No te cases

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Elisa se había puesto el pijama para ir a dormir, la cena después del incidente había sido muy incómoda. Apenas habían hablado, alguien llamó a la puerta, Elisa comenzó a ponerse nerviosa, ¿Sería César? Pensó:
- ¿Si?
- ¿Puedo pasar?
Era Elena, Elisa respiró aliviada y asintió:
- Sí claro pasa.
Elena pasó, pero esta vez sin su sonrisa, parecía que ya no era eterna. Elisa estaba avergonzada y casi no la podía mirar:
- Siento lo que vistes Elena.
Ella negó con la cabeza:
- En otra condición no hubiese intervenido, pero pensé que lo necesitabas.
Elisa volvió a mirar al suelo, sentía que las mejillas la ardían, Elena se acercó a ella y la levantó la barbilla:
- No te pongas así, no te tiene que dar vergüenza.
- En realidad te agradezco que hayas aparecido, Elena... César es un encanto, el hombre que cualquier mujer desearía...
- Pero no lo amas.
Elisa abrió los ojos como platos, comenzó a moverse por la habitación, Elena soltó una carcajada:
- Elisa, no hace falta que me digas nada si no quieres, yo sé exactamente qué no lo amas y él también lo sabe.
- Elena, yo quiero quererle, y siento que le quiero, pero... no te puedo mentir, cuando he vuelto a ver a Fernando he sabido que a quien amo es a él, que no se puede comparar los sentimientos, no puedo.
- Lo se mi niña y no te culpo, que más quisiese yo que os amaséis, pero si no se puede no se puede.
- Yo estoy con él y me voy a casar con él. Se que... tarde o temprano tendré que cumplirle, lo tengo presente.
- Mi niña, eso no tiene que ser una obligación, si no te sale mejor que sea que no. Recuérdalo siempre.
Elisa asintió y la sonrió, esas palabras de Elena la estaban haciendo reflexionar, no se puede obligar a nada.
Fermín despertó a las tres de la mañana, tenía que hablar con Henrique, le iba a dar nuevas indicaciones. Fermín puso el ordenador en la cama y desde allí se conectó, a los segundos apareció Henrique en ella:
- ¿Cómo va mi empresa?
- Pues va que no es poco, ayer tuve una reunión con los accionistas e insinuaron que tenías negocios turbios, he intentado por todos los medios hablar con los abogados y ocultar todo, pero me está resultando difícil.
- Tú tranquilo, de los accionistas me ocupo yo, ¿Cómo va mi querida esposa?
- Parece que está nerviosa por algo, pero no se bien porque.
- ¿Sigue estando con César?
- Sí, ya sabes que se van a casar.
- Pues habrá que darles motivos para que se casen lo antes posible.
- ¿Qué quieres decir?
- Mañana lo sabrás, descansa lo que te queda.
Colgó, su imagen desapareció de la pantalla, Fermín se quedó pensativo mientras bajaba la pantalla del ordenador:
- ¿Qué tendrá planeado?
Fermín no quiso contarle que el amante de Elisa había aparecido, tenía que observarla más, no sabía por qué sentía curiosidad por ella.
Elisa había llegado a la oficina temprano, tenía varias cosas que terminar del día anterior, sin contar con que no se quería encontrar a César, antes tenía que pensar.
Entró en el despacho, estaba todo a oscuras, todavía era muy pronto y estaba amaneciendo. Pasó y fue directamente a abrir las persianas, entró algo de luz. Dejó el bolso encima de la mesa y la puerta se cerró de golpe, ella se asustó y al mirar hacia ella vio a un hombre, estaba parado mirándola, se asustó, pero cuando el hombre se acercó pudo ver que era Fernando. Ella respiró aliviada, la parecía un sueño verlo ahí, simplemente mirándola con esos ojos azules como el mar. Fernando tenía una sonrisa pícara y se acercaba a ella despacio:
- ¿Qué haces aquí Fernando?
- Necesitaba verte, sabía que ibas a llegar temprano, que te pasa lo mismo que a mí.
- No entiendo.
Fernando se acercó más, apartó la silla y antes de que ella se pudiese escapar ya le tenía encima:
- Después del beso de ayer... tú estuviste toda la tarde pensando en ello y apenas pudiste dormir, porque no parabas de desear otro y lo sé porque a mi me pasa igual.
- Pero no puede ser.
- Deja de decir eso, ¿Por qué huyes de lo que sientes?
Elisa bajó la mirada de sus ojos hasta su boca, no aguantaba más, agarró el cuello con una de sus manos y lo besó. Paró unos segundos para respirar y volvió el beso, esta vez Elisa ando hasta la pared al compás de él:
- No puedo sacarte de mi cabeza.
- No te cases, no te cases.
Puso sus manos a ambos lados de la cara y la volvió a besar, la devoraba. Sus besos bajaron por el cuello de ella, Elisa comenzó a sentir mil sensaciones, esos besos eran los que ella quería, ningunos más. Ella sintió una explosión y comenzó a quitar el jersey que él llevaba, y prosiguió desabrochando la camisa, él empezó a quitarle a ella la chaqueta militar , la ropa calló al suelo. Siguió agarrándola la cara, esta vez más del cuello, no quería soltarla por nada del mundo, sus besos eran apasionados, siguieron caminando al compás y la espalda de ella tocó la pared, pero no querían separarse por nada del mundo. Fernando volvió a bajar por su cuello, ella se estremecía, sentía todo de golpe. Elisa bajó sus manos y siguió desabrochando la camisa de él hasta que calló al suelo, después reparó otra vez en sus ojos, sus besos, sus manos se perdían entre su pelo dorado. Él bajó las manos para acariciar el vientre de ella, era suave, la necesitaba, la quería.
Se escucharon voces en el pasillo, la gente estaba llegando, Elisa se separó e intentó respirar como pudo, enseguida se dio cuenta de que, sin saber como, estaba en sujetador ante Fernando, ¿Cuándo le había quitado la camiseta? Pensó ella. Fernando al verla también agarró sus cosas y se vistió. Elisa se acariciaba la cara con preocupación, negaba con la cabeza y sentía ganas de llorar, sin saber muy bien por qué. Fernando se acercó a ella sonriendo, pero ella dio un paso atrás:
- Fernando, esto no puede ser, no te puedes presentar aquí, este no es el lugar.
- ¿Y cuál es el lugar?
- Ninguno, Fernando ya hablamos de esto ayer, no está bien, y no quiero volver a repetirlo.
- Ya me dijo Erica que te ibas a casar por tu hijo, se que no te casas por amor.
- Pues entonces ya sabrás que por nada del mundo voy a cambiar de opinión.
- Pero... Me has besado tú.
- Porque me confundes, Fernando no podemos estar a solas, no podemos estar juntos, me desvío del camino y eso no puede ser.
- ¿No te cansas? Nunca haces lo que tú quieres, llevas toda la vida haciendo lo que los demás quieren, déjate querer, deja que sea yo el que te ayude.
Ella soltó una risa burlona, después lo miró con furia:
- ¿Tú? ¿Tú me vas a ayudar?, no me hagas reír Fernando. Nunca me has ayudado, me dejaste tirada.
- Sabes porque lo hice, te lo expliqué mil veces, ¿Crees que lo hice aposta?
- Ya me da igual porque lo hicieras, lo que quiero es que salgas de mi despacho, y que no vengas mas. No te quiero cerca Fernando, y te estoy hablando enserio.
Fernando se quedó parado mirándola, le miraba con furia, con rabia, estaba hablando enserio, o eso parecía. Él quería abrazarla, pero sabía que no era lo correcto, así que agarró su jersey y salió por la puerta. Elisa dio un golpe con su puño en la mesa, estaba furiosa por lo que acababa de hacer, no quería tratarlo mal, pero estaba dolida con él y lo mejor era tenerlo lejos, sino no iba a poder con esto.
César estaba con una paciente en la consulta cuando alguien llamó a la puerta. Él frunció el ceño extrañado, tras pedir disculpas a la paciente y asegurarla que esto no solía pasar, dio el paso. Su secretaria con cara de susto asomó la cabeza en la consulta:
- ¿Qué pasa? Estoy con una paciente.
- Lo siento, insisten en hablar con usted, dicen que es importante.
- ¿Quién es?
- Daniel.
César asintió y pidió disculpas a la paciente por ausentarse unos minutos de la consulta, salió al pasillo:
- Gracias.
Agarró el teléfono y hablando en bajo contestó, sabía que si era Daniel era importante:
- ¿Qué pasa Daniel?
- Siento interrumpirte, peor es importante.
- Me imagino, si has insistido...
- César, hay una pareja interesada en adoptar a Ivan, ya han ido a conocer al niño, están muy interesados.
- ¿Qué? ¿Ya? Si ni siquiera hemos podido contactar con él, llevo desde que volvimos de Bali pidiendo cita para verlo, ¿Cómo lo han hecho ellos?
- No lo se, pero... van a empezar la fase de acoplamiento.
- ¿Qué? No puede ser, se han saltado un montón de pasos.
- Voy a reclamar, pero es mejor que vayan a verlo lo antes posible. Ya tengo el lugar donde está y ya he concretado la cita.
- Voy ha hablar con Elisa, gracias.
Colgó preocupado, no podía creer lo que le había dicho Daniel. Se sentía desconsolado y apunto de estallar.
Jessica estaba fregando el suelo de la cocina, cuando la puerta de la entrada se abrió, Jessica miró, era Erica:
- Qué pronto viniste, ¿A pasado algo?
- No, dejé a Rafa y a Samuel a cargo, porque quería hablar contigo.
Jessica paró de fregar, y la miró todavía apoyada en el palo:
- ¿Conmigo? ¿Qué pasó?
- Bueno en realidad más que hablar tengo una sorpresa.
Jessica abrió los ojos chistosa, soltó una pequeña carcajada:
- ¿Una sorpresa? ¿Qué pasa Erica?
Erica no contestó, se limitó a apartarse de la puerta y dejar paso a alguien, Jessica borró la sonrisa de su cara despacio, su semblante ahora era de sorpresa, era Gisela, la tenía enfrente y no se lo podía creer. Se puso una mano en la boca, sentía que el corazón se la iba a salir, comenzó a derramar alguna lágrima, que salía sola, esta vez era de alegría:
- Hola Jes, ¿Cómo estás?
- No puede ser.
Erica interrumpió el momento:
- Sí Jessica, es ella.
- Está viva. Gisela estas viva.
Elisa mostró una sonrisa de oreja a oreja, fue corriendo a abrazar a Jessica, la había echado tanto de menos, que ese abrazó la supo a gloria, era hermoso y cálido. Erica miró desde la puerta la estampa, era hermosa, sabía que se habían necesitado mucho la una a la otra. Jessica finalmente se apartó un poco y tocó la cara de ella, necesitaba sentirla, saber que era real:
- No me lo puedo creer, mi niña, estás aquí.
- Sí mi Jes, te he echado muchísimo de menos, no te puedes imaginar cuánto.
- Me lo puedo imaginar, porque yo te he echado mucho más de menos Gis.
- Necesito pedirte perdón.
- ¿Perdón por qué?
- Porque se que habéis sufrido por mi falsa muerte.
Jessica y Elisa se sentaron en el sofá y hablaron de todo lo ocurrido en estos dos años. Mientras Erica preparaba té. Finalmente se sentó con ellas, las miraba encantada, sentía que lo podía parar de sonreír:
- Mi niña, que mal lo has pasado y yo no he estado a tu lado.
- Bastante hiciste por mi Jes, no me puedo creer que Henrique te mandase matar, era lo peor.
- Bueno... gracias que ya no está para hacernos daño.
- Ya hizo bastante.
- Ahora nos vamos a poder ver más a menudo, yo te necesito Gis.
- Claro que si, lo único que ahora me llamo Elisa, yo se que cuesta, pero... ahora es mi nombre.
- Lo intentaré.
Las tres se reían, pero la melodía del teléfono de Elisa interrumpió las carcajadas. Ella miró el contacto, era César:
- Perdonad, tengo que contestar.
Las dos mujeres asintieron y Elisa fue aparte a contestar:
- Hola César.
- Hola, ¿Podríamos vernos? ¿O estás muy ocupada?
- ¿A pasado algo?
- Es importante.
- De acuerdo, voy para casa entonces, ¿Nos vemos allí?
- Sí, yo ya voy de camino.
Colgó, se había quedado mirando a la nada, estaba preocupada, ¿Qué era tan importante?, Erica se acercó a ella:
- ¿Pasa algo?
- Me tengo que ir chicas.
Se acercó a Jessica, la agarró de las manos y le dio un beso tierno en la mejilla, Jessica sonreía todavía con los ojos brillosos:
- Nos vemos Jessica, te quiero mucho.
- Yo también te quiero mi niña, me alegro montones que estés bien, y que estés aquí.
- Nos vemos pronto ¿vale?
Jessica asintió y se abrazaron, Erica al ver la escena las abrazó a las dos.
Elisa llegó a la casa asustada, la temblaba todo el cuerpo sin saber bien lo que le iba ha decir. Aparcó el coche en la entrada y pasó hasta el despacho de César, Elena la había dicho que estaba allí. La puerta estaba abierta, pasó y allí lo vio, estaba parado mirándola, su cara estaba pálida, su rostro angustiado, no sabía que decirle, se asustó, se acercó a él:
- ¿Qué pasa César? Me tienes preocupada.
- Pasa que... me ha llamado Daniel.
Elisa comenzó a respirar con dificultad, sabía que cuando Daniel llamaba es que algo pasaba, pensó en su hijo, y comenzó a negar con la cabeza, un nudo se alojó en su garganta:
- Mi hijo... ¿Qué pasa?
César respiró hondo, estaba cabreado con él mismo por no haber manejado bien la situación:
- Hay una familia interesada en adoptarlo.

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