Ya no soy esa

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Fermín asintió repetidas veces, miró a ambos lados y después se volvió a centrar en ella:
- Claro... él no sabe que estás viva, ¿Y qué te ha dicho? Se habrá asombrado.
- No se si asombrado es la palabra, la cuestión es... que parece que se a creído que soy otra, o por lo menos lo sabe disimular.
- Entonces... ¿Dónde está el problema?
Elisa no contestó, agachó la mirada y se quedó pensativa, Fermín la agarró la barbilla y se la levantó tiernamente hasta quedar frente a frente con sus ojos:
- ¿Sigues enamorada de él? ¿Ese es el problema?
Ella siguió sin contestar y Fermín asumió que estaba en lo cierto, que ella aún estaba enamorada de ese hombre. Elisa solo sonrió, giró su cabeza aprovechando que Fermín estaba dando un sorbo de café. Lo vio, en una de las mesas del fondo estaba Fernando, mirándola con una mezcla de tristeza y furia, no la quitaba los ojos de encima, ella lo miraba como pidiéndole perdón. Se quedaron así unos segundos, que parecieron horas, hasta que Fermín agarró el brazo de ella, Elisa se giró, temiendo que él pudiese sospechar algo:
- ¿Subimos a la reunión? Luego si quieres nos vamos a tomar unas copas y seguimos charlando.
Elisa sonrió y asintió, agarró su bolso y acompañó a la salida a Fermín, este la agarró la cintura con cuidado mientras pasaban por el lado de Fernando. Este no les quitaba ojo mientras salían por la puerta, Elisa lo miró, pero enseguida apartó la mirada, tendría que hablar con él antes de que se enterase por Erica que realmente no estaba muerta.
La reunión transcurrió muy lenta, los accionistas eran cuatro, los hombres eran bastante pesados, no paraban de preguntar, menos mal que estaba Fermín que parecía un experto en la materia y casi Elisa no tuvo que hablar. Finalmente se acordó que Fermín y Elisa se repartirían las tareas, y que los dos se harían cargo del manejo de la empresa.
Alguien llamó a la puerta, Erica estaba tumbada en el sofá, miró el reloj y levantó sus cejas, después se levantó y se acercó a la puerta, sin decir de quién se trataba la abrió, se sobresaltó cuando vio que tras la puerta estaba Elisa. Esta sonrió señalando que venía en son de paz:
- ¿Puedo pasar?
Erica dudó un instante, pero enseguida abrió la puerta, se apartó un poco y Elisa pasó. Miró a su alrededor, tenía muy buenos recuerdos en esa casa, se acordó de Ivan, allí había estado con su hijo sin preocuparse de casi nada más. Erica pasó tras ella, puso los brazos en jarra esperando que Elisa hablase:
- Erica yo quería hablar contigo, no quiero que pienses que soy una egoísta, quería que me escuchases.
- No tengo nada que escucharte, has tenido más de dos años para hablar y no lo has hecho.
- Tuve mis motivos Erica, escúchame.
- No te voy a escuchar, no me vas a convencer, Gisela esa noche Rafa y Samuel fueron a rescatarte, porque Samuel vino diciendo que le habían echado a él y a Jessica para que te quedases sola. Se supone que Henrique te quería hacer algo. Hubo disparos, se salvaron de milagro. Nos dijeron que estabas muerta, que Henrique te había matado antes de huir, te hemos llorado - Erica tenía los ojos llenos de lágrimas- peleamos porque nos dieran tu cuerpo para hacerte un entierro digno, que evidentemente no pudimos conseguir. Fernando y Rafa no se hablan desde entonces, porque Fer le recrimina que se lo ocultase, Jessica se piensa que a perdido a su única niña y Fer... desde entonces está como alma en pena.
Elisa se quedó de piedra por la sinceridad de sus palabras, tenía los ojos llorosos:
- Estaba encerrada, Henrique me empujó en las escaleras un día que estuvimos discutiendo y al caer perdí a mi bebé, no me quería llevar a un médico, así que llamó a su amigo César, él me atendió, me cuidó y ya había planeado sacarme de ahí. Aprovechamos esa noche para salir, pensábamos que era un atentado, caí del balcón que explotaron y me herí. Ahí fue cuando César me aconsejó cambiarme el nombre para que Henrique no pudiera encontrarme, así que por eso me cambié el nombre. Viajamos a Bali para huir de él. Hace poco nos enteramos que Henrique había muerto y por lo tanto a mí hijo le van a dar en adopción... porque ahora los dos estamos muertos y él es huérfano. Erica, pensé en vosotros créeme, pero no le podía decir a nadie donde estaba, ni los planes que tenía.
Erica no podía hablar, todo lo que la estaba contando Gisela era muy duro, se empezó a sentir mal, había sido muy dura con ella:
- Ellos sospechaban que algo malo te estaba pasando, por eso armaron todo el plan. Pero todo salió mal.
Elisa agarró las manos de su amiga con cariño:
- Todo salió bien Erica, si no llegan a ir ellos... no se si hubiese podido escapar viva.
Estuvieron un rato hablando, Erica pareció ceder y comparecerse de las palabras de ella. Al fin la ofreció comer juntas y Elisa aceptó, se juntaron las dos para hacer la comida. Y allí estaban ellas entre relatos y risas prepararon una ensalada César y pollo a la pimienta. Se sentaron a comer en la mesa de la cocina:
- Ya echaba en falta un día de risas, y sobretodo echaba en falta volver a lo de antes.
Erica la miró, vio que Elisa estaba triste, la tocó el hombro con dulzura:
- ¿Lo has pasado mal no? Te quiero pedir perdón, me he pasado esta mañana al hablarte así.
- Tranquila, os entiendo, ni si quiera yo sé si he hecho bien las cosas. Ahora estoy en una encrucijada, se supone que no tenía que decir nada a nadie de mi antigua identidad. Lo que he hecho es un delito, y... lo único que quiero es recuperar a mi hijo Erica.
- Henrique lo ocultó ¿no?
- Sí, está en un internado, no sé en cuál, hemos estado investigando y no hemos dado con él. Ahora va a pasar a manos de los servicios sociales, que buscarán una familia de acogida.
Esto último lo dijo con la voz quebrada, Erica la miró a los ojos, estaban llenos de lágrimas y dolor, se notaba que lo había pasado mal:
- Sí hay algo en lo que te pueda ayudar, puedes contar conmigo. Por nada del mundo vamos a permitir que te separen definitivamente de tu hijo.
- Esto es un sin vivir Erica, mi hijo lleva sin saber de mí más de dos años, no sé qué pensará.
- Tranquila, ¿Tienes algún plan?
Elisa por un instante se calló, miró hacia abajo, tenía que decirla sus planes, aunque sabía que no era lo que ella quería escuchar:
- Pues... hemos pensado, que casándome tendría más oportunidades de adoptar a Ivan, y luego tranquilamente, cuando ya le tuviese conmigo, arreglaría todo para tomar de nuevo mi verdadera identidad.
Erica frunció el ceño:
- ¿Casarte? ¿Estás con alguien?
- Bueno... -Se encogió de hombros- César se portó muy bien conmigo, siempre ha estado ahí, y me quiere ayudar.
- ¿Te vas a casar con ese doctor?
- Sí, estoy comprometida Erica. Y estamos acelerando los trámites para casarnos lo antes posible.
- ¿Y Fer? ¿Ya te olvidaste de él?
Elisa tragó saliva, nunca se iba a poder olvidar de él, eso era lo que sentía, pero la realidad era otra muy distinta:
- Fernando eligió en su momento, se casó y formó una familia, ya no hay más de que hablar.
- Sabes porque formó una familia, y te puedo decir que él no se a olvidado de ti. Él fue quien vino corriendo a decirme que te había encontrado, que aunque tú negabas ser Gisela... él lo sintió, lo que tenéis vosotros es muy fuerte Gis, no te cases.
Elisa se levantó, comenzó a mirar por la ventana, intentó evadir la conversación, pero Erica se levantó y se colocó detrás suya para seguir hablando:
- ¿Ya no le amas? ¿Ya no sientes nada por él? ¿Te has enamorado del Doctor?
Elisa se giró y la miró con lágrimas en los ojos, a Erica no la podía mentir, a ella no:
- César es el mejor hombre que he conocido, es un sueño hecho realidad.
- Eso no es lo que te he preguntado.
- Claro que no me he podido olvidar de Fernando, claro que lo sigo amando como el primer día. Pero sabes mejor que nadie que lo nuestro se término hace mucho, que cada uno siguió su camino. Pero al volverlo a ver...
Erica sonrió de oreja a oreja, estaba encantada con escuchar eso de su amiga:
- Fer siente lo mismo, si vieses su cara lo iluminada que estaba cuando te volvió a ver, cuando supo que estabas viva... tienes que hablar con él.
Elisa se secó las lágrimas y volvió en si, ella no iba a perdonar todo lo que la había hecho, y mucho menos iba a arriesgar sus planes:
- Erica, no voy a cambiar mis planes, me voy a casar y voy a recuperar a mi hijo, que es lo único que me importa.
- Pero...
- Pero nada, Erica, ya no soy la misma de antes, tantos golpes me han hecho cambiar. Mis planes van a seguir adelante. Fernando va a ser el amor de mi vida siempre, pero ya no soy Gisela.
- Siempre vas a ser Gisela, yo lo he visto, la he visto cuando estábamos comiendo y cuando hablábamos del pasado, Gis... ¿A quién pretendes engañar? Solo te engañas a ti misma.
- Me tengo que ir Erica, gracias por todo, y... bueno... me gustaría ver a Jessica, quiero contarle las cosas.
- De acuerdo, quedaré con ella y así os podréis encontrar.
- Gracias.
Elisa abrazó a su amiga con fuerza, por unas horas se sintió viva, sintió que era la mujer que ya no era. Volvió en sí, se montó en el coche, lágrimas recorrían sus ojos, tenía que volver a la realidad:
- No me puedo entretener, tengo que seguir mi camino.
Fernando estaba pensando en la imagen que había visto en la cafetería, ese hombre tocándola la cara a Gisela. Movió la cara rápidamente para borrar esa imagen de su mente, y al girar su cabeza la vio, entraba desorientada, se veía que había llorado, Fernando pensó en ir detrás suya, pero no podía levantar sospechas, así que espero a que ella subiese, y pasado unos minutos fue tras ella.
Elisa llegó descompuesta, intentó tranquilizarse tras sentarse en el sillón de su despacho, miles de imágenes se la venían a la cabeza, miles de ideas y miles de preguntas. Ya no podía más, sentía que la cabeza la iba a estallar. Alguien llamó a la puerta, ella negó con la cabeza y se secó las lágrimas que recorrían sus mejillas:
- Adelante.
Claudia asomó la cabeza y tras asentir pasó, la puerta esta vez la dejó abierta tras pasar:
- ¿Qué pasa Claudia?
- ¿Se encuentra bien señorita?
- Sí, solo tengo dolor de cabeza, dime.
- Su prometido estuvo aquí, la buscaba.
Elisa cerró los ojos tras acordarse de que había quedado a comer con él, lo había plantado:
- ¿Dejó algún recado?
- No señorita.
- Gracias Claudia, puede retirarse.
Claudia salía, y mientras la mirada de Elisa seguía a la muchacha, en el pasillo pudo ver una imagen, de Fernando que la miraba desde detrás de la puerta con mirada acusadora. Elisa negó disimuladamente con la cabeza, ahora Fernando no, posiblemente había escuchado todo y no tenía ella fuerzas para enfrentarlo. Ella agachó disimuladamente su cabeza para seguir trabajando en los papeles que había dejado esta mañana, pero él entró en el despacho, ella empezó a sentir un hormigueo en el estómago y unos nervios que la recorrían las piernas, sentía que si se levantaba caería al suelo derrotada.
Estaba furioso, su prometido, esas palabras se le clavaron como alfileres, quería hablarla tranquilo, había subido a eso, pero al escuchar esas palabras de aquella señorita su corazón latía a mil por hora, estaba dolido, furioso:
- ¿Prometida? ¿Estás prometida?
Ella levantó la cabeza con los ojos abiertos como platos, allí estaba él, reclamando, no sabía que iba ha hacer, se supone que tenía que negar conocerle, pero cuánto tiempo podía negarlo:
- ¿Perdona?
- ¿Vas a seguir negando quién eres?
Dio un fuerte golpe con sus puños en la mesa del despacho, Elisa se sobresaltó, era incapaz de mirarlo a los ojos:
- No se de qué me habla, le pido que se retire o tendré que llamar a seguridad.
El soltó una carcajada, era obvio que el de seguridad era él, se arrepintió al instante de lo que acababa de decir, pero los nervios la perseguían, la acechaban:
- Veo que vas a seguir con el juego, ¿Hasta cuándo?¿Hasta cuando te vas a seguir riendo de mí? De todos.
Elisa sentía que iba a estallar, ese hombre la reclamaba como si él fuese santo, eso tampoco lo iba a consentir, miró al pasillo, pasaban varios hombres que se quedaron por unos segundos mirando la escena. Fernando fue hacia la puerta y la cerró a mala gana, Elisa se sintió más nerviosa aún, estaban a solas en un despacho. Ella se levantó, no podía quedarse a solas con él:
- Le pido por favor que se retire, y no me hable nunca más así.
Fernando se acercó a ella, Elisa sentía que se iba a desmayar, le tenía a escasos centímetros de su cuerpo, era hermoso, siempre lo fue, y sentía miles de cosas al tenerlo así. La agarró los brazos con fuerza, casi zarandeándola:
- No me voy a ir sin que me escuches, Gisela... ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué el no conocerme? ¿A que juegas?
Ella le dio un manotazo en los brazos para que la soltara, se enfadó, estaba harta de callar:
- No juego a nada, soy una nueva mujer, y te pido que no me vuelvas a llamar por ese nombre, porque Gisela Álvarez ya no existe.

 ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué el no conocerme? ¿A que juegas?Ella le dio un manotazo en los brazos para que la soltara, se enfadó, estaba harta de callar:- No juego a nada, soy una nueva mujer, y te pido que no me vuelvas a llamar por ese nomb...

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