Vuelta

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Elisa sentía que no podía respirar, era la primera persona, diferente a César y Elena que se había encontrado nada más llegar a Madrid. Y ya la habían descubierto, ella se sentía extraña, no sabía que decir ni que hacer. Así que fue él quien volvió ha hablar:
- ¿No vas a decir nada?
Elisa por fin se giró, lo miró con el ceño fruncido, respiró hondo y decidió hablar:
- De verdad, no se quien eres, no se quien es Henrique y mucho menos se quien es Gisela.
Mintió, estaba nerviosa aunque intentaba que no se diese cuenta, él parecía no escucharla y seguía hablando:
- Mi padre nunca se quiso hacer cargo de mí, mi madre no era de dinero sabes, era la hija de la sirviente, otra sirvienta más. Mi abuelo la ofreció dinero para que se alejase de mi padre, según mi abuelo quería algo mejor para él. Como eso no funcionó la amenazó, así que mi madre tuvo que escapar en cuanto yo nací. Mi padre jamás me ha querido dar su apellido, yo pienso que fue un cobarde, así que he tenido que estar escondido todo este tiempo, sin decir que él era mi padre.
Él respiró por unos segundos, después se la quedó mirando, esperaba contestación y Elisa tenía que pensar rápido, sino él iba a sospechar. Intentó cambiar su rostro y hasta soltó una risita despreocupada, aunque más que despreocupada parecía una risita nerviosa:
- No se por qué me cuentas todo esto.
- Te lo cuento básicamente porque necesitas saberlo, porque sé que luego se casó contigo y que tiene otro hijo, al cual si le ha dado su apellido. La verdad tenía ganas de conocerte, quería conocer a la mujer que le hizo perder la cabeza, porque tú tampoco eres de clase alta, pero claro para cuando te conoció a ti mi abuelo ya no vivía.
- Te repito que no soy quien tú crees, te estás confundiendo.
- ¿Sabes que pasa?, que cuando mi padre murió me dejó ante el notario una carta, y en esa carta me explicaba todo y me decía que le habían acusado de asesinato. De tú asesinato, pero que evidentemente tú no habías muerto, que te habías fugado con su amigo César, el doctor, y que no sabía dónde estabas. Y antes de que digas nada, me dijo que te habías cambiado el nombre a Elisa Caballero, ¿Pensabas que él no te iba a encontrar?, hicisteis bien en decir que él te había matado, así la policía lo iba a tener vigilado, pero tu nueva identidad la sabía desde el principio.
Elisa sentía que la empezaba a faltar el aire, sentía que se iba a desmayar, todo lo que le estaba contando ese hombre era demasiada información. Él agarró la silla del despacho y se la ofreció, ella lo miró y después miró la silla, finalmente se sentó:
- Veo que no vas a decir nada, ¿A caso no me crees?
- No es que no te crea, es que no se de que me estás hablando.
Él soltó una carcajada, evidentemente no la creía, ella miró al suelo y respiró hondo. Se levantó y se disculpó ante Fermín:
- Perdóname un minuto, que tengo que mirar... una cosa... ahora vengo, te quedas en tu casa.
Salió de allí casi corriendo, la respiración la tenía entrecortada, fue rápido a la parte de fuera de la casa, allí seguían Elena y César. Este cuando la vio llegar se levantó deprisa, su cara era de preocupación:
- ¿Quién era Elisa? Te has tirado un buen rato con él.
- No si todavía no se ha ido, lo he dejado un minutito.
- ¿Qué pasa? Te noto nerviosa.
- César ese hombre es el hijo de Henrique.
- ¿Qué? Henrique no tenía hijos, bueno... Aparte de Ivan claro.
- Me ha contado toda su historia, y lo peor de todo es que sabe que no soy Elisa sino que soy Gisela, lo sabe.
César se acercó a ella y la agarró las manos para tranquilizarla, ella empezó a sentir hiperventilación, negó con la cabeza:
- ¿Qué hago?
- Niégaselo.
- Se lo he negado mil veces, no he hecho otra cosa, pero insiste, no me cree, dice que tiene pruebas.
- ¿Y qué es lo que busca?
- Según él conocerme, no se, no me ha dicho nada más.
- Tranquila, ¿Quieres que te acompañe?
- Por favor.
Ellos caminaron de nuevo al despacho, Elisa empezó a estar más tranquila al llevar a César con ella. Por fin llegaron y Fermín los miró con una sonrisa irónica:
- César te presento a Fermín, por lo visto es hijo de un tal Henrique.
- Encantado.
Fermín extendió su mano, César se la agarró enseguida, mientras,lo miraba fijamente a los ojos. Realmente se parecía a Henrique:
- Encantado, dices que eres el hijo de Henrique, pero él nunca comentó nada.
- Porque era un desgraciando al igual que mi abuelo, ya le conté toda la historia a... tú prometida.
- ¿Qué es lo que buscas?
- Como ya he explicado, mi padre me dejó una carta, en ella me decía que os habíais fugado después de culparlo a él de asesinar a su mujer, evidentemente su mujer no está muerta, lo único que se hace llamar Elisa Caballero, o sea que es ella, Gisela Álvarez.
- Eso no es cierto, ella no es Gisela, ella murió aquel día, yo estaba allí.
- ¿Si? ¿Entonces no te importará hacerte una prueba de ADN no?
Elisa ya comenzó a estar harta, no le conocía de nada y dudaba de todo:
- No me tengo que hacer una prueba de ADN, porque no soy Gisela y no lo voy a decir mas veces.
- Yo no quiero problemas, solo digo las cosas porque quiero que entendáis que podéis confiar en mi. Que mi padre me ha dejado la empresa a mi cargo, bueno rectifico a mí y a mi hermano. Evidentemente él no puede dirigir su parte, así que su madre se tendría que hacer cargo.
Elisa estaba nerviosa, sentía que lo iba a golpear por seguir insistiendo, pero en ese momento César puso su mano delante, ella lo miró y él la hizo un gesto con la cabeza indicándola que le dejase a él:
- ¿Qué es lo que quieres exactamente? Para ti es mucho más fácil mirar a otro lado y quedarte con todo el imperio de tu padre, ya que por fin te ha reconocido como hijo.
- Lo que quiero es hacerme cargo de la empresa, vosotros evidentemente no necesitáis nada- señaló a su alrededor con las manos abiertas- Pero hay otras personas que necesitamos comer, mi padre nunca nos ha dado ningún tipo de comodidad, así que ahora llegó mi momento de disfrutar. Pero claro si no hablo contigo y nos ponemos de acuerdo, no puedo hacerme cargo de mi puesto de trabajo y la empresa está a la deriva, sin nadie quien la dirija.
César miró a Elisa, como pidiéndola permiso para hablar, ella entendió su gesto y se encogió de hombros:
- No se si sabes que tu padre se portó fatal con Gisela, la hizo sufrir y la engañó hasta sus últimos días.
Fermín frunció el ceño, no entendía nada, su padre le había dicho todo lo contrario:
- La verdad no, no tuve trato con él hasta que me escribió esta carta. A mi me a pillado tan de sorpresa como a vosotros la verdad.
- Pues él fue un monstruo. No quiero saber nada de la empresa, no quiero saber de nada que tenga que ver con él.
Elisa comenzó a llorar, ya se había venido a bajo y eso a Fermín le gustó. Ya se había salido con la suya, por fin ella reconoció quien era. Aún así le dio pena, esa mujer realmente estaba apenada, no podía ser la mujer fría y calculadora que su padre le había hecho creer:
- Tranquila, yo no quiero hacerte mal, en serio, solo quiero lo que es mío, me lo merezco, mi madre lo pasó muy mal también, mi abuelo era un ogro.
- Ella tuvo que huir de esa casa porque él la tenía encerrada, la había hecho abortar y la tenía sin atenciones en una habitación. Lo mejor que se nos ocurrió la noche del atentado fue hacerla pasar por muerta, porque sabíamos que tú padre la iba a encontrar donde quiera que fuera.
- ¿Estabas embarazada? ¿Él te hizo abortar un hijo suyo?
Elisa miró a César, él bajó la mirada, sinceramente no la gustaba recordar ese hecho de su vida y mucho menos contárselo a un extraño:
- No era suyo, tu padre y yo nos casamos bajo un pacto, y... bueno... es una historia larga, que no me apetece recordar.
- Yo no voy ha decir nada, enserio, pero de todas formas ya no tenéis que temer nada, él ya no os puede hacer daño.
- Estoy suplantando una identidad.
- Bueno... eso no es del todo cierto, porque realmente el nombre que llevas es inventado. No es que hayamos resucitado a nadie, o que estés actuando con el nombre de otra persona, pero igual puede tener problemas legales.
- Realmente tampoco es necesario que diga su verdadera identidad. Los dueños de la empresa seriamos tú y yo. Nadie tiene porqué interponerse.
Los dos hombre miraron a Elisa esperando una respuesta, ella miró a Fermín y después miró a César. ¿Qué iba ha hacer? Ella no sabía nada de llevar una empresa, había estudiado algo dentro de esa cárcel que era su casa, pero tampoco mucho:
- ¿Puedo asimilar todo esto? Por lo menos el día de hoy.
- Por mi perfecto, me a encantado conocerte... Elisa.
La extendió la mano y ella se la devolvió. Tras despedirse de ella Fermín salió acompañado de César. Elisa se levantó y se apoyó en el escritorio, inspiró y expiró, estaba agotada en ese instante. Alguien entró detrás de ella, era César que la miraba apoyado en el marco de la puerta. Ella se giró, tenía los ojos encharcados de sangre, estaba confusa, agobiada y dudosa, muy dudosa. César Antes de hablar la abrazó, ella necesitaba ese abrazo, así que lo correspondió:
- Siento todo esto Gis, lo siento de verdad.
Ella se apartó y lo miró con el ceño fruncido:
- ¿Por qué dices eso?
- Siento que te he metido en un lío con esto de cambiarte el nombre. Igual nos descubrió Henrique, e igual a venido su hijo a decírnoslo.
- ¿Qué piensas de todo esto?¿Qué tengo qué hacer?
- Puedes hacer lo que tú quieras.
- Quiero tu consejo, yo no se, me ha pillado todo esto por sorpresa, no tenía idea de la existencia de este hombre.
- Puedes hacer lo que quieras, yo valoraría la oferta. Si vas a dirigir la empresa no te va a denunciar ni nada por el estilo, porque a él le interesa, él quiere que vayas, sino vas, no puede dirigirla el solo. Por otro lado, sería un buen argumento a la hora de ir a por tu hijo, porque ya serias una mujer totalmente independiente, pronto tendrás un marido y tendrías trabajo.
Eso a ella la retumbó en la cabeza, "a la hora de ir a por tu hijo", eso era lo que ella quería, y por recuperar a su hijo haría todo:
- En caso de que acepte... ¿Cómo decimos que he llegado allí? Se supone que ellos esperan a Gisela Álvarez.
- O no, ellos no sabrán nada del testamento, Fermín dirá que es su heredero y que tú... no se... eres de su confianza, por ejemplo. Tú estás muerta Gis.
- ¿Y cómo se Qué Henrique no se lo contó a alguien más?
- Tendremos que confiar, tranquilízate Gis, Henrique está muerto, del resto me encargo yo, mañana mismo hablaré con Daniel, él está buscando la forma de limpiar tu nombre, tranquila.
- Por otro lado... No tengo idea de llevar una empresa.
- ¿No? Henrique siempre me dijo que estabas estudiando por tu cuenta, que tú serías quien llevaría la empresa el día que faltase o que ya no pudiese dirigirla.
- Estudié pero... yo nunca lo he puesto en práctica.
- Yo te ayudo, tranquila.
La agarró de las manos y la dio un beso tierno en los labios:
- Siempre voy a estar contigo, siempre.
Fernando estaba en su casa, mientras tomaba un café veía el periódico, buscaba ofertas de trabajo. En la que estaba anteriormente había bajado el trabajo, y habían prescindido de sus servicios. Entonces lo vio, " se solicita personal de seguridad para la empresa colconstrucción. Control de acceso, rondas y tareas de vigilancia en general. Incorporación inmediata". Terminó de leer el anuncio y frunció el ceño, Thais le miró y extrañada le habló:
- ¿No encuentras nada? ¿O no es de tu gusto?
- Necesitan un vigilante de seguridad para la empresa colconstrucción.
- Qué bien, ¿Vas a ir?
- Es la empresa de Henrique.
- Bueno... él ya no está, y tú ya trabajaste para él, igual tienes más posibilidades, ¿O no?
- Pues... supongo. Sí iré.

 Sí iré

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