investigador.
En ese momento Daniel apareció a lo lejos, entró y sonrió a Gisela, ella le devolvió la sonrisa, después Daniel agachó la cabeza saludando a los dos hombres, César le saludó:
- Justo estábamos hablando de ti, me preguntaba Gisela si se sabía algo más, por cierto él es Daniel.
- Encantada.
- Igualmente, ya hablé ayer con el investigador, ya han identificado los cuerpos.
Gisela paró de comer, se quedó mirando a la nada, había dicho cuerpos. Daniel sacó unos papeles de la cartera que llevaba y comenzó a leer:
- Había dos hombres que se suponen que son los guardias que había en la entrada, uno murió de dos disparos y el otro aplastado, se le debió de caer parte del balcón. El otro hombre recibe el nombre de Juan...
- ¿Juan? Y entonces... la mujer...
César interrumpió en la conversación:
- Sí Gis, la mujer es Ashley.
Gisela no podía creer lo que estaba escuchando, era tan joven, no merecía morir:
- ¿De que murió?
- En medio de los disparos la debieron de dar, tenía un disparo directo en el corazón.
Gisela se sentía mal, después de lo que acababa de escuchar, pero tenía que saber todo así que decidió quedarse:
- Ya tengo lo que me pediste César, ya tengo la identificación de ella y los pasaportes.
- ¿Pasaportes? ¿Vamos a salir del país?
- Gisela, no sabemos dónde está Henrique, no podemos arriesgarnos, pero si no quieres irte...
- Está bien, dije que si y lo mantengo.
Daniel se dirigió a Gisela:
- ¿Tú conociste a Ashley verdad?
- Sí.
- Sabes si alguien aparte de los que estaban en esa casa sabían que Ashley estaba allí.
- La verdad no sé, Ashley no me contó nada de su vida, solo sabía que era amante de Henrique y que la llevó allí... bueno... ella quería ser la mujer de Henrique, no sé más.
- De acuerdo, bueno Gisela, te hago entrega de tu nueva identidad, ya está todo correcto.
Daniel dejó un pasaporte, un DNI y unos papeles encima de la mesa, Gisela vaciló antes de cogerlos, estaba nerviosa, todo esto era nuevo para ella, agarró los papeles y leyó en voz alta:
- Elisa Caballero, ese es mi nuevo nombre, mi nueva identidad.
César la miró, sabía que todo lo estaba haciendo por él, también por miedo a Henrique, pero principalmente por agradarle a él, la sonrió:
- Cualquier nombre te queda bien.
Edgar volvió a mirar a su hermano y seguidamente se levantó, Gisela lo miró sin entender nada, mientras que César no le dio importancia:
- Me perdonáis, necesito darme un baño.
Edgar se alejó, Gisela miró a los hombres que seguían hablando sin detenerse en la actitud de Edgar:
- Me vais a disculpar, necesito recostarme un poco.
- Sí claro, ¿Te acompaño arriba?
- No, no te preocupes, puedo yo, gracias por todo Daniel.
- De nada, para eso estamos.
Gisela se alejó despacio, Daniel miró a César, se le notaba a leguas que esa mujer le gustaba:
- Ya tengo los billetes también, os vais a Bali, es una isla alejada de aquí, allí la enamorarás fijo, los dos solos, rodeados de sol, arena y mar.
- Lo que quiero es su tranquilidad, me parece estupendo el sitio.
Gisela iba a entrar a su dormitorio cuando se quedó mirando para la habitación de Edgar, parecía que le incomodaba su presencia, quería preguntarle el motivo, se iba a dirigir en esa dirección cuando alguien la sujetó la mano, era Elena, esa mujer siempre estaba sonriendo:
- Me has asustado Elena.
- Perdón, no era mi intención, ¿Pasa algo?
- No.
Gisela entró en su habitación y Elena la siguió, Gisela se apoyó en la mano y miró a Elena que no paraba de moverse por la habitación, siempre encontraba algo nuevo que hacer:
- Elena, ¿Lleva mucho en esta casa?
- Sí, muchísimo, conozco a los hermanos desde que nacieron, la pérdida de sus padres fue una tragedia, pero yo siempre estaré aquí para ellos.
- Es muy agradable y se nota que César la quiere mucho.
- Y yo a ellos mi niña, son mi adoración.
Gisela sonrió, Elena se la quedó mirando y después fue a por unas bolsas que había en la mesa al fondo de la habitación:
- Sí quiere preguntarme algo... puede hacerlo.
Gisela soltó una carcajada, que mujer más lista pensó:
- Sí, quiero preguntarla, ¿Qué pasa con Edgar? ¿No le gusta que esté aquí verdad?
Elena abrió los ojos como platos, dejó las bolsas encima de la cama y se acercó a ella, la agarró las manos con dulzura:
- Señora, no piense eso, todos estamos contentos de tenerla aquí, simplemente que... Edgar es un poco reservado.
- Está mañana en el desayuno lo noté extraño, yo sé que César se la a jugado por mi, se que... se la va a seguir jugando, ha sido mi salvador, y eso le puede preocupar a Edgar, al fin y al cabo César es su hermano.
- Mire... César es muy buena persona, ha ayudado a mucha gente, pero con usted... con usted es especial.
- ¿Especial? Yo se que... que me ha tratado demasiado bien, no cualquier persona hace todo esto por una extraña, cuando le pregunté porqué lo hacía me dijo que... necesitaba ayuda, no me dio más explicaciones.
- ¿No se ha dado cuenta? Yo no puedo hablar más porque no puedo ser más indiscreta, pero... no piense que Edgar va en su contra, no es así. Por cierto- La soltó las manos- hoy he ido a comprar, he traído ropa, así se puede dar un baño y ponerse guapa, se que no tiene nada aquí, que lo dejo todo en esa casa, así que... la dejo para que lo vea todo.
Elena salió de la habitación tras guiñarle el ojo, Gisela miró las bolsas, había un montón de ropa, la verdad estaría eternamente agradecida con esta gente, pero en ese momento en su cabeza retumbaban las palabras de Elena, ¿No se ha dado cuenta? Y entonces se acordó, un rato antes de los disparos, se habían besado, César y ella se habían fundido en un beso y ella no se había acordado hasta ese momento.
César subió las escaleras, en esa escalera se cruzó a Elena, ella le hizo una señal para que la siguiera, César se rió y la siguió a la cocina:
- ¿Qué pasa Elena?
Ella le hizo un gesto para que bajara la voz y seguidamente cerró la puerta de la cocina, César la miró extrañado pero con ironía en su rostro:
- ¿A que viene tanto misterio? ¿Qué pasa Elena?
- Gisela me ha preguntado por Edgar.
- ¿Por Edgar?
- Sí, piensa que él no está a gusto de que ella esté aquí, le ha notado incómodo, aparte...
- Aparte...¿Qué?
- Aparte creo que se huele algo de lo que te pasa con ella.
- ¿Se huele o se lo has contado?
- No, me han dado ganas no te lo voy a negar, ¿Por qué no se lo dices?
- Elena, no es el momento, además... ella a su corta edad ha pasado mucho, necesita una persona que esté a su lado apoyándola, no otro amor.
- Pero... ella está muy agradecida, está fascinada contigo, con todo lo que estás haciendo.
- Agradecida, fascinada, pero no enamorada Elena, la tengo que dar tiempo.
Por la noche Samuel recibió la llamada del comandante Sanz, mientras hablaba con ella Jessica, Erica y Rafa estaban preparando la cena, los tres estaban callados en ese momento, observaban a Samuel, este colgó, se quedó petrificado, ellos sabían que algo pasaba, Erica y Rafa se acercaron a él, Jessica se quedó un poco más atrás, tenían miedo, sabían que algo había pasado. Samuel se sentó en el sofá sin dejar de mirar a la nada, Erica seguía angustiada:
- Samuel, ¿Qué pasa? ¿Qué te han dicho?
Samuel la miró, había lágrimas en sus ojos, Erica empezó a negar con la cabeza, no podía ser:
- Gisela...
Samuel asintió, Erica seguía negando con la cabeza, Rafa acarició el hombro de su novia, esta se levantó:
- No puede ser, no.
Jessica se acercó a ellos, al ver el estado de Samuel comenzó a derramar lágrimas:
- Mi niña no puede estar muerta, no puede estar muerta.
Erica la abrazó con todas sus ganas y las dos mujeres comenzaron a llorar con desesperación, Rafa se acercó más a Samuel:
- ¿Qué es lo que te han dicho exactamente?
- Pues... han identificado los cuerpos, los dos matones, Juan y...
- Gisela, ¿Cómo fue? La...
- No, la dispararon, dicen que fue Henrique antes de escapar, cuando salió a dispararnos... ya la había matado, la disparo a sangre fría.
Jessica seguía llorando y se desmayó, Erica la agarró como pudo después de soltar un grito, Rafa fue en su búsqueda y la ayudo:
- Ha sido la noticia, vamos a llevarla a la cama.
Samuel y Rafa la llevaron a la cama, allí Erica la puso un pañuelo con alcohol, Jessica volvió en si, miró a Erica, vio su cara de dolor, y ya sabía que no lo había soñado, que estaba en lo cierto, Gisela había muerto:
- Erica, no puede ser cierto.
- Jessica, yo soy la primera que quiero negar esto, pero han hallado el cuerpo, esto es muy duro.
- Quiero ver el cuerpo Erica, lo quiero ver, hay que hacerla un entierro como se merece.
- Le diré a Samuel que lo reclame, Jessica ahora intenta descansar, ¿Vale?
- No creo que pueda, pero lo intentaré.
Jessica se acurrucó en la cama, se agarró a la almohada, seguía llorando, no podía parar. Erica salió al salón, allí estaban Samuel y Rafa:
- ¿Se a quedado más tranquila?
- Sí, aunque no se si podrá descansar, Samuel... Jessica quiere reclamar su cuerpo, quiere enterrarla.
- Podría preguntar pero... no se si podré hacer algo.
- Ella no se merecía acabar así.
Erica comenzó de nuevo a llorar, Rafa la miró y se acordó de su amigo:
- ¿Y Fernando? ¿Qué le voy ha decir a Fernando?
- Se va a morir cuando se entere.
Samuel se dirigió a Rafa:
- No le digas nada de momento a Fernando, es lo mejor.
- No le voy a ocultar esto, no me lo pidáis porque no lo voy ha hacer.
- Escúchame Rafa...
- No, nada de lo que me digas me va ha hacer cambiar de opinión, ella... era la mujer que amaba, estaba esperando un hijo suyo, Henrique Le ha destrozado la vida y tiene que saberlo.
Erica lo miró, se secó las lágrimas, Rafa también estaba afectado, tenía que ser el encargado de decírselo a Fernando algo que era muy duro para él:
- Rafa, si se lo dices ahora... va a venir angustiado, no quiero que a él le pase algo también, mejor decírselo a la que vuelva, en eso le doy la razón a Samuel.
- Erica, si nos entregan el cuerpo y se le puede hacer un entierro... él querrá estar, no se lo voy a ocultar.
- Perfecto, vamos a esperar haber que nos dicen, y si nos dejan hacerla entierro... se lo decimos.
Rafa los miró, los dos estaban de acuerdo, Rafa negó con la cabeza, no podía creer que no quisiesen decírselo a Fernando, los volvió a mirar y sin decir nada se fue de allí, Samuel le iba a seguir pero Erica lo paró:
- Déjalo, necesita desahogarse también, él es el mejor amigo de Fernando, es como su hermano, ya está viendo el dolor que va a sentir Fernando, tiene que asimilar todo esto, voy a estar con él, mañana será otro día Samuel.
Erica se fue a su habitación, Samuel recorrió con su mirada la casa, vio unas botellas de alcohol en un estante de la cocina, agarró una y se salió a la calle, cruzó casi sin mirar la carretera, bebía y pensaba, cuando ya estuvo en la cera de enfrente se dejó caer, lloraba y bebía, no podía dejar de llorar, negó con la cabeza, seguía bebiendo:
- Casi... me falto poco para ayudarte Gisela, no sirvió de nada, de nada, ya no te voy a volver a ver.
A la mañana siguiente César llamó a la habitación de Gisela, esta ya estaba preparada, se había duchado, se había cambiado de ropa, ya tenía la maleta hecha. César pasó después de la aprobación de Gisela:
- ¿Estás lista?
- Sí...
- ¿Qué te pasa? Si no estás lista...
- No es eso César, es que... me imagino cuando la gente que me quiere se entere de que fallecí.
- Va a ser doloroso, pero tampoco hay más opciones Gisela, ya sabes lo que pasará si Henrique nos viene a buscar, sabes cómo es él.
- Sí, por eso me voy, porque... César tú has hecho mucho por mi, no te voy a arriesgar.
- ¿De quien te has acordado?
Gisela vaciló antes de contestar, no quería pronunciar su nombre delante de él, pero no podía ocultarle cosas, no quería ocultarle nada:
- Sí, estoy hablando de Fernando.

- ¿De quien te has acordado?Gisela vaciló antes de contestar, no quería pronunciar su nombre delante de él, pero no podía ocultarle cosas, no quería ocultarle nada:- Sí, estoy hablando de Fernando

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