César miró para otro lado, sabía perfectamente que ella seguía pensando en ese hombre, le molestaba y mucho, pero no quería hacérselo saber a ella, Gisela se le quedó mirando, esperaba una respuesta, pero no la recibió así que volvió ha hablar ella:
- César... no quería incomodarte, solo es que...
- No me tienes que dar explicaciones Gisela, se por lo que me has contado que Fernando es el hombre del que estás enamorada, y se también que lo vuestro no pudo ser, aunque no sé muy bien porqué.
- Son muchas cosas la verdad, pero... me pongo en su puesto y... solo de pensar que le pasase algo... no lo quiero ni pensar, aparte Jessica, Samuel...
- Te entiendo Gisela, no tenemos más opciones la verdad, por eso te dije que lo pensaras tranquila.
- No es que me esté echando atrás, no es eso, solo pensaba, la verdad es que yo no me he sentido querida nunca, pero cuando los conocí... pues la verdad han sido los únicos que han estado ahí, conmigo.
César se acercó a ella, la agarró las manos con cuidado:
- Ahora me tienes a mi, bueno y a Elena, todavía no nos conoces casi, pero te aseguro que vas a estar bien.
- No lo dudo, César... ¿si te pregunto una cosa me vas a contestar con la verdad?
Él la miró con el ceño fruncido, pero asintió con la cabeza, ella tragó saliva y procedió ha hacer la pregunta:
- ¿Por qué haces todo esto? Y no me digas que es porque lo haces con todo el mundo, ni porque te de pena como ya me has dicho anteriormente, si vamos a irnos juntos, necesito saber cosas de ti, tú verdad, tú ya sabes todo de mí.
César volvió a asentir, ella tenía razón, él no había sido del todo sincero, nunca había tenido problemas a la hora de decirle a las mujeres lo que le pasaba con ellas, pero con ella era distinto:
- ¿Qué quieres que te diga Gisela? ¿Quieres que sea sincero?
- Claro, yo he sido sincera.
- Cuando te conocí me dejaste fascinado, te pareces mucho a una persona que ya no está a mi lado, y por supuesto me pareciste bellísima, cuando por coincidencias de la vida aparecí en tu habitación y me enteré que eras la mujer de mi amigo pues... sentí un poco de decepción, pero enseguida me contaste tu historia, y si, no te niego que me molestó que estuvieses enamorada de otro, pero bueno... luego la verdad que tu historia me cautivó y por supuesto el remate fue que te haya tratado así Henrique, que te tuviesen en esa cama, en ese estado, evidentemente no te podía dejar ahí Gisela, ¿No lo entiendes?
- Sí lo entiendo y te lo agradezco mucho César, no es eso, es que...me acordé del beso que nos dimos antes de los disparos, ¿Sientes algo por mi?
- Siento todo por ti Gisela y si no te lo he dicho antes ha sido por... porque no quiero que pienses que esto lo hago para que te fijes en mí, o sea... me encantaría que te fijases en mí, pero esto que he hecho no quiere decir que tú tengas que dar algo a cambio, ya te lo expliqué.
- Te agradezco que me digas eso, César eres un encanto, eres lo que cualquier mujer desearía, pero yo no estoy en condiciones de pensar en eso ahora.
- No quiero que pienses en eso ahora, lo del beso fue... fue algo que salió, pero no va a volver a pasar, quiero que estes tranquila, y quiero sobretodo que estés a salvo.
Gisela sonrió y después lo abrazó, era un encanto de hombre, él la abrazó más fuerte, la quería y mucho.
Por la tarde salieron de la casa, al final César decidió que también Elena y Edgar les acompañasen, Edgar no lo había tomado muy bien, pero al final lo hizo por su hermano, tuvieron una conversación seria, evidentemente Edgar no quería dejar su vida, pero César no le quería arriesgar, si Henrique los buscaba, haría daño a cualquiera que se interpusiese en su camino. Llegaron a un sitio alejado de la casa, a lo lejos había un avión pequeño, Gisela se quedó con la boca abierta, pensaba que iban a ir en un avión normal, miró a César y en voz baja le habló intentando que no escuchasen los demás:
- ¿Tienes un avión privado?
César soltó una carcajada, Edgar y Elena que estaban entregados en una conversación giraron la cabeza y repararon en ella, Gisela sonrió tímidamente con vergüenza ante ellos, César la agarró la mano dulcemente y la habló en bajito:
- No, lo he alquilado, no tengo tanto dinero como...
César se calló en ese momento, Gisela asintió porque sabía que estaba hablando de Henrique:
- Henrique nunca alquiló un avión privado, al menos conmigo.
- Te aseguro que alguna vez lo alquilaría, igual para negocios.
- Bueno no viajábamos mucho la verdad, casi nada para ser exactos.
- ¿No te gusta viajar?
Gisela se quedó pensando mientras miraba por la ventana del coche que ya estaba estacionando, ¿La gustaba viajar? La verdad no lo sabía, nunca había viajado, Henrique no la sacaba apenas de casa, era muy celoso y no podía soportar que alguien la mirase. César la notó incómoda, posó su mano sobre la de ella y la hizo un gesto con la cabeza indicándola que ya habían llegado. Elena y Edgar salieron con total naturalidad se notaba que estaban acostumbrados a todo aquello, Gisela se bajó justo después que ellos y espero fuera a César, este se bajó después de dar indicaciones al chofer, después se colocó al lado de ella y la agarró de la mano, Gisela lo miró, la verdad no se sentía incómoda con esas muestras de cariño, se sentía protegida,le sonrió:
- Ya estamos aquí Elisa, ¿lista?
Gisela frunció el ceño, no se acordaba de que ahora había cambiado de nombre, de que en cuanto cogiese ese avión cambiaría su vida para siempre, hasta ella cambiaría, César se la quedo mirando, estaba seria, de repente esa sonrisa que ella tenía se había desvanecido, sabía que había sido a raíz de pronunciar ese nombre, su nuevo nombre. Se colocó delante de ella y la habló en bajito:
- ¿Pasa algo Gisela?
- No... es que...
- Es que no tienes nada claro si coger ese avión o no, ¿O me equivoco?
- Lo tenía claro, o eso pensaba, voy a ser otra César.
- No, otra no, serás la misma, o la que quieras ser Gisela, eso lo decides tú, no quiere decir que porque te tengas que llamar de otra forma tengas que ser diferente.
Gisela respiró hondo, quería llorar, pero tragó saliva, ya no iba a llorar, ya no. Salivo sus labios, y soltó una pequeña sonrisa:
- Ya no voy a ser la misma César, lo sé, vámonos, estoy lista.
César agarró su mano, ella la miró y seguidamente le dio su mano, los dos se subieron en el avión donde ya les esperaban Elena y Edgar.
UNA SEMANA DESPUÉS.
Todavía en casa de Rafa estaban conmocionados por lo que había pasado, además muy tristes porque ni si quiera les habían dejado despedir a Gisela como ellos creían que se merecía, esa semana había sido horrible, pero había llegado el día en que Fernando llegaba, ni si quiera sabían como se lo iban a decir, habían pensado que lo mejor era que Rafael hablase con él. Rafa estaba en silencio en el salón, Erica se acercó a él:
- Rafa tranquilo.
- ¿Cómo quieres que esté tranquilo? En cualquier momento entra mi amigo por la puerta y le tengo que contar que la mujer de la que está enamorado a muerto.
- Rafa... si quieres se lo digo yo.
- No es eso Erica, es que... se que se va a querer morir, conozco muy bien a Fernando, sin contar con que... no va a querer volverme a mirar a la cara, Erica le he fallado, me pidió por favor que le contase todo, el intuyó que algo pasaba con Gisela, y aún así no le conté nada.
- Igual ahora no lo entiende, pero lo entenderá, lo hemos hecho por su bien Rafa, tranquilo por favor.
Rafa negó con la cabeza y se alejó de allí, quería salir a tomar aire, necesitaba salir de allí, agarró el pomo de la puerta, pero antes de poder salir la puerta se abrió, y lo que no quería que llegase llegó, Fernando estaba entrando por la puerta acompañando de Thais, venían más morenos y sonreían. Rafa se quedó blanco al verlos, se echó para atrás, Fernando soltó las maletas y lo miró extrañado:
- ¿Qué pasa? ¿No me vas a saludar?
Erica al ver la escena tuvo que salir en su defensa, se acercó a ellos y miró con cara de circunstancia a Rafa, después miró a Fernando y sonrió como pudo:
- No os esperábamos tan pronto, eso es lo que pasa, ¿Qué tal todo?
Fernando los miró extrañado, sabía que algo pasaba, pero Thais entró en la conversación por fortuna de todos:
- ¿Donde está mi niña? Tengo muchísimas ganas de verla.
Erica abrió los ojos, Rafa seguía sin hablar:
- Está en la habitación con Jessica.
Thais borró su sonrisa y miró a Fernando que seguía embobado y con cara de pocos amigos:
- ¿Cómo Jessica? ¿Quién es esa? ¿Habéis dejado a mi hija con una desconocida?
Fernando interrumpió ante el enfado de Thais:
- No es una desconocida Thais, pero la verdad...no entiendo que hace aquí.
Erica ya no sabía que más decir, estaba apunto de estallar y decir toda la verdad, pero no podía soltarlo sin más, a Fernando no:
- Henrique la echó de casa, y no tenía a donde ir, así que... está aquí momentáneamente.
Thais negó con la cabeza y se fue a ver a su hija, no la hacía ninguna gracia que una fiel de Gisela estuviese en esa casa. Fernando en cambio reparó en su amigo, sabía que algo estaba pasando:
- ¿Qué pasa Rafa? Y esta vez quiero que conteste Rafa.
Esto último se lo dijo a Erica que evidentemente ocultaba algo, Fernando apartó con cuidado a Erica y se colocó delante de su amigo, Rafa no conseguía mirarlo a la cara, de pronto Fernando reparó en algo detrás de Rafa, era Samuel que había aparecido al escuchar voces. Los dos hombres se quedaron mirándose, extrañados, como retándose, finalmente Fernando volvió a mirar a Rafa, esta vez su voz era más dura, estaba comenzando a angustiarse:
- ¿Samuel también está aquí? ¿Qué está pasando? Ya no quiero mas tonterías- Su cara cambio de repente, de el enfado pasó a la ilusión- ¿Está Gisela aquí?
Erica lo sujetó, ya no aguantaba más, no podía ver a su amigo con esa ilusión sabiendo lo que le iba a venir:
- Fer no... ella...
Rafa intervino inmediatamente:
- Ella no está aquí, Fernando, ¿Te parece si hablamos fuera? Más tranquilos, por favor.
Fernando volvió a mirar a Erica y a Samuel antes de asentir con la cabeza despacio, finalmente reparó en su amigo que ya tenía la puerta abierta para salir a la calle, Fernando le siguió despacio, la puerta se cerró, Erica comenzó a llorar, Samuel se acercó a ella y la agarró por los hombros:
- Tranquila Erica, es algo que tiene que pasar, es inevitable.
- Samuel... me imagino el dolor de Fer, daría todo lo que tengo por evitarle ese dolor, no sabes como ese hombre quiere a Gisela.
- Me puedo hacer una idea.
Rafael ando hasta un parque alejado de la casa, tampoco demasiado, pero si lo suficiente para alejarse del ruido y de esa casa. Se paró en seco y miró a su amigo, seguía serio, su mirada reflejaba dolor, rabia, era una mezcla indescriptible, Fernando lo miró angustiado:
- Dime lo que sea Rafa, pero dímelo ya, desde que he entrado a esa casa se que algo pasa, ya no aguanto más, por favor, dímelo.
- Fernando... Samuel vino porque... algo pasaba con Gisela, él tuvo que salir de viaje por asuntos familiares y cuando regresó ya no le dejaron pasar, Henrique le echó y a Jessica la mando matar, suerte que Juan no le hizo caso y la dejó secuestrada en una de las casetas de allí, de esa casa.
- ¿Por qué? ¿Por qué hizo eso? ¿Qué pretendía?
- Pues evidentemente dejar a Gisela sola y hacer su voluntad, lo que ha querido siempre y evidentemente Samuel y Jessica le estorbaban en sus planes, Samuel vino a pedir ayuda, quería entrar en esa casa a cómo diera lugar para sacarla de allí.
- Me parece perfecto ¿Y qué pasó? ¿Habéis ido? Cuenta Rafa, por Dios.
- Sí, armamos un plan y fuimos, entramos en esa casa, bueno... a los jardines, allí rescatamos a Jessica y...
- ¿Y?
- La cosa se complicó, él tenía varios matones que se echaron sobre nosotros, nos comenzaron a disparar y Henrique y Juan se sumaron en nuestra contra, nosotros llevábamos explosivos, no muchos, lo suficiente para derrumbar parte de la casa y con la cortina de humo salir de allí. La cuestión es... que salimos de allí como pudimos, sin cumplir con la misión de llevarnos a Gisela, ni si quiera la pudimos ver, la cosa se complicó amigo, quedaron escombros y hubo... fallecidos.
Fernando ya se desesperó, esa palabra era la gota que colmaba el vaso, habló a su amigo, pero esta vez su voz estaba subida de tono, gritaba sin apenas darse cuenta:
- Rafa ya... ¿Dónde está Gisela? Por favor.
Rafa miró a su amigo, no podía callar más, se había comprometido a decírselo, tenía que hacerlo, con voz temblorosa soltó las palabras que nunca quería que hubiesen salido de sus labios:
- Murió Fernando, Gisela murió, lo siento.
Fernando abrió los ojos de par en par, comenzó a negar con la cabeza, esas palabras rebotaban en su cabeza de un lado a otro, lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos:
- Rafa, no puede ser, Gisela no puede estar muerta no, ¿Qué hicisteis? ¿Se os fue de las manos la explosión? ¿Qué hicisteis?
Fernando estaba agresivo, zarandeaba a su amigo, Rafa nunca le había visto así, le sujetó las manos, también alzó la voz, su amigo no atendía a razones:
- No hicimos nada, ¿Cómo piensas eso?, la autopsia declaro que había fallecido de un disparo, por lo visto Henrique la disparó antes de enfrentarse a nosotros, la dio directamente en el corazón, no sufrió Fernando, no sufrió.
ESTÁS LEYENDO
Como te imaginé
RomanceGisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...