Orfanato

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Fermín la miraba extrañado, no entendía que había dicho para que ella reaccionase así:
- No entiendo, no nos conocemos casi, pero prácticamente eres de mi familia y... bueno me caes bien, por eso te presto mi ayuda.
- No quiero que me malinterpretes, no era mi intención que te lo tomases a mal. Solo quería decirte que gracias, que con todos los problemas que tengo me cuesta involucrar a la gente.
- A mi no me involucras, y aunque casi no me conozcas, me caes muy bien y quiero ayudarte. Así que para empezar tomate el día libre si quieres, creo que te hace falta.
- Muchas gracias, voy ha hacer unas cosas que tengo pendientes y luego me iré, ya tengo muchas ganas de ver a Ivan.
Fermín sonrió y después de pagar en la barra salió por la puerta. Elisa cerró los ojos con fuerza y se acordó del gesto de Fernando. Negó con la cabeza ¿Cómo podía haber hecho eso?.
Fue hacía la entrada de la empresa, allí estaba Fernando parado saludando a la gente que entraba, Elisa tomó aire varías veces antes de asomarse por el pasillo, Fernando la vio acercarse a él, la miró a la cara, reflejaba enfado, sabía que no lo había hecho bien. Elisa estaba cerca de él, miraba a su alrededor mientras le hablaba a él:
- Necesito hablar contigo.
- Sí claro.
Elisa asintió y se alejó despacio, mientras se alejaba lo miraba. Entró en una sala que había con una mesa larga y sillas, debía de ser una sala destinada para juntas. Cuando cerró la puerta miró al pomo y se fue alejando, la puerta se abrió y lo pudo ver, seguía andando hasta toparse con la mesa. Fernando cerró la puerta, la miraba, esperaba que ella dijese algo, pero permanecía callada, así que él se fue acercando a ella, cuando estaba cerca ella por fin habló:
- ¿Por qué me haces esto?
Se quedó parado, petrificado, la miró extrañado, la cara de ella reflejaba tristeza, decepción:
- No pude evitarlo, al escuchar que te casabas mañana... perdóname.
Elisa negó con la cabeza:
- Sabías que me iba a casar, yo misma te lo dije, Fernando no puedes comportarte así, no delante de la gente.
- Sabía que te ibas a casar, pero ¿ya? ¿Por qué?
- Ya te dije el motivo, no me puedes estar pidiendo explicaciones por todo, y todo el tiempo, ¿Y delante de la gente?
- ¿Te doy vergüenza? ¿Te da vergüenza que la gente te vea conmigo?
Elisa abrió los ojos a punto de salirse de su órbita, le empujó cabreada:
- Eres imbécil, piensa lo que quieras, me cansas Fernando. No tienes ningún derecho a reclamarme nada. Me voy a casar y punto. Mantente en tu sitio.
Elisa salió de la sala, cerrando la puerta fuerte detrás de ella, Fernando pensó en ir tras ella, pero enseguida rectificó, ella tenía razón, pensó. Él lo único que hacía era complicarla la vida, agachó su cabeza.
Elisa entró a su despacho llorando, no aguantaba más, no podía tener cerca a Fernando sin lanzarse a sus brazos, lo amaba y la dolía tratarlo así, respiró como pudo y se sentó a intentar trabajar.
Erica se había levantado y se estaba tomando un café en la cocina cuando escuchó un ruido, giró su cabeza asustada y vio a Rafa:
- Qué susto me has dado Rafa.
Rafa le hizo un gesto para que bajase la voz y después la dio un beso en los labios:
- No podía dormir, estoy preocupado.
- ¿Qué pasa?
- Cuando estuve hablando con Fernando me estuvo diciendo que Gisela no se puede casar, no sé si estará pensando hacer algo.
- ¿Crees que puede interrumpir la boda?
- No se, pero le vi muy ido, esta como ausente, volver a ver a Gisela y saber que ya no es suya... no se... siento que se le puede ir de las manos.
- Yo también noté que estaba extraño, pero Gisela no va a cambiar de opinión, se va a casar, para ella lo más importante es su hijo, y la entiendo.
Rafa asintió, pero se veía que le preocupaba algo más, Erica frunció el ceño:
- ¿Te ha dicho algo mas? Dímelo Rafa.
- No es eso, Erica... le teníamos que haber dicho a Fernando que Gisela estaba esperando un hijo suyo.
Erica se quedó de piedra, negaba con la cabeza:
- ¿Cómo?
- No, Rafa es hacerle daño sin tener por qué. Gisela lamentablemente perdió al bebé, si Fer se entera que nosotros lo sabíamos... no quiero ni pensarlo.
- Por eso mismo Erica, yo he conseguido a mi amigo, no quiero volverlo a perder, si no le digo nada y el día de mañana habla con Gisela y se entera, ¿Qué crees que va a pasar?
- Pues... se va a sentir ofendido, defraudado.
- Yo se lo voy a decir. Lo siento por Gisela, pero no debí ocultarle nunca algo así, lo siento.
Tras estas palabras se alejó de Erica dejándola con la palabra en la boca, ella miró su café y después miró la puerta por donde había desaparecido Rafa:
- No se como va a seguir esto, no se.
César esperaba a Elisa en la entrada del orfanato donde se encontraba Ivan. A lo lejos pudo ver su coche, un SEAT Ibiza color rojo. Elisa aparco y bajo de él,estaba pálida, César se fue acercando a ella , hasta que ya la tuvo delante y la agarró las manos para después darla un beso dulce en ellas:
- ¿Preparada?
- La verdad... no se... quiero verlo con todas mis ganas, pero tengo miedo de que él no quiera saber nada de mi.
Elisa comenzó a derramar lágrimas que no podía ya contener, César la abrazó dejando caer la cara de ella en su pecho:
- No digas eso, eres su madre, estoy seguro de que él te va a recibir muy bien, tranquila, sobretodo tienes que estar tranquila, no podemos llamar la atención.
Ella respiró hondo sollozando, después se secó las lágrimas como pudo e intentó recomponerse:
- Sí, tienes razón, hoy he tenido un día duro.
- ¿Qué ha pasado?
Ella se quedó en silencio, no le podía contar lo que había pasado:
- En general, no me hagas caso.
Él sonrió y caminaron juntos de la mano hasta la entrada, antes de entrar Elisa se quedó parada y miró ese enorme edificio. Una verja negra les separaba del camino hasta la entrada principal. Pudo ver cómo César se encargó de llamar al telefonillo y presentarse, tras ellos la verja se abrió y pasaron. Elisa observó a su alrededor, había árboles verdes, y una pista muy grande donde suponía que ellos jugarían a diversos juegos. Varias mesas y sillas de maderas y por fin unas escaleras que llevaban a la puerta principal. Allí los esperaba una mujer, era muy Bella, su pelo era muy rubio y sus ojos eran verdes Esmeralda. La mujer no sonreía, no hacía nada, cuando ya estuvieron a su altura ella extendió  la mano para presentarse, tomando la de César primero, este parecía que se había quedado un poco parado, Elisa sonrió delicadamente mientras negaba con la cabeza, seguro se había quedado así tras ver a semejante mujer:
- Buenas tardes, mi nombre es Débora Alcántara. Soy la directora del orfanato.
- Buenas tardes, yo soy el doctor César y ella es mi prometida Elisa Caballero.
La mujer se giró a Elisa ofreciéndole la mano después de mirarla de arriba a abajo. Elisa agarró su mano y la sonrió, pero ella no hizo ni una mueca:
- Sí me siguen, podremos tener una breve conversación en mi despacho.
La mujer comenzó a andar moviendo las caderas, César y Elisa fueron detrás de ella. Elisa se quedó mirando los pasillos que había a ambos lados, eran largos, debía de haber bastantes niños, las paredes eran amarillo oscuro y la decoración bastante antigua, alguien la agarró de la mano provocando que ella se sobresaltara, era César:
- ¿Estás bien?
- Sí.
Pasaron al despacho, era bastante sencillo pero más moderno que aquellos pasillos que ella había estado observando segundos antes. Débora se sentó en un sillón blanco que había tras el escritorio, después de extender su mano para que tomasen asiento. Una vez sentado los tres Débora comenzó ha hablar:
- El Caballero por teléfono me comentó que estaban buscando un niño, no necesariamente bebé, ¿Entre qué edades lo buscan?
- Realmente no buscamos una edad específica, pero si que rondase entre los seis y los nueve años. Más o menos.
- Perfecto.
La mujer apuntaba, y Elisa cada vez estaba más nerviosa, César lo notó y acarició su pierna:
- Por lo que he escuchado antes, no están casados, ¿Por que buscan un niño? Quiero decir... normalmente las parejas buscan niños una vez que están casados, y la mayoría no pueden ser padres de forma natural.
- Llevamos cuatro años de noviazgo, y nos casamos mañana, llevamos comprometidos varios años, pero por varios motivos no nos habíamos casado antes. Pero ya llegó la hora -César miró sonriente a Elisa, ella le devolvió la sonrisa- Y los motivos de buscar a un niño, son simples. Ella quedó embarazada hace un año, pero perdió al bebé. Realmente fue un accidente, la cuestión es que ella se quedó dañada. Y deseamos más que nada ser padres, así que aquí estamos.
Ella los miró con los ojos achinados, Elisa sentía que no podía ni tragar saliva. Pensó en hablar pero no podía. Menos mal que tenía a su lado a César que hablaba a las mil maravillas:
- Perfecto- seguía escribiendo- Pues si os parece podemos dar un recorrido por las diferentes áreas, y conocemos un poco a los niños.
- Perfecto.
Por fin pudo pronunciar palabra, necesitaba ya escuchar eso y salir a recorrer el lugar, quería ver a su hijo ya.
Pasaron por varios cuartos, donde la mujer les iba explicando, varios eran de juegos, otros dos para sus respectivas comidas, aseos, etc. Por fin subieron a la planta de arriba donde estaban los cuartos, Débora fue explicando los diferentes niños que había y los problemas que habían tenido cada uno:
- Actualmente tenemos unos seis, porque los demás o se pasan de la edad que habéis dicho, o ya son muy pequeños.
- Pues vamos a conocerlo, ¿No?
César miró a Elisa y sonrió, estaba deseosa. Débora abrió el primer cuarto, allí había dos niñas.
Débora se dirigió a una de ellas, era rubia y llevaba una coleta. Sus ojos eran negros, era muy guapa y mostraba una sonrisa tierna. La directora la pasó las manos por los hombros y por fin sonrió:
- Ella es Leticia, tiene seis años.
La niña solo sonrió, agachó la cabeza para presentarse. Enseguida Débora llamó a la otra niña, está era más alta. Tenía el pelo dorado y rizado y sus ojos eran azules como el mar.
Elisa se la quedó mirando, su mirada era como la de Fernando, con esos ojos que la daban paz:
- Ella es Susana, tiene nueve años.
- Encantada.
- Lo mismo decimos, que guapas sois las dos.
César miró a Elisa después de lo dicho, sonrió. Débora por fin se despidió de las niñas y prosiguió hasta llegar a los dormitorios de la tercera planta, allí en una de las habitaciones Débora dijo que estaban los cuatro niños, los que rondaban la edad de entres seis y nueve. Elisa respiró hondo, por fin iba a ver a su hijo. Sonrió de oreja a oreja, Débora la miraba con cara de sorpresa, definitivamente no la entendía. Abrió la puerta, pudo divisar a los niños a lo lejos. El primer niño tenía el pelo ñ color castaño, sus ojos eran marrones y tras su sonrisa dejaba ver que se le habían caído las dos paletas de arriba:
- El es Agustín, como podéis ver está mellado, se le han caído los dientes- Se río y el niño también- Es muy tierno.
El niño que había al lado de Agustín era del estilo:
- El es Marcos, el hermano mellizo de Agustín.
Elisa estaba encantada con esas preciosidades, pero miró al fondo dela habitación, señaló con la cabeza al fondo y César la entendió. Débora al verla prosiguió el camino hasta el siguiente niño.
Era castaño con el pelo corto, Elisa sonrió de oreja a oreja pensando que sería su hijo, pero el niño giró la cabeza para mirarlos, a Elisa se le quitó la sonrisa, no era Ivan:
- El es Martín. Tiene siete años.
El niño giró enseguida la cara y Débora siguió su camino, Elisa se quedó plantada en medio de la habitación sin moverse, Débora al verla se detuvo:
- ¿Pasa algo?
- Nos habías dicho que había cuatro niños, y aquí hay tres, ¿Dónde está el cuarto?.
- El otro niño tiene ocho años, se llama Ivan. Pero está en fase de acoplamiento, ya tiene a una pareja interesada en él.
Ella no se lo podía creer, César cuando vio que iba ha hablar directamente la interrumpió:
- Pensábamos que íbamos a ver a todos.
- Sí queréis venir a conocerlo mañana, podéis venir. Pero desde ya os digo que ese niño tiene un problema.
- ¿Un problema?¿Qué Que le pasa?
Elisa se comenzó a angustiar, sentía que se iba a desmayar:
- Le pasa que... no habla, no ha pronunciado palabra desde hace más de dos años.

 no habla, no ha pronunciado palabra desde hace más de dos años

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