César miró la reacción de Elisa, estaba pálida y apuntó de romper a llorar, la agarró de la mano fuerte, para hacerla sentir que estaba ahí:
- Pero... eso es momentáneo ¿no? Digo... si dices que es hace dos años más o menos que le pasa.
- Sí, eso creemos, sus padres le dejaron en un internado cuando tenía seis años. Su padre fue alguna vez a visitarlo pero su madre nunca, creemos que se lo querían quitar del medio. La madre falleció una noche, dicen que fue violencia de género, el padre estaba en busca y captura y... bueno... se precipitó al vacío en una de las persecuciones, así que se quedó huérfano.
Elisa comenzó a llorar, no podía aguantar más:
- La madre no se quiso deshacer de él, eso no es cierto.
Débora la miró con los ojos entrecerrados, y seguidamente miró a César que tragaba saliva como podía:
- Eso es lo que tenemos entendido nosotros, yo solo informo.
Elisa iba ha hablar cuando César la dio un abrazo para callarla, la habló al odio en bajo:
- Tranquila, no podemos levantar sospechas, acuérdate.
Se giró y siguió hablando a Débora:
- La cuesta mucho creer que una madre haya podido hacer algo así, se involucra mucho con el dolor ajeno.
- Entiendo.
Débora siguió hablando, pero Elisa no la estaba escuchando, solo pensaba en lo que acababa de escuchar, su hijo, no hablaba. Por fin habló y dejó a las otras dos personas mirándola fijamente:
- Pero eso no fue lo que se habló.
- ¿Perdona?
- Se supone que íbamos a conocer a todos los niños, no entiendo que no estén todos, en ningún momento nos dijeron que había alguno en fase de acoplamiento.
- Señorita... es que cada día van cambiando las situaciones, igual mañana vienes y ya han adoptado a algún niño que ha visto hoy.
César salió en defensa de ella, después de mirarla con los ojos como platos:
- ¿Y si nosotros estuviésemos interesados en adoptar al niño que no está?
Débora se quedó sin saber que decir, no entendía lo que la pareja quería:
- La verdad... no entiendo. Quiero decir... les he mostrado a varios niños, ¿Por qué Justo el que no ven?
- Nos a conmovido su historia, creemos que en nuestra casa se sentiría como en su casa.
- Todos estos niños merecen un hogar, podrían adoptar a otro.
- Bueno... si no se puede... no hay problema, solo era una pregunta.
- Sí se puede, simplemente quiero que entendáis que va a ser más complicado, porque la familia que lo quiere adoptar ya ha avanzado.
- ¿O sea que hay posibilidades?
- Sí, en caso de que el niño no se adapte a la familia, pero no es un niño complicado.
- Bueno... esperaremos a ver qué pasa, mañana es nuestra boda, así que pronto vendremos a tramitar la adopción.
- Perfecto.
Débora dio la mano a Elisa y seguidamente se la dio a César, había complicidad entre ellos, esa era la verdad. Finalmente Débora prosiguió su camino, César miró a Elisa, ella comenzó a llorar:
- Perdón.
César la abrazó con ternura, cuando ya estaba más calmada salieron fuera de la mano.
Una vez ya cerca del coche de Elisa pararon, Elisa parecía más tranquila, aunque todavía tenía lágrimas en los ojos:
- ¿Estás mejor?
- Bueno... ¿Qué te digo? Ya no se ni como estoy. Quiero pedirte perdón, me he comportado fatal, sino llega a ser por ti...
- No me pidas perdón, me pongo en tu piel y... tiene que ser horrible.
- ¿Has escuchado? Mi hijo... no habla, y dicen que lo abandoné.
- No pienses así, ellos hablan sin saber, ella solo habla lo que la han contado, si supiese la historia hablaría diferente.
- Pero no la puede saber... esto va a salir mal César, lo sé, lo siento.
- ¿Qué propones?
- Creo que voy a decir la verdad... voy a decir que soy Gisela.
César abrió los ojos como platos, negaba con la cabeza mientras veía en los ojos de ella que estaba hablando enserio:
- Eso no puede ser, te meterán en la cárcel, ¿Cómo vas a recuperar a Ivan ahí dentro?
- Me defenderé, diré la verdad... Henrique me tenía retenida, mató a mi bebé y... casi me deja morir. Tuve que huir porque él vendría a por mí.
- Pero... tú fuiste quien se hizo pasar por muerta, quien cambió de identidad, ya hablamos de esto antes... ¿Qué es lo que quieres? Mañana es nuestra boda... vamos a casa, te tranquilizas, y... bueno... piensas en frío.
Elisa negaba con la cabeza, tragó saliva como pudo:
- ¿No quieres casarte? Ya tenemos todo Elisa.
- No se lo que quiero César, ahora tengo la cabeza en la luna, no se que va a ser de mi vida. Veía muy claro tu plan, pero después de lo que hemos vivido ahí dentro, ya no tengo claro nada.
César se acercó a ella, estaba triste, sabía que no la tenía, pero sentía que la estaba perdiendo. Apoyó su frente en la de ella:
- Ven a casa.
- Lo siento César, necesito pensar, necesito estar sola. Me voy a ir a un hotel, mañana nos vemos.
Elisa abrió el coche y cuando estaba apunto de entrar él la agarró el brazo, ella lo miró:
- ¿Nos vamos a ver mañana?
Ella lo miró a los ojos, ¿Qué iba ha hacer? No tenía idea, tenía a ese hombre perfecto delante de ella, mañana era él día de su boda, pero ella no tenía nada claro. Solo asintió y se subió en el coche. Mientras lágrimas recorrían su cara, arrancó el coche y salió viendo por el retrovisor a César, ahí parado mirando como ella se iba.
Erica había estado en el almacén con unos proveedores, mientras Samuel y Rafa se encargaban de los clientes. Cuando ya acabó salió a despedir a los proveedores y reparó en Samuel, después buscó a Rafa, no le veía, se empezó a angustiar. Finalmente se acercó a Samuel:
- ¿Dónde está Rafa?
- Salió, me dijo que tenía algo importante que hacer.
- No.
Erica abrió los ojos como platos mientras negaba con la cabeza. Samuel la miró extrañada:
- ¿Qué pasa?
Erica levantó su mando indicándole que se esperará, busco el móvil a toda prisa en su bolsillo. Finalmente lo encontró y marcó, después de varios tonos Rafa no contestaba:
- No contesta.
- ¿Qué pasa Erica?
- ¿Puedes hacerte cargo del bar?
- Sí claro.
Erica asintió y dejó el delantal en la barra, después salió corriendo por la puerta. Samuel rodeó los ojos y siguió atendiendo a la gente.
Fernando estaba llegando de trabajar, no había vuelto a ver a Gisela desde que discutió con ella en esa sala. Alguien le sacó de sus pensamientos, Rafa estaba en la puerta de su casa, apoyado en la pared, Fernando frunció el ceño:
- ¿Rafa?
- Hola... Fernando tengo que hablar contigo.
- Sí claro, vamos a pasar a casa y me cuentas.
- Prefiero que no, prefiero hablar en otro lado, Erica no tardará en venir a buscarme y no quiero que me interrumpa nadie.
Fernando lo miró extrañado, no entendía que estaba pasando. Se encogió de hombros:
- Vale, ¿Dónde vamos?
- Vamos dando un paseo, por ejemplo.
Fernando asintió y empezó a caminar al lado de su amigo, cuando ya estaban un poco alejados de su casa se empezaba a desesperar:
- Rafa, habla ya, me tienes de los nervios.
Rafa paró y lo miró, se veía angustiado, nervioso:
- El otro día me perdonaste, pero quiero ser totalmente sincero contigo, porque... no he sido del todo sincero.
- Pues habla.
- Cuando decidiste casarte con Thais... Gisela te quería decir algo ¿Te acuerdas?
- Sí, claro, pero nunca me lo dijo, ¿Tú sabes que me quería decir?
- Sí, te quería decir que estaba embarazada.
Fernando sintió una punzada en el estómago, que estaba diciendo Rafa, sintió un ahogo instantáneo, lo miró, negaba con la cabeza:
- Me enteré cuando ella estaba en la casa de Erica, las escuché por casualidad.
Fernando se enfadó, pegó un puñetazo a un árbol que había cerca, enseguida se agarró la mano con muecas de dolor:
- ¿Por qué no me dijiste nada?
- Porque ella me pidió que no lo hiciera, te ibas a casar y ella no quería que te quedases con ella por caridad. Aparte estaba Henrique de por medio, ¿Que creías que iba a pasar? ¿Pensabas que os iba a dejar ser feliz sin más?
- Siempre ese desgraciado... pero me lo teníais que haber dicho... ¿Qué pasó? ¿Qué pasó con el bebé? Con mi hijo...
- Lo perdió Fer... Por eso Henrique se deshizo de Jessica y de Samuel, porque... quería ocuparse él. La tiró por las escaleras, Gisela perdió el bebé.
Fernando negaba con la cabeza y comenzó a llorar, ya no podía más, tenía una fuerte presión en el pecho. Se sentía hundido en ese momento, se apoyó en el árbol y Rafa le agarró del otro brazo:
- Lo siento amigo, te lo tenía que decir, lo tenías que saber.
Alguien llamaba como loca a la puerta, Thais estaba con la niña en la cama, la dejó dormida y con mala cara fue a la puerta. Seguían llamando como locos, ella se asustó y agarró un paraguas que tenía cerca de la puerta. Abrió esta con el paraguas levantado, vio a Erica, estaba sofocada y miraba por dentro de la casa, casi sin prestar atención a Thais:
- ¿Estás loca? ¿Por qué llamas así?
- Necesito hablar con Fernando, ¿Dónde está?
- Eso me gustaría saber, porque no le he visto, no ha venido a casa.
- ¿Segura? ¿Y Rafa?
- Yo que se, definitivamente estás loca, él es tu novio, ¿no?
- Sí, voy a buscarlos.
Thais la agarró del brazo, Erica se giró y se soltó de mala gana:
- ¿Qué pasa? ¿Por qué estás así?
- No te importa.
Se soltó y salió corriendo. Estuvo un tiempo buscándolos y no les vio, a la desesperada después de llamar a Rafa y a Fernando y no contestarla, marcó a Gisela, ella vio el nombre del contacto, contestó:
- ¿Qué pasa Erica?
- Gis... por casualidad... ¿Has visto a Fer?
- No, me fui temprano del trabajo, tuve una reunión.
- ¿Estás en tu casa?
- No... necesitaba estar sola, ha sido un día difícil, bueno... mi vida es difícil en sí.
Llegó la noche, César apareció en su casa, iba ebrio, había estado toda la tarde bebiendo. Elena lo vio, se tambaleaba, Elena lo sujetó:
- César, ¿Qué pasa? ¿Y Elisa?
- Eso me gustaría saber a mí.
- Tú... -Lo dejó caer en el sofá- Hoy tenias que ir con ella al orfanato.
- Sí, pero ahí me dejó, no quiere casarse, dice que va a decir la verdad.
- ¿Cómo?¿Dónde está?
Se encogió de hombros, estaba muy ebrio:
- Quería pensar, se iba a un hotel.
Pensó en preguntarle qué había pasado, pero César estaba muy borracho, se quedó en el sofá con los ojos cerrados.
Elisa estaba en la habitación del hotel, era un sitio sencillo. Se quitó los zapatos y se tumbó en la enorme cama de sábanas blancas. Miraba al techo, pensaba, en su hijo, en la boda, en Fernando:
- ¿Qué voy ha hacer con mi vida Dios? Necesito una señal, algo que me digas, por favor- puso las manos juntas- guíame un camino.
Cerró los ojos de nuevo y llamaron a la puerta. Ella se sobresaltó, se puso de lado mirando a la puerta. Volvieron a llamar, se levantó despacio, se colocó la camiseta y se acercó a la puerta, apoyó su mano en el pomo y tras secarse las lágrimas abrió. Sus ojos se abrieron como platos al ver al hombre de ojos azules que tenía enfrente. Fernando estaba ahí parado, mirándola, con los ojos llenos de lágrimas. Elisa se preocupó, le agarró la mano:
- Fer, ¿Qué pasa?
Él no la contestó, simplemente la abrazó, Elisa definitivamente no entendía nada, pero necesitaba ese abrazo, su sentido olfativo se llenó de su olor, era sutil pero a la vez fuerte y envolvente, a ella la encantaba que se quedara impregnado en su piel.
Se separaron tras unos segundos en ese estado, Fernando parecía algo más tranquilo, la miró:
- Necesitaba hablar contigo, tenerte cerca.
Ella asintió, le agarró de la mano y le hizo pasar a la habitación, tras ella cerró la puerta:
- Gis... ¿Por qué no me dijiste que estabas embarazada? Que íbamos a ser padres.
Elisa abrió la boca sin creerse lo que la estaba diciendo, apartó la mirada sin saber que decir. Fernando la agarró la cara con cuidado:
- Mírame, por favor. Necesito saber.
- ¿Cómo te has enterado?
- Eso no importa Gisela, importa el por qué no me lo dijiste. Merecía saberlo, ¿Tan malo he sido para que me ocultes algo así?
Elisa se vino abajo, él no había sido malo todo lo contrario, sintió un vuelco en el corazón. Le dolió tanto esa pregunta de Fernando que se lo hizo saber:
- No pienses eso, nada que ver. Fernando te lo iba ha decir cuando me dijiste que te ibas a casar, ¿Qué esperabas?
- ¿Me lo ibas a decir alguna vez? Aunque no fuese en ese momento, yo hubiese dejado todo por ti, lo sabes.
- Eso era lo que no quería, tú te ibas a casar porque así lo decidiste y tuviste tus razones. Te lo iba a decir, pero necesitaba deshacerme de Henrique.
- Él mató a nuestro bebé. Ese hijo de...
Elisa puso un dedo en sus labios, evitando así que pronunciase esa palabra:
- Fer, lo que más deseaba era tener ese bebé, una parte de ti y de mi. De este amor que nos tuvimos, lo deseaba con todas mis ganas.
Fernando apoyó su frente en la de ella, quería hacerla sentir que estaba ahí, para ella. Después la miró a los ojos:
- ¿Nos tuvimos?, yo todavía te amo, siento este amor vivo como el primer día.
Agarró su mano y la depositó en su pecho, Elisa pudo sentir los latidos de su corazón. Ella sonrió, no pudo evitarlo:
- Yo también te amo Fer, no he podido dejar de pensar en ti ni un segundo, nunca voy a dejar de sentir esto.
- Estamos destinados, aunque tú no lo quieras ver, siempre vamos a estar unidos.
- ¿Crees que para mí esto es fácil? ¿Que no tengo ganas de correr a tus brazos y desaparecer contigo hasta el fin del mundo? Pero... hay más gente implicada en esto, nuestros hijos... Thais, César.
- César... tardabas en decirlo, mañana te casas ¿Que haces aquí? ¿Qué haces que no estas con tu futuro marido? ¿Ya has sido suya?
- Yo no lo amo, y él lo sabe, en ningún momento le he creado falsas esperanzas, como me imagino que tú si has hecho con Thais. ¿O me vas ha decir que tú no te has acostado con ella en todo este tiempo?
Fernando agachó la mirada, Elisa negó con la cabeza:
- No hace falta que contestes, porque sé perfectamente cuál es la respuesta. Pero yo no he sido de otro después de ti. No he estado con nadie más, no puedo.
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Como te imaginé
RomanceGisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...