Gisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...
César se quedó callado por unos segundos, tenía la oportunidad de ver a Gisela y no la iba a dejar escapar: - ¿Quieres que me acerque o venís vosotros? - Mejor que te acerques por favor. - Lo que tarde en llegar Henrique. Henrique colgó, miró despacio a Juan, este no le daba mucha importancia, pero Henrique no paraba de pensar en lo que se podía complicar la cosa. Juan se acercó a la cabaña donde estaba Jessica, ella estaba sentada en la silla, seguía atada en las manos y los pies, Juan llevaba una bandeja con unos sándwich y un vaso de leche, con unas galletas y una botella pequeña de agua. Se acercó a ella, dejó la bandeja en el suelo y la desató las manos: - ¿Cómo te encuentras Jessica? Ella movía las muñecas con un gesto de molestia, lo miró: - Pues todo lo bien que puedo estar aquí encerrada, sin ver La Luz del sol. - Es lo mejor Jessica ya te lo he dicho, te he traído algo para que comas. Le puso encima la bandeja, ella agarró la botella de agua y empezó a beber, cuando terminó la dejó otra vez en la bandeja: - Gracias Juan, ¿Cómo está mi niña? - Está... bien. - Juan no me mientas por favor, ¿Pasa algo? Juan la agarró de las manos despacio, con delicadeza la acarició con el dedo gordo: - Va a venir un médico a verla. - ¿Un médico? ¿Por qué? No la está cuidando nadie y no está nadie con ella ni con el bebé. - Está cuidada, hay una mujer con ella, lo único que se a empezado a encontrar mal y van a venir a revisarla. - Juan, se que algo pasa, porque Henrique me a quitado del medio, ¿Por qué? - Jessica mejor no me sigas preguntando, ya te he dicho todo lo que podría decirte. - Tú no quieres a Gisela. - Yo la quería, me parecía una niña adorable que había venido para dar alegría a la casa, pero... no me gusto lo que hizo con Fernando, lo que le hizo a Henrique. - ¿A Henrique o a tu hijo? - Eso también, Samuel siempre la a querido. - No es culpa de ella no haberse fijado en Samuel, no la puedes culpar por eso. Juan se levantó, estaba nervioso: - No la culpo, simplemente no estoy de acuerdo con lo que ha hecho, si la guardase rencor no hubiese convencido a Henrique para que llamase a César. - ¿A César? A Jessica se la iluminó la cara, sabía que Gisela confiaba en él y que César la apoyaría porque algo le pasaba con ella: - ¿Por qué tiene que venir el médico? Dime la verdad Juan. - Pues no estoy seguro porque la que está con ella es una enfermera, pero creo que está teniendo fiebre, no creo que sea nada grave. - ¿Fiebre? Juan se puso nervioso, ya no quería decirla más, no quería arriesgarse a que Jessica pudiese liar alguna: - No se más Jessica, en cuanto venga el médico vengo y te digo algo, te voy a dejar suelta las manos, no quiero problemas Jessica, si sales me meterás en líos, pero más líos para ti, porque te van a matar directamente, no van a tener miramiento. Juan se fue, Jessica miraba la puerta, sabía que salir iba a ser peligroso, pero también estaba preocupada por Gisela, aunque Juan siempre la decía que estaba bien, no se fiaba, ¿Por qué Henrique se quería deshacer de ella y de Samuel?, eso era porque tenia algún plan, sino no la hubiese querido sola. César llegó a la casa, le abrieron la puerta corredera y metió el coche dentro, todo estaba muy tranquilo, o eso parecía, bajó de su coche y se acercó a la puerta principal, estaba nervioso, iba a volver a ver a Gisela. Cuando estaba cerca de la puerta dos hombres armados hasta la boca le frenaron, César no entendía nada, se paró y levantó las manos en señal de paz: - Vengó a ver a Henrique, es mi amigo, él me llamó. Los hombres no pronunciaron palabra y le seguían apuntando con las armas, la puerta se abrió,era Juan, él hizo un gesto con la mano para que bajasen las armas y dejasen de apuntar a César. Juan se acercó a él: - Pase doctor. César siguió a Juan, antes de entrar en la casa volvió a darse la vuelta para mirar a los guardias que estaban de espaldas otra vez, se cerró la puerta, César se giró: - ¿Qué pasa? ¿Por qué tanta seguridad? Juan lo miró, realmente no sabía que decir, así que evadió la pregunta: - Henrique le espera en el despacho, si me acompaña. César frunció el ceño, si estaba delicada Gisela por qué no le llevaban ya a donde estaba ella, no quería levantar sospechas así que asintió y siguió a Juan hasta la puerta del despacho, Juan llamó y la voz de Henrique aprobando que entrarán se escuchó detrás de la puerta, Juan abrió y los dos hombres pasaron: - Ya está aquí el doctor. - Muchas gracias Juan, déjanos solos. Juan asintió y se fue cerrando la puerta a su paso, César tragó saliva, no entendía muy bien lo que quería Henrique: - Hola César, amigo. Ese "amigo" sonó un poco especial, sabía que algo pasaba: - Hola Henrique, he venido lo antes posible. - No te preocupes, te has dado mucha prisa. - ¿Qué pasa Henrique? - ¿Tiene que pasar algo? - Sí me has llamado es porque algo pasa, eso está claro, pero me extraña que antes de ver a tu esposa me metas aquí, cuando me has llamado con tanta urgencia. - Es que antes de que la veas quería hablar contigo, porque me extraña un poco que no me dijeses lo del embarazo cuando la revisaste. César intentó no ponerse nervioso, la hizo el favor a Gisela y aunque sabía que le iba a traer problemas contaría la verdad: - Sí me di cuenta, pero ella me dijo que no te lo dijera. Henrique medio cerró los ojos, apretó su mano con fuerza e intentó calmarse: - Se suponía que eras mi amigo, que la lealtad me la debías a mí. - Y te tengo lealtad Henrique, pero cuando la dije que estaba embarazada ella me pidió que no te lo contara, quería decírtelo ella. Henrique se quedó en silencio, podría ser lo que decía, podría ser que simplemente haya sido eso: - Tú sabes... - Sí, ella me lo contó, por eso creía sinceramente que deberíais hablar, que no debía soltarte yo la bomba, es algo íntimo y sabes que yo soy discreto, siempre he sido discreto. Henrique asintió: - Lo siento, estoy un poco paranoico. - Lo se, sabías que era difícil mantener a tu lado a una chica tan joven, que bueno... no te eligió. - Lo se, pero ella es mía. César no dijo nada más, sabía que Henrique pensaba que ella era de su propiedad y César quería verla ya, quería ayudarla, prometió ayudarla: - Es tu esposa y la madre de tu hijo. Henrique asintió, le dio un golpe de aprecio en el brazo a su amigo y le hizo un gesto para que le siguiese. Subieron las escaleras y cuando estaban a punto de entrar en la habitación Henrique llamó para que saliese Ashley. Salió y dio una sonrisa encantadora a César, no paraba de mirarlo cuando Henrique la estaba hablando: - Ashley este es César, mi amigo, el doctor que te dije que iba a llamar. - Encantada. César le ofreció la mano, ella la agarró y después le dio dos besos en las mejillas, él se quedó un poco perplejo, ella le estaba coqueteando, Henrique le sacó de su asombro: - Ashley explícale a César lo que pasa con Gisela. - Pues... a tenido sangrado, así que no sabemos si el bebé esta bien. - Pues vamos a verlo. Los tres entraron en la habitación, César se quedó mirando la cama, allí estaba ella, la tenía a muy pocos centímetros, intentó estar tranquilo. Gisela estaba pálida, con los ojos cerrados, tenía ojeras y estaba demacrada : - Necesito revisarla. Henrique hace un gesto a Ashley para que salgan de la habitación, ella antes de salir se vuelve hacia César: - Cualquier cosa que necesites estoy fuera. César asintió y Ashley junto a Henrique salieron de la habitación, César dejó el maletín al lado de la cama, se remangó la camisa y se acercó a Gisela, la agarró de la mano con cariño y la habló en voz baja: - Gisela, ¿Me escuchas? Gisela escuchó una voz conocida, esa voz, no era Henrique, ni Juan, era... César, ella abrió los ojos despacio, lo miró: - César... - Sí soy yo, ¿Cómo te encuentras? Gisela bajó la mirada, estaba triste, César le agarró la mano esta vez con sus dos manos: - Gisela, necesito saber cómo te encuentras. - Creo que he perdido al bebé. Una lágrima recorría su cara, César sentía mucha pena por ella, todo lo que había pasado esa chica con lo joven que era: - Te voy a examinar, tranquila. Soltó su mano muy a su pesar. Henrique y Ashley entraron en la cocina, Ashley no dudó en preguntar a Henrique por ese hombre que acababa de conocer: - ¿Desde cuándo lo conoces? Henrique la miró con el ceño fruncido: - ¿Te refieres a César? Ella asintió, él la miró con mala cara: - Desde hace ya bastantes años, ¿Por qué? - Por nada...-intentó no darle tanta importancia al asunto, cosa que no consiguió- solo curiosidad. - Ashley, que no se te olvide donde y por qué estás aquí. Ella puso cara seria, pero seguidamente se acercó a él coqueteando: - Yo solo quiero estar contigo, tranquilo. Pasó sus brazos por su cuello, él no la dio mucha importancia, agarró sus brazos: - No tengo cabeza para esto ahora. Dejó caer los brazos de ella, Ashley puso mala cara y negó con la cabeza. Henrique se dirigió a Juan: - Juan prepara algo de comer para Gisela y para César y se lo subes, me imagino que la cosa irá para largo- Ahora se dirigió a ella- Tú si quieres come algo. Salió de la cocina, Ashley se quedó con mala cara, Juan se giró hacia ella y negó con la cabeza con cara divertida, Ashley con un gesto de cabeza le retó pero Juan se giró y siguió haciendo la cena. Henrique se sentó en el sofá que tenía en el despacho, estaba cansado y preocupado al mismo tiempo, se aflojó el cuello de la camisa dejó caer la cabeza sobre el respaldo del sofá. Juan llevaba una bandeja con comida, Ashley lo frenó: - Voy a subírselo yo. Juan la miró extrañada, la veía muy señorita para esto: - ¿Usted? No se preocupe, esto es mi trabajo. - Ya...lo que pasa es que si está revisando a Gisela...tú me entiendes, ella es mujer y yo también. Juan la miró por unos instantes, pero luego asintió, entendía lo que Ashley le quería decir, soltó la bandeja en las manos de ella y se fue a descansar. Ashley subía la bandeja, antes de entrar en la habitación, sujetó la bandeja con una mano y con la otra se desabrochó dos botones de la camisa, la gustaba el doctor y se lo iba ha hacer saber. Llamó a la puerta para que supieran que entraba, cuando entró en la habitación César tenía una bata puesta y estaba poniéndose unos guantes: - Perdona que te moleste, os traigo algo de comer, la verdad es que Gisela casi no a comido. - Muchas gracias... ¿Ashley no? Ella sonrió, sabía que le gustaba, así que se guardó ese As debajo de la manga, igual lo necesitaría usar más tarde: - Sí, estaré abajo. César fue quien la sonrió ahora, Ashley se fue de la habitación, César comenzó a revisar a Gisela, ella estaba pendiente en estos momentos, él se acercó a ella después de unas cuantas pruebas, no tenía buena cara: - Gisela... efectivamente has perdido al bebé. Ella cerró sus ojos y comenzó a llorar, lo sospechaba pero tenía una esperanza dentro de que todo fuese un maldito sueño, César la agarró de nuevo la mano, ella se incorporó, se sentó despacio: - No puede ser. A él le mataba verla así, estaba muy triste: - Lo siento, se lo difícil que es, pero piensa que tienes otro hijo, que tienes que estar fuerte para él, y que eres muy joven, que hayas perdido a este bebé no quiere decir que no vayas a poder tener mas, tranquila. - Yo quería este bebé, lo quería. César ya no podía aguantar más y la abrazó , ella no para de llorar cerca de su hombro, él la abrazó más fuerte: - Lo siento Gisela, mi niña, lo siento mucho. Pasado un tiempo Gisela parecía estar más tranquila, sus ojos estaban hinchados después de haber llorado tanto, Cesar la había ayudado a comerse un sándwich de los que había traído Ashley, se acercó a ella, la habló despacio: - Te voy a dar unas pastillas para que te limpies, te voy a poner suero por si estuvieses deshidratada, además te voy a dar una pastilla para el dolor, para que estés tranquila, cualquier cosa que necesites dímelo. Gisela solamente asentía, con tristeza, sentía que Henrique le había hecho perder todo, Henrique había matado el único recuerdo que iba a tener de Fernando.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.