Las pesadillas

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Jessica lo cogió de la mano e intento tranquilizarlo.
- Ven, sígueme.
Fernando dudó, pero decidió seguirla. Jessica se metió en su habitación y Fernando la siguió, ella cerró la puerta.
- Siéntate si quieres.
Fernando se sentó en la cama,no sabía muy bien lo que pasaba y estaba confundido.
- ¿Qué pasa Jessica?
- No pasa nada, mira Gisela sufre pesadillas, eso es todo.
-¿Pesadillas?
- Sí, mira, desde que vino a esta casa hace casi seis años tiene pesadillas, a veces es cada mes, a veces dos veces por semana, según, pero es así.
- ¿La atormenta algo?
- Eso es algo que la corresponde a ella contar, yo no soy quien, solo te digo que estés tranquilo.
Fernando se tranquilizó, sabía que no se tenía que comportar así.
- Sí, pero por qué me has parado la mano, pensaba que...
Jessica se agachó y se arrodilló ante él, con dulzura le acarició la cara.
- Mira Fernando, me parece muy bien que Henrique fuese amigo de tu padre o que te haya brindado esta oportunidad de que trabajes para él, porque confía en ti, pero hay que saber dónde estamos cada uno, por muy amigos que seamos, son nuestros jefes,¿que hubiese pasado si entras en la habitación? es su intimidad.
- Tienes razón, me mantendré al margen.
- Perfecto.
Fernando salió de la habitación. Jessica se quedó pensando, no debía desvelar nada de esa noche, eso era algo que le correspondía a Gisela, algo de su pasado que la hacía daño y no era justo que ella lo fuese contando.
A la mañana siguiente cuando Henrique salió de la casa, Jessica aprovechó para subir a la habitación de Gisela, llamó a la puerta y tras escuchar la aprobación de Gisela pasó. Gisela estaba sentada en el tocador terminándose de arreglar,esa mañana había elegido un pantalón corto rojo y una blusa de tirantes roja y blanca. Jessica se acercó y la habló mirándola por el espejo.
- ¿Cómo amaneciste?
- Bien, supongo que lo dices por lo de anoche.
Gisela se dio la vuelta y se puso frente a Jessica.
- Ya hacía tiempo que no te pasaba.
- Lo sé, las terapias habían ido bien, pero...no se es algo con lo que tengo que lidiar y lo asumo.
- Te quería comentar algo...anoche cuando te pasó...bueno la pesadilla que tuviste, Fernando estuvo apunto de abrir la puerta de este dormitorio.
- ¿Qué?
Gisela se extrañó, ningún empleado entra en el dormitorio del patrón después de ciertas horas.
- Yo lo pare a tiempo por suerte, pero lo veo un chaval muy inquieto, pregunta mucho Gis y...no se es diferente digamos.
Gisela se levantó y le dio la espalda a Jessica.
- No entiendo mucho a dónde quieres llegar.
Jessica la agarró delicadamente los brazos.
- Nada, solo digo que te andes con ojo.
Jessica salió de la habitación, Gisela se sentó al borde de la cama y se quedó pensando en el momento que tuvieron el día anterior en la entrada, tan cerca estaban...
Fernando estaba en la cocina cuando bajó Gisela.
- Fernando,¿podemos hablar?
- Sí, claro.
Gisela salió y entró en el despacho que normalmente utiliza Henrique, Fernando entró después.
- Cierra la puerta, por favor.
Fernando la miró por un instante, no entendía lo que estaba pasando, pero aún así cerró la puerta.
- Jessica me ha contado que ayer me escuchaste por la noche, solo era para decirte que no pasa nada, que tengo problemas como todo el mundo, pero que estoy bien.
Fernando se quedó callado, no sabía que decir ante las palabras de la dulce mujer que tenía enfrente.
- Por otro lado, no entiendo por qué te preocupa lo que me pase o me preocupe, a penas nos conocemos y no te he tratado bien precisamente.
Fernando se acercó a ella, esa cercanía la incomodaba, la ponía muy nerviosa, cada vez se acercaba más, hasta que se quedaron muy cerca.
- No entiendo yo tampoco el motivo, pero hay algo que me dice que debo protegerte, cuidarte, que aunque tengas o quieras dar la imagen de mujer fuerte y mala en realidad, no eres más que una niña asustada.
Esas palabras que al principio la hicieron vibrar ahora se habían convertido en relámpagos para sus oídos,¿una niña? ,¿asustada?, no podía creer lo que estaba escuchando, ese hombre se estaba pasando y ella le tenía que poner un alto.
- Mira bonito-se alejó de él- Yo, no soy ninguna niña y mucho menos estoy asustada, lo que quiero que entiendas es que yo no quiero el juego que te traes, tienes que tener más respeto y más seriedad, sino no vales para el cargo.
Él no entendía el mal genio, pero le hacía gracia verla enfadada.
- ¿Qué la molesta? no entiendo, qué me preocupe por usted es malo, se supone que para eso fui contratado,tengo que velar por usted.
- Yo me se cuidar solita, usted limítese a andar por aquí sin intentar molestar mucho y cuando lo necesite realmente, para que me lleve a algún lado, lo llamaré.
- Perfecto señora.
- Pues entonces puede salir.
Fernando se la quedó mirando, parecía que había algo que la molestaba y no lo entendía, pero se limitó a obedecer y salir, pero cuando abrió la puerta Gisela lo paró.
- Fernando.
Él echó una sonrisa que evidentemente ella no vio, se dio la vuelta despacio y se colocó enfrente suya.
- Señora.
- Espero que no tenga que volver a reunirme con usted.
Eso fue como si le tiraran un jarro de agua helada, no se podía creer la prepotencia de esa mujer, pero él iba a tranquilizarla, de eso estaba seguro.
Llegó la noche Henrique venía cansado de estar todo el día en la oficina, pasó al salón y vio que Gisela se había quedado dormida en el sofá y en sus brazos estaba Iván. Se los quedó mirando, le gustaba esta estampa familiar . Llamó con cuidado a Gisela, ella se despertó y lo miró.
- Quiero hablar contigo.
Samuel se llevó en brazos al niño arriba y Henrique se sentó al lado de Gisela en el sofá.
- Mañana me voy de viaje, voy a estar fuera una semana, a Samuel me lo tengo que llevar, pero se queda Fernando por si pasara cualquier cosa.
- Pero pasado mañana... bueno nada, nos sabremos cuidar tranquilo.
Gisela se levantó y subió las escaleras de mal genio, mientras iba subiendo se encontró a Fernando que bajaba.
- Buenas noches señora.
Gisela ni lo miró, lo que menos la apetecía era estar de cachondeo.
Fernando se quedó mirándola mientras subía, Jessica se paró delante de él.
- No tiene un buen día, no se lo tengas en cuenta.
-No hace falta que lo jures.
Gisela estaba asomada al balcón mirando la noche cuando entró Jessica, la abrazó por detrás, siempre estaba en las buenas y en las malas, no sabría qué hacer sin ella.
- ¿Qué pasa nena?
- Nada, Henrique se va mañana de viaje.
- Ya, hay problemas en la fábrica de Argentina, tengo entendido.
- Sí, pero se va una semana, y pasado mañana. .. Da igual.
Se apartó de la ventana y fue dirección al baño para empezar a ponerse el pijama, se quitó la rebeca que se había puesto por la tarde cuando empezó a refrescar, Jessica la siguió.
- Se perfectamente que pasado mañana es tu cumpleaños, mi niña lo sé.
- Pareceser que eres la única, no ne molesta que se vaya Jes, se perfectamente que es su trabajo, lo que me molesta es...que ni se acuerda.
- Nena, claro que se va a acordar, simplemente tiene muchísimos problemas, solo eso.
Gisela ni siquiera sabía si le importaba que estuviese, ni si le importaba que se acordara.
No paraba de moverse, ahora se sentó en la cama, Jessica no paraba de seguirla por todo el cuarto, cuando se sentó, ella se puso de puntillas delante de ella.
- Gis¿qué pasa?
- No estoy segura, la verdad no me importa si está o no.
Gisela estaba confundida, empezó a llorar.
- Nena.
- ¿Qué estoy haciendo con mi vida?, cada día me despierto sin un propósito, sin nada que hacer, estoy perdiendo mi juventud al lado de alguien que... no se...debe haber algo bueno para mí.
- Henrique es bueno, siempre se a portado bien contigo y se a echo cargo de Iván.
- Lo sé y estoy muy agradecida, pero cuando vemos esas telenovelas hay amor, algo que yo nunca he sentido, que no voy a tener al lado de Henrique, yo pensaba que con el tiempo...
Gisela se calló, agachó la cabeza y se mantuvo un rato así.
- Se lo que me quieres decir Gis, yo he vivido para el trabajo toda mi vida, pero me enamoré mucho.
Gisela la miró, no sabía que Jessica se hubiese enamorado.
- ¿ Te enamoraste?nunca me lo habías contado.
- Porque fue muy doloroso Gis, no todo es como en las telenovelas, yo me enamoré mucho, pero él me engañó y tuve que irme, me costó mucho levantar cabeza y ya me centré en trabajar y pasó. Pero sabes una cosa, merece la pena.
- Debes de pensar que soy una desagradecida, porque Henrique me lo ha dado todo, se ha echo cargo de Iván, me ayudó en mi problema, me ha dado un hogar, una familia, protección, no puedo pedirle más, ni debo.
- Pero no lo quieres.
- Sí lo quiero, no sé... es un cielo conmigo, cómo puedo no quererlo.
- Lo quieres como a un amigo, como a un padre, no como hombre. No te culpes mi niña, eres muy joven y es normal que tengas dudas.
Gisela abrazó con todas sus ganas a Jessica, menos mal que estaba ella para aconsejarla y ayudarla.
A la mañana siguiente Henrique no se levantó tan temprano, de echo a Gisela la extrañó verlo terminándose de arreglar cuando ella despertó. Se levantó y fue en su dirección.
- ¿Se te han pegado las sábanas?
- No, simplemente quería despedirme de ti, noté tu enfado cuando te dije que me iba de viaje.
La agarró por la cintura, Gisela notó esa sensación extraña que sentía a veces, era como un escalofrío que recorría su cuerpo, un escalofrío que no la gustaba.
- No me enfadé, puedes irte, se que es tu trabajo.
Ella se apartó de él. Henrique cogió una cajita que había en el bolsillo de dentro de su chaqueta y se la enseñó.
- No creas que me olvido de tu cumpleaños, solo que no voy a poder estar presente, pero esto es para tí.
Ella cogió la cajita, la abrió y era un estupendo anillo con un brillante en medio.
- Es muy bonito, muchas gracias Henrique.
- No se te ve muy contenta.
La verdad a ella no la hacía tanta ilusión el regalo, Henrique siempre la había llenado de cosas caras, pero cosas materiales al fin y al cabo.
- Me encanta de verdad.
Ella dejó la cajita en la mesilla y le dio un beso en la mejilla.
- ¿Ya te vas?
- Sí, el avión sale en una hora, nos vemos a mi regreso.
Le dio un beso en los labios y se retiró. Ella se fue al baño a darse una ducha.
Fernando estaba en la entrada recibiendo ordenes del señor antes de irse.
- Ya sabes lo que hablamos, si pasa cualquier cosa rara, me avisas.
- Tranquilo señor, no va a pasar nada.
- Me voy, Samuel en marcha.
Los dos hombre se montaron en el coche y se pusieron en marcha.
Fernando estaba muy sorprendido, sabía que era una familia muy extraña, ni la mujer, ni el hijo habían ido a despedirlo, entró en la casa y se dirigió a la cocina, se cogió un café y salió al porche a tomárselo, era su momento de paz, salir y sentarse solamente mirando a la nada.
Pasó un rato largo en el que se quedó exento en sus pensamientos, hasta que escuchó a alguien asomarse, era ella, Gisela asomó con una taza de café en las manos, era preciosa, no se cansaba de observarla, su cara, su cuerpo, era perfecta. Esa mañana lucía un pantalón vaquero claro pirata y una blusa beige de flecos. Ella se dio cuenta de que la miraba.
La estaba mirando, no podía creer tanto descaro por su parte, se pensaba que no lo veía . Ella quería estar tranquila, así que se sentó en una mesa cerca de la entrada, cuando se volvió a girar él ya no estaba sentado donde había estado, lo buscó por los alrededores con la mirada pero no lo vio, cuando se dio por resignada lo pudo sentir detrás de ella.
- ¿Me buscas?
-Claro que no.
Él se sentó a su lado, ella no lo podía creer se sentía incómoda así que se alejó un poco con disimulo, pero él la agarró la mano, sintió otro escalofrío, pero esta vez no era el mismo escalofrío que había sentido con Henrique. Era un escalofrío de deseo, de pasión, qué la pasaba con ese hombre, qué le pasaba a él.

 Era un escalofrío de deseo, de pasión, qué la pasaba con ese hombre, qué le pasaba a él

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