Se quien eres

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Henrique puso cara de circunstancias, miró a Nacho como regañándole. Fermín se levantó enfadado:
- ¿Hundirla? A mi no me habíais dicho nada de hundirla, eso no fue en lo que quedamos.
- Hijo tranquilo, esa mujer me a traicionado, pero aún así mi hijo no quiero que quede desamparado, yo sé que una vez que aparezca nos vamos a reconciliar, lo sé, porque nos queremos, pero ella es mucho más joven y se agobió.
- ¿Qué pasa si no acepta?
- Aceptará, tú tranquilo.
- Pero ¿Y si no?
- Sino pues no te preocupes, buscaremos otra solución, tranquilo.
- Voy ha hablar con Mónica , ¿A qué hora salgo mañana?
- Temprano, son muchas horas y tienes que prepararte para el día siguiente ir a visitarla.
Fermín asintió a la vez que intentaba respirar.
Elena estaba en la cocina haciendo la cena cuando entró César y agarró un trozo del pescado que estaba friendo y se lo metió en la boca, Elena le dio en la mano advirtiéndole que se esperase a la cena, César sonrió:
- Vale jefa, ¿Cómo se a quedado Gisela?
- Se ha quedado en la ducha, seguro que el baño la vendrá bien, para relajarse.
- Yo también la he notado nerviosa desde que hemos salido de la isla.
- Tienes que darla tiempo, ponerte en su piel.
- Lo se, ¿Piensas que la estoy agobiando?
- No es eso, pero... ha cambiado mucho su vida en poco tiempo, está alejada de su hijo y realmente no sabe si lo va a volver a ver y eso la da pavor, además me imagino que la boda la tendrá también nerviosa.
- La boda sabes que ha sido por lo que ha sido, yo estoy encantado con que ella me haya aceptado, pero sé perfectamente por lo que lo ha hecho, pero la voy a conquistar Elena, estoy enamorado de ella, y quiero que sea mía para siempre.
Esa misma noche vino Fernando de trabajar cansado y Thais le estaba esperando con la cena hecha, él entró y se sentó en la silla:
- Qué tarde has llegado hoy.
- Sí, cada día nos hace estar hasta más tarde, mi jefe quiere acabar las obras en tiempo récord y así nos tiene con la lengua afuera todo el día.
- ¿Por qué no buscas trabajo de seguridad? Como estabas antes.
- Está complicada la cosa, pero seguiré buscando.
- Cambiando de tema, ¿Sabes que ha fallecido Henrique?
Fernando abrió los ojos como platos y dejó caer el tenedor en el plato, no sabía nada, miró a Thais como pidiéndole explicaciones:
- Casi no te he visto en estos días para decírtelo, lo han echado en todos los noticieros y aparte en los periódicos, por lo visto fue huyendo de la policía.
- Se merece todo lo malo que le pase, por todo el mal que ha hecho.
Thais rodeó los ojos, porque sabía de que iba el tema:
- ¿A lo malo te refieres a que no os dejó estar juntos?
- Con lo malo me refiero a todo lo que ha hecho, pero sí, también me refiero a que nos hizo la vida imposible, y sí, también me refiero a que la mató, y nadie se merece perder la vida a manos de otra persona y mucho menos ella.
Thais intentó tranquilizarle, no la gustaba sacar el tema pero era inevitable que la sentase mal que él la defendiese siempre, aún así le acarició la mano, no quería discutir:
- Llevo mucho tiempo sin verte sonreír Fernando, ya no eres el mismo.
- Thais, sabes que no me gusta hablar de este tema, no se porque lo sacas cada dos por tres, sabes que algo se murió dentro de mi cuando se murió Gisela, aunque no te guste es la verdad.
Se levantó y se fue a la habitación, Thais se quedó en la cocina de mala gana.
Al día siguiente Gisela despertó sin apenas haber dormido, después de darse un baño fue al armario y eligió un vaquero claro y un jersey fino color beis, se calzó unas botas marrones y bajó a desayunar al porche. Allí ya estaba Elena y sorprendentemente César no estaba, Gisela se sentó en la mesa y Elena comenzó a servirla, Gisela la sujetó la mano:
- Elena no, yo me sirvo, tu siéntate a desayunar conmigo.
- Elisa- La guiño el ojo- Mis vacaciones ya se acabaron y la verdad han sido largas, pero aquí yo soy la sirvienta y me encanta servir, llevo toda mi vida haciéndolo y no me incomoda.
- Vale Elena, Gracias entonces, ¿César dónde está?
- Está en su despacho, tenía que arreglar varias cosas, desayunó temprano.
- Sí me he levantado un poco tarde, es que no conseguía dormir.
- No te preocupes, estate tranquila.
Alguien interrumpió la conversación, una mujer delgada, alta con un cuerpo de modelo se paró a su lado. Elena la sonrió lo que quería decir que la conocía, Gisela pudo ver que la mujer llevaba un carro con varias maletas:
- Hola, ¿Estás preparada?
- Hola, mira Elisa, ella es Salomé, va a ser la encargada de tu cambio de look.
La guiñó el ojo, Elisa abrió los ojos como platos, había llegado la hora del cambio:
- Hola, perdona que no te esperaba.
- Tú tranquila cariño, que estás en buenas manos.
Las tres subieron al dormitorio de Elisa, una vez allí Elisa se sentó en una silla y Salomé comenzó a mojar su pelo, pasó más o menos una hora y media hasta que terminó, Elisa por fin se puso ante el espejo y se miró, se quedó asombrada. Su pelo estaba cortado a media melena, y las puntas eran más claras que el resto del pelo, se lo había ondulado y tenía un flequillo abierto al medio. La maquilló y ya estaba preparada, parecía otra persona. Elisa pensó, ya había desaparecido Gisela, ahora veía a otra persona mientras se miraba en ese espejo, y verdaderamente era otra persona, la prometida del Doctor.
Por fin Fermín llegó al hotel, se sentía cansado, dejó la maleta en la habitación y se tiró en la cama. Mañana era el gran día, iba a aparecer delante de Gisela e intentar convencerla de el plan de su padre. Se levantó y llamó a su novia:
- Hola mi amor, ya estoy en el hotel, ha sido un viaje cansadísimo.
- Fermín, dime la verdad, ¿Por qué has ido allí?
- Ya te lo he dicho, necesito llevar la empresa de mi padre.
- No quiero meterme en los negocios de tu padre, pero no me cuadra nada Fermín, desde que a venido él, te noto nervioso e ido.
Fermín respiró hondo, no quería mentir a su novia, pero tampoco quería meterla en ese asunto, ni si quiera estaba seguro de meterse él, así que intentó tranquilizarla:
- Ya sabes que mi padre me quiere dejar a mi la empresa, tengo que atenderla Moni.
- Bueno... sabes que te apoyo, te mando muchos besos y descansa amor, yo voy a desayunar ahora.
- Aprovecha y ya sabes, mañana te llamo, te quiero.
Colgó el teléfono, lo tiró en la cama. Cerró los ojos y volvió a respirar hondo:
- Mañana es el gran día, te voy a conocer Gisela.
A la mañana siguiente Erica se había levantado muy temprano, estaba en la cocina de pie tomando un café y mirando por la ventana a la nada. Elena la miró extrañada, se acercó a ella y la tocó con delicadeza el hombro para no asustarla, Erica la miró de lado, tenía la mirada triste y con ojeras, parecía que no había dormido bien:
- No has dormido ¿O me equivoco?
- Nada, no he podido pegar ojo en toda la noche.
- ¿Sigues con lo mismo Erica?
Erica dejó la taza en el poyete y se apoyó en él cerrando los ojos:
- Ayer estuve con Rafa...
- ¿No le dirías nada no?
- No, le vi un lunar grande que tiene en la nuca, arriba, le aparté el pelo y lo vi.
- ¿Y? ¿Qué pasa?
Erica se acercó a ella y alzando un poco la voz la habló cerca:
- Qué la niña también tenía ese lunar, él mismo Jessica, detrás de la oreja.
Jessica se quedó perpleja, no sabía qué decirla, la agarró las manos como pudo e intentó tranquilizarla, pero no la salían las palabras:
- No hace falta que me digas que es casualidad y que seguro que son ideas mías, Jessica ¿Quieres más pruebas?
- Son muchas las casualidades no te lo voy a negar, pero... no es seguro Erica.
- Tuve muchísimas ganas de decírselo a Rafa, no te lo puedes imaginar, pero no pude Jessica.
- Tranquila, antes de decir nada tenemos que estar seguras.
- ¿Tenemos? ¿Eso quiere decir que me vas a ayudar?
- Sí, sabes que puedes contar conmigo.
- Muchas gracias Jessica, eres la mejor. ¿Que tienes pensado?
- Una prueba de ADN, realmente no hay mas opciones, porque evidentemente Thais no va a decir nunca la verdad.
- Con ella no podemos contar está claro, si se entera es capaz de hacer cualquier cosa para ocultar la verdad.
- Solo quiero que no te obsesiones Erica, tranquila, vamos a ver cómo lo podemos hacer.
- Tú... tú vas a esa casa, a ti te habla Fer, puedes... no se... agarrar un pelo de la niña o una muestra de saliva, yo me encargo de Rafa.
- Vale.
César estaba desayunando en el porche con el periódico, cuando apareció Elisa, él apartó el periódico, lo dejó en la mesa y la atendió. Estaba bellísima, con un vestido azul marino, César sonrió mientras ella se sentaba:
- Te veo hermosa y pensaba que eso no se iba a poder, que no podías estar más guapa, pero me equivoqué.
- Muchas gracias, la verdad es que me ha cambiado por completo, lo que te hace un cambio en el cabello.
Los dos se reían cuando Elena entró un poco seria. César reparó en ella después lo hizo Elisa:
- Te buscan.
César hizo el amago de levantarse cuando Elena negó con la cabeza, entonces fue cuando él puso cara de sorpresa:
- Te buscan a ti Elisa.
Ella la miró con los ojos abiertos, negó con la cabeza y se levantó despacio:
- ¿A mí?, no puede ser.
- Sí, me han preguntado por ti, es un hombre, te espera en el despacho de César, no sabía dónde pasarle.
- Tranquila Elena está bien. ¿Quién te busca Elisa?
- No tengo ni idea, lo juro.
- Pues ve a salir de dudas, ¿no?, si necesitas ayuda estaré cerca.
- Sí, gracias.
Elisa se puso nerviosa, ¿Un hombre?, pensó en Fernando, no sabía como iba a afrontar el verlo de nuevo después de tanto tiempo, pero por otro lado se moría de ganas. Por fin llegó al despacho de César, el hombre estaba de espaldas, no era Fernando, su pelo era más oscuro. Elisa tomó aire y por fin habló:
- Buenos días.
El hombre se giró y la miró fijamente. Elisa frunció el ceño, no lo conocía definitivamente. Por lo contrario el hombre la miraba asombrado, era bellísima, negó con la cabeza despacio, había venido a lo que había venido, no podía distraerse:
- Buenos días, soy Fermín.
Le dio la mano, aunque ella seguía intrigada por saber quién era, así que no perdió oportunidad en hacérselo saber:
- Perdón que se lo pregunte así, pero... ¿Quién es usted?
- No me llames de usted, al fin y al cabo somos... se podría decir que somos familia.
Ella se sorprendió, ¿Familia?, pensaba que se había vuelto loco, negó con la cabeza:
- Yo creo que se está confundiendo, yo no tengo familia.
Ella se paró a pensar, Gisela no tenía familia, pero ¿Y Elisa?, ella tendría familia, ¿O era un nombre inventado?:
- Soy hijo de Henrique, o era, no sé si sabes que él a muerto.
Ella tragó saliva, no entendía nada definitivamente, ¿Cómo sabía ese hombre que Henrique era algo suyo?:
- ¿Henrique? No se de quien me habla, creo que se está confundiendo.
- No me estoy confundiendo, se que él era tu marido, que eres algo así como mi madrastra.
- Yo no estoy casada, estoy comprometida, pero todavía no me he casado, le vuelvo a repetir que se está confundiendo, por favor si no le molesta, le pido que se retire.
Elisa se giró, necesitaba respirar, estaba nerviosa. Alguien la sujetó la mano obligándola a parar de andar. Fermín la habló por detrás:
- Se que no eres quien dices ser, se que no eres Elisa, sino que eres Gisela Álvarez.

 Fermín la habló por detrás:- Se que no eres quien dices ser, se que no eres Elisa, sino que eres Gisela Álvarez

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