Mi padre

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César bajo su mirada a la arena, Gisela notó que su pregunta había sido innecesaria, le tocó el hombro como una caricia y él la miró, su mirada esta vez reflejaba tristeza, pero él continuó hablando:
- Sí, falleció, ya hace muchos años.
- ¿Puedo preguntar qué pasó?
César asintió con la cabeza y comenzó ha hablar mirando al profundo mar:
- Yo... quería hacer dinero Gisela, comencé a tratar a toda clase de gente, mi consulta era muy discreta y se fue corriendo la voz, hasta que vino un asesino y violador de mujeres, le habían disparado y necesitaba que yo le sacase la bala, evidentemente yo dije que no, ¿Cómo iba a ser cómplice de alguien así?... así que murió, y como era de esperar tomaron la justicia por su mano, no medí las consecuencias Gisela, no tenía miedo a nada por aquel entonces. Hasta que una noche... bueno...
- Sí no quieres seguir te entiendo César.
Él la tocó cariñosamente la pierna, su voz era quebradiza, tenía ganas de llorar, lo que estaba contando le dolía y mucho:
- No te preocupes. Esa noche yo preparé todo para pedirla matrimonio, como tenía que pasar a por el anillo la dije que quedábamos en el restaurante directamente, pero ella nunca llegó.
A Gisela se la encogió el corazón, ese hombre había vivido algo horrible:
- Cuando iba camino al restaurante vi su coche abierto en la carretera y a ella -las lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas- Estaba tirada encima de un charco de sangre, esos hombres la habían abordado y la habían matado, se vengaron así de mí, fui un estúpido Gis, no pensé en las consecuencias, hubiese deseado que me hubiese pasado a mi, ella no tenía culpa de nada, ella estaba exenta de mis acciones, no me pude despedir, ni decirle que la quería y que quería pasar mi vida con ella.
Gisela sin querer comenzó a llorar, esa historia era tan triste y él estaba tan destrozado que ella no lo pudo evitar:
- No tuviste culpa César, no podías hacer otra cosa, hiciste lo correcto.
- Lo correcto Gisela, ¿Para quién? Porque para ella no.
- Tuvo que ser doloroso todo lo que pasaste César.
- Pero hay no queda la cosa Gisela, igual después de que te lo cuente no quieres volver a verme, hice cosas horribles.
Gisela abrió los ojos como platos, "cosas horribles" esas palabras resonaban en su cabeza, ¿Qué clase de cosas?, realmente ella no sabía nada de ese hombre y estaba a muchísimos kilómetros de su casa. Tragó saliva e intentó tranquilizarse:
- ¿Qué clase de cosas?
César la miró, esta vez quería ver la expresión de ella al hablar, la veía insegura pero ya había empezado a contarla su historia, ya no iba a parar:
- Conocí a Henrique entonces, ya me habían hablado de él, sabes que tiene muchos contactos, así que le pedí ayuda.
- ¿Ayuda? ¿Qué clase de ayuda César?
- Le pedí ayuda para averiguar los nombres de quien mataron a Sofía, quería vengarme, él me los brindó, y... los mate Gis, acabe uno a uno con ellos.
Gisela no podía respirar, se sentía ahogada, se levantó e intentó tomar aire, ese hombre no era perfecto, nadie es perfecto, pero a ella hasta ese momento se lo había parecido. Él la observó durante un tiempo, pero al ver que ella no salía corriendo se levantó a su lado:
- Ahora entiendo, de nada me sirvió acabar con su vida Gis, porque a ella no me la iban a devolver, pero no tenía otra forma de justicia, ellos tenían comprados a todo el mundo, nadie iba ha hacer nada. Entiendo que para ti sea un horror, que sea una persona horrible.
- No, no eres una persona horrible, jamás se me va a olvidar lo que hiciste por mí, pero... no me esperaba que tú hicieras algo así. No pensé jamás que hubieses conocido a Henrique de esa forma, que él...
- ¿Qué él tuviese tantos contactos? Pues sí Gisela, Henrique es muy poderoso, él no me cobró, yo pensaba pagarle, pero me dijo que me guardase mi dinero, que él se guardaba el favor para cuando me necesitara, por eso... yo no tenía que haber hecho lo que hice contigo, le debía un favor, un favor enorme, pero cuando te vi...
- Recuerdo que me dijiste que te acercaste a mi en el bar porque te recordaba a alguien, ahora entiendo que era a ella, por eso me hiciste el favor de callar mi embarazo y por eso... me sacaste de esa casa, porque te recuerdo a ella.
- Realmente me acerqué a ti por tu parecido con ella, me pareció increíble volverla a ver, ella tendría más o menos tu edad por aquel entonces, pero entonces me hablaste y me volviste a la realidad, y el destino me puso otra vez en tu camino cuando me llamó Henrique. No le fui legal Gis, tenía que haberle dicho que estabas embarazada, pero ya por aquel entonces me pasaban cosas contigo y aparte... eras una chica indefensa con miedo de aquel hombre, y por último cuando me llamó y te vi en esa cama... Gisela no te podía dejar ahí, no era ético.
- No te reclamo nada César, no quiere decir con esto que esté de acuerdo con lo que hiciste, pero... me pongo en tu situación y... pues no se que hubiese echo yo si me pasa algo así... Yo solo quiero que entiendas que yo no soy Sofía, que... no voy a poder llenar su hueco.
- No pretendo eso Gis, me queda claro quién eres, y sabes que no te voy a pedir nada, ya hablamos de ello.
- Y... ¿Y Edgar?
- ¿Qué pasa con él?
- ¿Qué relación tenían Edgar y Sofía?
- Pues... normal... de cuñados, se llevaban bien pero... la verdad no entiendo mucho la pregunta.
Gisela no entendía que hacía Edgar con la misma foto que César, y tampoco entendía el trato de él para con ella, pero no quería crear un conflicto entre ellos, así que evadió como pudo su propia pregunta:
- Simplemente pienso que él cree que me has ayudado para sustituirla, y no quiero que piense eso.
- No te preocupes, solo tienes que dejarle tiempo, como has podido comprobar es muy impactante vuestro parecido y... Edgar siempre ha sido más sensible que yo, no se lo tengas en cuenta.
Gisela sonrió y él la agarró la mano con cuidado, ella confiaba en él y eso era lo que le importaba, tenía miedo de contarla la verdad, pero en ese momento sintió que ella lo comprendía y lo apoyaba y eso le valía.
SEIS MESES DESPUÉS:
Thais ya había conseguido lo que quería, por fin se había quitado de encima a Gisela, Fernando seguía como alma en pena, trabajaba en lo que iba saliendo e iba del trabajo a casa y de casa al trabajo,pero ya lo tenía solo para ella. Por otro lado desde la muerte de Gisela, Erica y Rafa ya no aparecían por la casa, habían intentado varías veces hablar con Fernando, pero él no estaba por la labor, así que no estaban cerca molestando, la única que venía a veces era Jessica, esa mujer la molestaba, siempre la miraba como acusándola, pero Thais no la daba mayor importancia. Pero había algo que la preocupaba, tarde o temprano Fernando la reclamaría por la enfermedad, había días que incluso la insinuaba ir al médico para seguir de cerca el proceso de la enfermedad, Thais ya no tenía el apoyo de Henrique y había intentado localizar al doctor que la atendió y no había manera, tenía que buscar una solución pero sinceramente no sabía cuál.
Alguien llamó a la puerta, un hombre moreno de unos treinta años, atractivo y humilde la abre, su cara lo dice todo, sus ojos marrones claros se abren como platos y su boca sin querer forma una o. Mira al hombre que tiene enfrente y casi sin habla pronuncia algo:
- ¿Tú?
Henrique estaba tras esa puerta, tenía mucha barba y un aspecto demacrado, parecía un mendigo, aquel hombre no entendía nada, por fin Henrique habló:
- ¿No me vas a dejar pasar? ¿Así recibes a tu padre después de tanto tiempo?
El muchacho miró dentro de su casa y después volvió a mirar a Henrique, enseguida asintió con la cabeza y lo dejó entrar, Henrique miró detenidamente la humilde casa. El muchacho con la mano le dirigió al salón, la sala era sencilla en tonos crudos y blancos, allí se sentó en un sofá, justo enfrente del que había utilizado Henrique para sentarse, aquel muchacho no paraba de mirarlo sin entender nada, así que al fin Henrique habló:
- Fermín...llevo más de seis meses fuera de mi casa, escondido y... curándome de una herida grave que tuve.
- No entiendo nada, ¿Por qué vienes aquí?
- No tenía otro sitio donde ir, eres lo único que me queda hijo.
- Mi novia está a punto de venir de trabajar, ¿Cómo le explicó esto?, para ella estas muerto.
- Lo se, pero... igual le podemos decir la verdad, si quieres hablo yo con ella.
- No, déjame que hable yo, pero... ¿Qué te ha pasado? ¿por qué tan herido?
- Hubo un supuesto atentando en mi casa, hubo disparos y finalmente una explosión.
- ¿Cómo que un supuesto atentado?
- Eso es lo que han declarado, pero yo sé que no ha sido un atentado, entre otras cosas porque yo vi a los hombres que entraron y uno de ellos era un antiguo empleado mío.
Fermín cada vez entendía menos, estaba nervioso, andaba de un lado al otro de la sala, quería preguntar toda la historia pero no le dio tiempo porque Henrique siguió hablando:
- Ellos querían llevarse a mi mujer, la explosión se les fue de la manos , volaron uno de los balcones.
- Sí fue otra gente, ¿Por qué huiste? ¿Y porque querían a Gisela?
- La historia es muy larga, pero tuve que huir porque me culparon a mí por la muerte de Gisela. El informe decía que yo la había disparado antes de huir.
- ¿Gisela está muerta? Pero...
- No está muerta, yo sé que no, ella quiso escapar y fue la excusa perfecta para hacerlo, mientras la crean muerta no la van a buscar.
Fermín se volvió a sentar enfrente de él, puso su cabeza entre sus manos e intentó aclararse la mente:
- A ver si me aclaro,¿Escapar de qué ? Y...¿Quién la va a buscar?
- Escapar de mí, y evidentemente que la busque yo.
Henrique empezó a contarle toda la vida que había tenido con ella, omitió algunos detalles evidentemente, Fermín no salía de su asombro y evidentemente comenzó a pensar en qué podía ayudarlo él:
- La verdad, no entiendo en qué te puedo ayudar yo.
- Me costó mucho conseguir dinero para viajar, me han bloqueado todas mis cuentas, pero alguien como yo siempre tiene un as bajo la manga. Tenía que salir del país, me van a buscar hasta debajo de las piedras, así que... venir aquí era mi única opción.
- ¿Cuanto crees que tardarán en darse cuenta de que tienes un hijo en Argentina?
- No lo van a saber, tu lleva los apellidos de tu madre, no tienen porque relacionarnos. ¿Me puedo quedar?
- Sí, Mónica no tardará en llegar, deja que hable con ella.
Ya llevaban seis meses en esa isla, tenían un montón de cosas que hacer y millones de cosas por ver, pero Gisela tenía la sensación de que ya lo había visto y vivido todo allí, César se empeñaba en complacerla en todo y eso a ella la agradaba, pero no paraba de pensar en Fernando, la encantaría escaparse y volverlo a ver aunque fuese de lejos. Tocó su barriga, había ya casi siete meses que había perdido a su bebé, el símbolo de amor que tenían ella y Fernando. Su vida estaba vacía, perdió al bebé y a su hijo no lo podía ver, Henrique lo había desaparecido, solo rezaba todas las noches porque estuviese bien y le volviese a ver pronto.
Parecía que Edgar ya la iba aceptando, pero Gisela seguía sin averiguar qué había entre él y Sofía.
Estaba sentado en la silla de la cocina, la puerta de la entrada sonó al abrirse, el tomó aire y se incorporó, ella entró con su sonrisa de oreja a oreja. Mónica  era una chica joven con el pelo negro largo. Entró en la cocina allí estaba su novio, la verdad no tenía muy buena cara, le dio un beso en los labios y se le quedó mirando:
- ¿Qué pasa?
Alguien pasó por detrás suya, ella se asustó no solían recibir visitas, se dio la vuelta y vio a aquel hombre, la sonaba su cara pero no creía conocerlo:
- Hola Mónica.
Ella le miró sorprendida, después miró a Fermín y entre dientes le habló:
- ¿Quién es?- se volvió a aquel hombre- Hola.
Fermín tragó saliva y le hizo una señal a su padre para que les dejase solos. Ella le siguió con la vista hasta que se fue, después se volvió a su novio y con un gesto de ojos le pidió explicaciones:
- ¿Quién es? ¿Y por qué sabe mi nombre?
- Es mi padre Moni.

 Ella le siguió con la vista hasta que se fue, después se volvió a su novio y con un gesto de ojos le pidió explicaciones:- ¿Quién es? ¿Y por qué sabe mi nombre?- Es mi padre Moni

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