Samuel arrancó, salieron de allí, Rafa pensaba en Erica, no sabía si iba a salir vivo de esta noche, por si acaso había dejado una carta bajo la almohada de Erica.
Gisela se había quedado dormida, ya estaba bastante bien, se echaba el tiempo encima, mañana era el día en el que tendrían que engañar a Henrique para poder sacarla de ahí, no sabía cómo iba ha hacer para separarla de él, aunque la sacase de esa casa, ¿Cómo iba ha hacer para alejarla de la vista de Henrique? No lo había pensado todo, pero no podía fallar a Gisela. Intentó dormir, pero no podía, abrió la puerta del dormitorio y se asomó, no había nadie por los pasillos de esa mansión, bajó las escaleras, observó fuera con disimulo, había varios hombres vestidos de negro con armas, negó con la cabeza, escaparse iba a ser realmente difícil.
Fernando no podía dormir esa noche, daba vueltas, tenía pesadillas, se levantó sobresaltado y miró a Thais, ella se movió pero no se despertó. Fernando se levantó de la cama y salió a fuera, la noche había refrescado un poco, Fernando cogió el teléfono y buscó en la agenda el número de Gisela, pensó en llamarla, pero al final desistió, no sabía ni si quiera si estaba bien, pero tenía un mal presentimiento:
- Tranquilo Fernando, mañana llamaré a Rafa y a Erica a ver si han averiguado algo acerca de Gisela, no se por qué tengo este mal presentimiento.
Samuel aparcó el coche por la parte de atrás de la casa, paró el coche y lo dejó con las llaves puestas, miró a Rafa, a este se le veía nervioso:
- Por aquí va a ser más fácil entrar, los matones están en la puerta principal, si somos sigilosos podremos entrar sin ser vistos.
Rafa asintió, los dos hombres bajaron del coche y sigilosamente fueron a la verja de la casa, Samuel paró antes de entrar, le ofreció una pistola a Rafa, este miró la pistola y seguidamente a Samuel:
- No te asustes, no la tienes que usar si no es necesario, pero esos hombres de ahí no van a preguntar, van a disparar, yo voy a ir delante para evitarte eso, pero nunca se sabe.
Rafa cogió el arma y se la guardo en el pantalón antes de subir la verja. La verja era alta pero los dos hombres eran ágiles, subieron y cayeron de rodillas sobre las chinas de esa casa, se quedaron por unos instantes parados escuchando, no se oía nada, Samuel miró a Rafa y le hizo un gesto con la cabeza para que siguiesen el camino, corriendo hasta un árbol, Samuel paró con la mano a Rafa, con un gesto le dijo que no hablara, efectivamente había un hombre, a lo lejos vieron cómo salía de una cabaña con una bandeja en las manos, era Juan, los hombres se escondieron, aunque estaban muy lejos para que los viesen y más estando vestidos de negro, Samuel habló en voz baja:
- Es Juan, ¿Has visto que llevaba una bandeja en la mano?
- Sí, allí tienen que tener a alguien, ¿Será Gisela?
- Pues posiblemente, vamos a acercarnos, si estuviese ahí, será súper fácil llevárnosla.
Rafa respiró y asintió, los dos comenzaron a correr hacia la cabaña, una vez cerca de la puerta Samuel miró alrededor, no había nadie cerca, Samuel sacó la pistola y apuntó hacia la entrada de la casa, todavía estaba lejos, pero no podían bajar la guardia, Rafa intentó abrir la cabaña, estaba cerrada con llave:
- Está cerrada con llave.
- Eso definitivamente significa que ahí hay alguien, guárdame las espaldas.
Rafa asintió y sacó la pistola, las manos le temblaban mientras apuntaba a la nada, Samuel sacó un conjunto de ganzúas que llevaba y comenzó a forzar la cerradura, por fin la abrió:
- Ya está, vamos a entrar, cúbreme las espaldas.
- Menudo manejo tienes.
Samuel hizo una mueca que parecía una sonrisa, respiró y entró, a lo lejos vio una silla y en ella había una mujer, no era Gisela, era Jessica, y parecía que estaba bien, Rafa pasó después de Samuel y cerró la puerta. Samuel se acercó deprisa a Jessica después de observar que no había nadie más en esa cabaña. La tocó la cabeza, ella la levantó lentamente, estaba amordazada, los ojos se la iluminaron cuando vio a Samuel:
- Jessica ¿Estás bien?
Ella asintió, Samuel sacó una navaja que llevaba en la bota y le cortó la mordaza, ella hizo un gesto de dolor cuando él se la arrancó, después sonrió:
- Estoy bien, gracias Samuel, desátame por favor.
Samuel comenzó a desatarla, cuando terminó Jessica lo abrazó desesperadamente, comenzó a llorar:
- ¿Qué pasa Jes?
Rafa se acercó a ellos:
- ¿Está bien?
- Parece que si, Jes, ¿Qué ha pasado?
- No se, me dieron algo de beber y de repente aparecí aquí, atada y amordazada.
- ¿Quién te trajo aquí?
- Fue Juan.
Samuel se enfadó, comenzó a dar vueltas por la cabaña:
- Ese...
Jessica se levantó, le tocó el hombro:
- No Samuel, no es lo que piensas, Henrique le mandó deshacerse de mi, pero él no pudo, así que me trajo aquí, para que Henrique no se enterase de que seguía viva.
Rafa al escucharlo se acercó a ellos:
- ¿Por qué Henrique se quiso deshacer de ti?
- No se, yo le he preguntado a Juan, evidentemente no suelta prenda, le dije que si Gisela estaba bien, evidentemente si me han querido alejar de su lado es por algo.
-Eso pienso yo, cuando vine del entierro de mi madre me paso igual, dos hombres armados no me dejaron ni pasar, y Henrique salió y no desaprovecho la oportunidad para humillarme y echarme a la calle.
- Evidentemente lo ha hecho para alejarnos de Gisela, lo que no entiendo es... ¿Qué pretende?
- Jessica... hemos venido a sacarla de aquí.
Jessica abrió los ojos de par en par, negó con la cabeza:
- Os vais a meter en un buen lío, tendríamos que llamar a la policía, chicos... no os arriesguéis así.
- No hay tiempo Jessica, ¿Que va ha hacer la policía?, nada, además Henrique tiene demasiado poder como para sobornar a todos, tenemos que sacar a Gisela, ahora que hemos entrado, no vamos a dar marcha atrás Jessica.
Ella miró a los dos hombres, estaban armados y preparados, evidentemente esto lo habían pensado muy bien, después de pensarlo asintió, tenían que sacar a Gisela de ahí.
Jessica salió de la cabaña con ellos, Samuel iba delante y Rafa detrás de ella, la estaban cubriendo, antes de ir otra vez a la parte de atrás de la casa Samuel paró a Jessica:
- Mejor será que te quedes aquí Jessica, Rafa y yo iremos a por Gisela, es más seguro.
- Pero...
Samuel sacó un cuchillo de su otra bota, iba súper preparado, agarró la mano de Jessica y depositó en ella el cuchillo, después cerró la mano:
- Por si acaso.
Jessica miró su mano con el arma horrorizada, después miró a Samuel:
- Samuel...
- Solo es por si acaso Jessica, la cosa se puede poner fea, espero que no lo tengas que usar, ponte en la zona más oscura y espéranos, si oyes gritos o disparos corre, corre hacia el coche y no mires atrás.
Samuel hizo un gesto a Rafa y este le siguió, los hombres se perdieron en la oscuridad, Jessica se quedó petrificada, con el cuchillo en las manos y muerta de miedo.
César entró en la habitación de Gisela, esta estaba leyendo, ya tenia muy buena cara, cuando vio entrar a César sonrió:
- No puedes dormir por lo que veo.
- La verdad no, pero tú tampoco.
Gisela negó con la cabeza:
- Estoy cansada de estar aquí sentada o tumbada, esa es la verdad, ¿Qué te preocupa?
- Mañana es el día Gisela, y quiero saber... ¿A qué estás dispuesta?
Gisela soltó el libro y se acomodó en la cama:
- ¿A que estoy dispuesta? No entiendo.
César se acercó a ella, la acarició la mano que tenía posada en la cama:
- De aquí saldremos a la clínica, pero evidentemente Henrique va a venir con nosotros, no te va a dejar, tendremos que despistarlo, no sé muy bien cómo lo haremos, pero tenemos que estar preparados para enfrentarnos a él, o a lo que eso conlleve.
- Quieres decir...
- Quiero decir, que posiblemente mis hombres se tengan que enfrentar a él o a sus hombres.
- Yo no quiero que nadie salga herido César y mucho menos tú.
- ¿Yo?
César se acercó a ella, Gisela tocó la cara con sus manos, ese hombre era su salvador:
- Sí tú, te has portado tan bien...no es justo que por mi culpa te pasase algo, no me lo perdonaría.
César no aguanto más, vio en su mirada algo especial, y en su voz algo tierno, seria que algo estaba cambiando entre ellos, no sabía pero no aguanto más. César la besó, Gisela al principio se quedó petrificada, pero después se dejó llevar, ese beso fue diferente a los de Fernando, pero aún así se sintió cómoda. Algo les distrajo, Gisela volvió en si y se alejó, lo miró con los ojos de par en par, el ruido venía de fuera:
- César, ¿has oído lo mismo que yo? ¿Y ese ruido?
- No se... me voy a asomar a ver.
César se levantó y se asomó por la ventana, Gisela se levantó de la cama y le siguió, él la alejó con una mano de la ventana, el ruido volvió a sonar fuera y esta vez no había dudas, eran disparos. César y Gisela se miraron con los ojos como platos:
- César, son disparos.
Él asintió despacio, la agarró de los brazos y la miró a los ojos:
- Vuelve a la cama Gisela, voy a mirar que pasa.
- Ten cuidado por favor.
César salió de la habitación y Gisela después de verlo salir se metió en la cama despacio, qué pasaba fuera, qué estaba pasando.
César se encontró en el pasillo con Henrique, este llevaba una escopeta en la mano, César se quedó paralizado:
- César vete mejor al cuarto con Gisela, han entrado ladrones a la casa, pero ya mis guardaespaldas se están encargando.
- Henrique no cometas tonterías, no te vayas a tomar la justicia por tu mano.
- César no sería la primera vez, tú vigila a Gisela.
César vio como Henrique salía de la casa con el arma en la mano, él se metió en la habitación de Gisela, ella al verlo suspiró:
- ¿Qué pasa?
- Dice Henrique que se han metido unos Ladrones, Gisela, es nuestra oportunidad.
- ¿Cómo?
- Hay que salir de aquí, hay que aprovechar la confusión Gisela, es la mejor opción.
- ¿Cómo lo vamos ha hacer César? Es imposible salir de aquí, tienen que estar en la entrada principal.
- Saldremos por la ventana, es arriesgado, pero podemos hacerlo, espérame aquí, vístete, ponte algo oscuro, nos vamos Gisela.
Ella asintió todavía atónita, César salió de la habitación y con cuidado entró en la habitación de Henrique, miró a los lados, evidentemente no había nadie, César empezó a buscar entre las cosas de Henrique hasta que en el cajón de la cómoda lo vio, César agarró el arma, las balas y salió de allí en dirección a la habitación de Gisela. Entró sin llamar, allí estaba Gisela terminándose de poner la camiseta negra, él al verla se giró:
- Tranquilo César, ya estoy.
César se volvió a girar, Gisela se quedó de piedra al verlo con el arma en las manos metiendo las balas:
- ¿Y ese arma?
- La he cogido de la cómoda de tu marido, no pienses que yo voy por todos lados con un arma.
- Pero la sabes usar, evidentemente.
- Sí, no te lo niego.
- ¿Has matado a alguien?
- Gisela... si seguimos hablando no nos va a dar tiempo a huir, ¿Todavía quieres huir?
Ella asintió con la cabeza, César la ofreció la mano, ella la agarró y se asomaron al balcón:
- Voy a ir bajando y vente detrás mía, ¿De acuerdo?
Ella volvió a asentir, no sabía lo que iba a pasar, pero era su única opción.
Samuel y Rafael habían sido vistos, los dos hombres estaban detrás de la casa disparando, los guardaespaldas estaban alejando también disparando, a esos dos hombres se había unido un tercero, era Henrique que había salido con una escopeta:
- ¿Cómo vamos a salir de aquí Samuel?
- No se... pero tengo otra opción.
Samuel sacó explosivos de la mochila que llevaba, Rafa abrió los ojos como platos:
- Estás preparado por lo que veo.
- Sabía que la cosa se podía complicar, tenía que venir preparado, esto es solamente para despistar, no hay suficiente dinamita como para volar la casa, solamente habrá un pequeño derrumbe y una explosión lo suficiente para que podamos huir de aquí.
- ¿Y Gisela?
- Recemos que con la explosión pueda escapar, no podemos acercarnos más a donde ella está, si nos acercamos moriremos y posiblemente muera ella también.
- Está bien.
Jessica llegó a donde estaban ellos por la otra parte:
- Jessica prepárate para correr cuando yo lo diga.
Samuel comenzó a poner los explosivos Rafa le cubría disparando a esos hombres que parecía que se acercaban a la orden de Henrique, por fin dio a uno, uno de los guardaespaldas cayó al suelo tras un disparo de Rafael.
César había llegado ya al suelo, miró a los lados, a lo lejos se veía a Henrique con la escopeta escondido, uno de sus guardaespaldas estaba apuntando a los supuestos Ladrones y otro de los guardaespaldas estaba en el suelo, dos hombres de negro acompañados de una mujer estaban más cerca de ellos, pero con el ruido de los disparos pasaban desapercibidos, César habló en voz baja:
- Gisela ¿Estás bien? Tienes que bajar ya, no sé el tiempo que estarán entretenidos.
Gisela sentía vértigo, empezó a encontrarse un poco mareada, de repente algo sonó, una explosión se escuchó, habían volado el balcón en el que ella estaba, Gisela saltó por los aires, César también salió disparado.
Rafael, Samuel y Jessica salieron corriendo un poco antes de la explosión, los dos hombres habían salido volando después de la explosión. Saltaron la verja, y se montaron en el coche que habían dejado con las llaves puestas. El coche arrancó e iban en silencio los tres, de repente Jessica habló:
- ¿Han muerto?
- No lo se, pensaba que la explosión no era para tanto.
- Pues si ha sido para tanto Samuel, dijiste que era poco, lo suficiente para salir corriendo y escapar.
Samuel paró el coche en seco y los miró:
- Ha sido más porque tanto Henrique como el otro hombre se estaban acercando a ellos, por eso han salido por los aires, de todas formas eran ellos o nosotros, ojalá y hayan muerto, así Gisela podrá escapar, mañana sabremos lo que ha pasado con ellos.
César estaba herido, se había golpeado una costilla con una roca al caer, se movía despacio, miró a su alrededor, había muchos trozos de el balcón por todo su alrededor, de repente se acordó, Gisela no había llegado a saltar, ella estaba en ese balcón.
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Como te imaginé
RomanceGisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...