Gisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...
Gisela abrió los ojos como platos mientras tomaba la carta, escondió el rostro tras ella como si no pudiesen verla, se sentía humillada y triste, pensó en contestarle, pero enseguida lo descartó, no quería más complicaciones esa noche, se centró en la carta y omitió sus palabras. El resto de la velada fue tranquila, apenas hablaron, Gisela echó de menos llevar un reloj para poder poner de excusa que era tarde e irse, pero por fin llegó ese momento, Edgar fue el primero en irse y seguidamente Elena, ella antes de retirarse guiñó el ojo a Gisela, siempre tan amable. La situación era incómoda y Gisela no entendía el por qué, ni que hubiese matado a alguien, pensaba. Finalmente César decidió levantarse, pero Gisela le frenó, depositó su mano en la de él, pudo sentir como su piel se erizaba y sus ojos casi se salían de la cuenca, la miró, ella sonrió, esta vez la expresión de él era más dulce: - ¿Te parece si nos quedamos un poco más tú y yo? César quería contestarle corriendo que si, pero no podía creerse lo que estaba pasando, se sentó sin hablar: - ¿Pasa algo? - ¿Enserio me lo preguntas? César... lo siento, no era mi intención preocuparte, sinceramente quería despejarme un poco y conocer la isla, no pensé que podríais preocuparos y luego se me fue la hora. César respiro hondo, realmente no podía estar enfadado con ella, era tan bella y tenía esa sonrisa dulce, muy dulce. Él por fin sonrió, la agarró la mano y la dio un tierno beso en ella: - ¿Eso es que me perdonas? - No tengo nada que perdonar... al revés, te tengo que pedir perdón yo a ti, me he portado como un... no se bien ni que... claro que puedes ir a conocer la isla, claro que puedes hacer actividades, puedes hacer lo que quieras, no sé qué me paso, lo siento. - No me pidas perdón, todos estamos nerviosos, además estás haciendo mucho por mi, demasiado, no te puedo reprochar nada. - Sabes que lo hago con gusto, pero... te pido perdón porque... a veces pienso que eres mía, no tienes que decirme nada porque sé perfectamente lo que hablamos, pero... no he podido evitarlo. Gisela se quedó en silencio observándolo, sus ojos brillaban, era todo un caballero. Ella agachó la mirada: - No te pongas nerviosa, no quería incomodarte. - No es eso, solo que... yo no quiero ser de nadie César, ya pasé por eso... Henrique se creía mi dueño, no quiero seguir viviendo en una jaula de cristal. - Yo quiero que vivas... no era mi intención que creas que eres un objeto... ni mucho menos que eres mi propiedad, porque no quiero que sea así, quiero que vivas tu vida y sobretodo que vivas, eres muy joven y bella y te mereces estar en paz. Edgar estaba intranquilo en la habitación, miraba por la ventana buscando algo, Elena que estaba en la cama con un libro, lo bajó y y miró por encima de las gafas los pasos de Edgar: - ¿Te puedes estar quieto? Me estás poniendo nerviosa, no me centro en el libro, he leído la misma frase cinco veces. Edgar dejó la cortina y miró a la mujer que le hablaba desde la cama: - Perdón Elena, es que me noto incomodo. - Edgar... no quiero que sufras, otra vez no, por favor. Edgar esta vez la miró, en sus ojos había tristeza, se sentó en la cama a sus pies: - Son idénticas Elena... su parecido es impresionante. - Sí, a mi también me impactó, pero te digo lo mismo que a tu hermano, ella no es Sofía, no son la misma persona. Edgar se levantó nervioso, volvió a dar vueltas por la habitación: - No se por qué dices eso Elena, se que no son la misma persona. - Sabes porque lo digo, sois hermanos, sabes que Sofía era su mujer y Gisela... - Gisela no es nada suyo Elena, aún así... no es lo que piensas, simplemente que a veces me olvido de que es Gisela, mi imaginación va por libre, no lo puedo evitar. Elena se levantó de la cama y se acercó a él despacio, depositó su mano en el hombro de él: - ¿Por eso estás así con ella? Ella no es Sofía, es Gisela, no tiene culpa de lo que pasó ni de lo que os pasa, solo quiero que sepas eso. Le dio un beso en la mejilla y se fue dejándolo solo, Edgar miraba a la nada hasta que escucho voces fuera, volvió en sí y se asomó a la ventana con cuidado y disimuló para que no lo vieran. Gisela y César ya habían llegado a la puerta de la cabaña, venían de la mano después de dar un paseo. Gisela miró a César y este le miraba a ella, cada día estaba más enamorado de ella: - Gracias por esta noche, gracias por todo. - ¿Cómo me vas a dar las gracias? Yo te debo la vida. - No exageres, aunque tú no lo creas también me has dado la vida. César comenzó a acariciarle la cara, ella acompañó su caricia con su rostro, la miraba, quería besarla pero había prometido darla tiempo. Sentía que cada día la quería más, no podía desaprovechar la oportunidad, así que lo hizo, la dio un beso dulce en los labios de ella. Edgar los vio, enseguida soltó la cortina de mala gana, miró a su alrededor, Elena no estaba. Fue a su habitación y dio un golpe en la mesilla, después intentó tranquilizarse. Gisela se apartó despacio para no ofenderlo, lo volvió a mirar, él la soltó las manos: - Perdona. - No me pidas perdón, sabes que me siento muy alagada, pero no quiero complicar ahora más las cosas, no quiero centrarme en esto ahora, no estoy preparada. - Puedes estar tranquila, solo ha sido un impulso, descansa Elisa, mañana será otro día. César la dio un beso en la mejilla y despidiéndose con la cabeza se metió en la cabaña, Gisela se sentó en los escalones de la entrada: - Fernando... ¿Por qué no siento lo mismo que contigo? ¿Por qué no te puedo olvidar ni un segundo? César entró en la habitación sonriendo, su hermano lo miraba con cara de pocos amigos, al final César reparó en su hermano, le habló mientras se quitaba la ropa: - ¿Qué te pasa? No creas que no me di cuenta como contestaste a Gisela en la cena. - No la conteste mal, solo dije lo que pensaba, ¿A caso está mal decir lo que se piensa? - No, pero no era para que la hablases así, creo yo... pero no te estoy reclamando Edgar, la convivencia es así. - He visto que la has besado, ¿Qué hay entre vosotros? - Somos amigos Edgar, el beso ha sido algo que no tenía que pasar, pero... - No lo puedes evitar. - No, la deseo, la quiero, estoy enamorado de ella, esa es la realidad, y la voy a dejar su tiempo... su distancia, pero mi tiempo lo voy a dedicar a conquistarla. - Tú sabrás lo que haces. Edgar se acostó para dormir, César negó con la cabeza y se metió en el baño tras dejar su ropa encima de la cama, algo se callo de su bolsillo, un papel viejo y medio arrugado. Llegó la mañana Gisela terminó de vestirse y se quedó esperando a que Elena se fuese, quería hablar con Edgar, llevaba tiempo queriéndolo hacer y veía que está era la oportunidad. Miró a cada lado de la habitación y al no ver a nadie salió, César había salido temprano a correr y Elena acababa de salir hacia la piscina. Entró a la habitación de Edgar, para su mala fortuna él no estaba, miró en el baño y tampoco estaba, así que pensó en salir, pero algo la detuvo, algo había en el suelo tirado, parecía una fotografía vieja, se agachó y la cogió, Gisela se levantó despacio mirando la foto detenidamente, era una mujer y para su sorpresa era idéntica a ella, parecía su gemela. Algo la sacó de su sorpresa, sonó la puerta, ella miró hacia donde venía el ruido, era Edgar, estaba apoyado en el marco de la puerta mirándola, ella guardó la foto en el bolsillo de atrás de la falda negra que llevaba y le saludó con la cabeza: - ¿Qué haces aquí? Mi hermano no está. Él pasó al lado suyo sin detenerse en ella, cogió una camiseta del armario y la dejó en la cama, después se la quedó mirando, ella notaba que estaba incómodo así que habló: - Se que no está, venía ha hablar contigo. - ¿Conmigo? ¿Qué pasa? - Se que mi presencia te incómoda y... en parte lo entiendo, pero... no se porqué me hablas así, si te he hecho algo quiero saberlo, me gustaría saberlo. - A mi no me pasa nada contigo, hay cosas en las que no estoy de acuerdo, pero... mi hermano verá lo que hace. - ¿Lo que hace? No entiendo. - Mira Gisela, no tengo nada en particular en contra tuya, solo es que... mi hermano te quiere para sustituir a otra persona, y tampoco es justo, porque el que va a sufrir es él. Gisela sacó la foto que se había guardado y enseñándosela a Edgar le habló: - ¿Sustituir a ella? Edgar se quedó mirando la foto, se acercó a ella lo suficiente para verla bien y se fue deprisa a buscar entre sus cosas en el armario, cogió la foto que tenía igual a la que le mostraba Gisela y se la acercó al pecho aliviado. Gisela frunció el ceño y seguidamente se acercó a él: - No es tuya, estaba entre las cosas de César. Edgar volvió en sí, guardó la foto y tras cerrar el armario la miró: - ¿Quién es? Es muy parecida a mi. - Eso háblalo con mi hermano, yo no te voy a decir nada. Edgar salió de la habitación ofendido, Gisela cada vez entendía menos, miró a su alrededor, pensó en dejar la foto entre las cosas de César pero descartó la idea enseguida, quería saber la verdad, esa mujer era idéntica a ella, ¿Quién era? Y sobre todo, ¿Por qué tenía la foto también Edgar?. Rafael ya estaba en casa de Erica, ella había acogido tanto a él, como a Jessica y Samuel. Jessica entró ha hablar con Erica, que estaba en la cocina preparando la comida: - Erica quiero volverte a dar las gracias por acogernos. - No me tienes que dar las gracias Jessica, para eso estamos. - Estoy un poco preocupada. Erica dejó lo que estaba haciendo y la miró: - ¿Qué pasa? - Nadie le ha dicho a Fernando que Gisela estaba embarazada ¿no?. - No Jessica, es un dolor innecesario, desde mi punto de vista, si le ha dolido saber que la mujer que quería a fallecido, imagínate si se entera que encima estaba esperando un hijo suyo que también falleció... además...Se lo ocultamos Jessica. - Lo se, por eso digo, que si está así con Rafa por ocultarle la muerte de mi niña, imagínate si se entera que también le ocultamos el embarazo, todos lo sabíamos Erica. - Lo se, créeme que me duele muchísimo Jessica, Fer es mi mejor amigo, él y Rafa son mi mundo, y no puedo verles así, además que Rafa está hundido, pero sé que hemos cometido errores y tenemos que asumirlos. - Gisela fue la que nos pidió callar Erica, sabíamos el peligro que corría Fernando. - Sí, pero en tu caso es entendible, Gisela era tu niña, eras su mujer de confianza, pero nosotros... Fernando es nuestro amigo, él no va a entender que fue por su bien, además... esperemos que nunca se entere, como dices tú... es un dolor innecesario, no puede hacer nada. Ya era la hora de comer en la isla, César estaba extrañado porque Gisela no había ido a comer al restaurante, fue a buscarla a la habitación, allí estaba ella, sentada en la cama, César la miró extrañado y se acercó a ella: - ¿Qué te pasa? ¿No vas a comer? - No tengo hambre... ¿Podemos ir a dar una vuelta? - Sí... claro, ¿Dónde quieres ir? Ella se levantó, se acercó a él y le agarró de la mano, le sonrió tímidamente y le sacó de la habitación con cuidado: - Vamos a la playa a pasear. César asintió encantado, miró su mano entrelazada en la de ella y sonrió como un niño pequeño. Corría un aire suave, la movía el pelo, él la miraba, ella se percató y también lo miró: - César, quiero preguntarte algo. - Sí claro... ¿Qué pasa? Ella se sacó la foto del bolsillo, y se la entregó, él al verla no sabía muy bien que hacer, ¿Qué hacía ella con esa foto?, la agarró despacio y la miró, su cara decía todo, podía intuir que la mujer de la foto ya no estaba entre ellos, César se guardó la foto en el bolsillo y le ofreció la mano a Gisela, ella la agarró y le acompañó a unas tumbonas que había cerca de allí, se sentaron, parecía que él la iba a contar todo: - No se que haces con esta foto, pero bueno... ¿Qué quieres saber? - ¿Quién es? ¿Por qué se parece tanto a mí? - No se porque se parece tanto a ti, era mi novia. - ¿Era? ¿Falleció?
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