Gisela tenía ganas de pellizcarse para ver si estaba soñando, pero el olor de Henrique al acercarse la sacó de sus pensamientos. Su mirada pasó del miedo al odio:
- Estás preciosa con ese vestido... ¿Enserio pensabas que te iba ha dejar casarte? ¿Qué no iba ha hacer nada para remediarlo?
Gisela intentó levantarse, pero estaba débil, no podía con su cuerpo. Se alejó como pudo de él arrastrándose, tenía miedo, no sabía que quería Henrique de ella. Él se incorporó y la miraba desde lo alto:
- Mejor será que comas y bebas algo, te tienes que recuperar.
Ella lo miró de reojo:
- ¿Qué me has hecho? ¿Por qué no puedo apenas moverme?
- Bueno... realmente te eché somníferos en el agua, pero tenía miedo de que te despertases, así que te inyecté, pero tranquila, te recuperarás pronto, te quiero consciente.
Henrique se giró y salió de la habitación, ella pensó en gritar, pero no pudo. Tenía miedo, rabia, tenía ganas de llorar, acercó su mano despacio al agua que había dejado Henrique, pero antes de coger el vaso descartó la idea, un rato antes la había drogado ofreciéndola un vaso de agua. Retiró la mano y se colocó pegada a la pared con las rodillas pegadas a su pecho.
Jessica había recogido la ropa ya una vez seca, después de doblarla fue al dormitorio de Erica a dejar la ropa. Colocó las camisetas de Rafa en el armario y después fue a colocar la toalla al baño, cuando abrió la puerta vio a Erica, que se asustó por su presencia:
- Perdón Erica, no quería asustarte, no sabía que habías vuelto del bar.
Ella estaba asustada, escondía algo a sus espaldas. Jessica la miró extrañada:
- ¿Qué pasa?
- Nada... salí un momento del bar porque tenía que hacer... tenía un recado que hacer.
Jessica solo asintió, sin dar mucha credibilidad a sus palabras. Se acercó un poco a Erica y está comenzó a ponerse más nerviosa:
- Erica, ¿Qué pasa? Estás nerviosa.
Ella miró a ambos lados, no tenía escapatoria, tampoco quería ocultarle nada a Jessica, era de su confianza. Tragó saliva y sacó sus manos con el cepillo que tenía escondido entre sus manos. Se lo mostró a Jessica:
- ¿Qué es eso?
- Es el cepillo de Rafa.
- Eso ya lo sé Erica, ¿Qué haces con él?
Erica agachó la mirada, pero Jessica pudo observar una bolsa en el lavabo, la agarró y entonces recordó:
- ¿Estás cogiendo una muestra de ADN de Rafa?
Erica no contestaba, pero a Jessica no la hacía falta nada más, ella misma había entregado las muestras de Henrique e Ivan en su momento:
- Conozco perfectamente este laboratorio y conozco perfectamente lo que estás haciendo, porque ya lo hice antes.
- Lo he pensado mucho, necesito respuestas Jess.
- ¿Estás segura?
- No lo se, lo único que se es que quiero saber la verdad, son muchas las señales que me dicen que Ainhoa es hija de Rafa.
- Me refiero a que si estás segura de querer saber la verdad. Una vez que ya lo sepas y lo digas ya no hay marcha atrás. A ti te va a doler, porque evidentemente siempre has tenido dudas de los sentimientos de Rafa hacia Thais. A Rafa le vas a cambiar la vida, porque lo principal va a ser la niña, su hija. Y a Fernando lo vas a destrozar, él piensa que esa niña es suya.
- Jessica, ¿Piensas que lo mejor es callarme?, Ósea que lo mejor es que Thais juegue con los sentimientos de Fernando, para retenerle pensando que es su hija. Y que Rafa no sepa que es papá.
- No estás segura Erica, no puedes hablar como si ya supieses que Thais a mentido, igual no es lo que parece.
Erica suspiró hondo, esta situación la sobrepasaba, quería cerrar los ojos y que cuando los abriese descubriese que todo era una pesadilla, pero no, era la vida real. Jessica se acercó a ella, realmente estaba preocupada por la manera en que Erica estaba tomando este tema. La miró a los ojos, estaban encharcados en lágrimas:
- Quiero que sepas que te voy a ayudar y te voy a apoyar, pase lo que pase.
- Jess... gracias por todo, por siempre estar ahí, eres un ángel.
La abrazó con todas sus fuerzas, no pudo evitar derramar alguna lágrimas, en esos momentos lo que más necesitaba era el apoyo de alguien, tras unos segundos la soltó y la miró a la cara:
- Necesito saber la verdad.
Ambas mujeres se quedaron mirando, hasta que unos golpes en la puerta principal las sacaron de sus pensamientos. Los golpes se repetían, parecía ansioso quien fuese:
- ¿Será Rafa?
- No creo, y que llame de esa forma...
Los golpes en la puerta seguían, Erica se fue acercando seguida de Jessica, al fin agarró el pomo, se volvió a sobresaltar cuando volvieron a sonar esos ruidos detrás de la puerta. Abrió enfadada y pudo ver a un hombre que casi sin mirarla entró en el apartamento, Erica se quedó perpleja después de que aquel hombre la empujara para apartarla. Después de él entró otro hombre que tampoco conocía y por fin vio a Fernando. Lo miró desorientada, Fernando se encogió de hombros mientras que Erica tras cerrar la puerta se dirigió a aquel hombre tan maleducado:
- ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué entras así?
César se giró y miró a Erica, se le veía enfadado, aunque más que enfado lo que reflejaban sus ojos era desconsuelo:
- ¿Dónde está Elisa?
Erica frunció el ceño y tras mirar a Fernando volvió a mirar a aquel hombre:
- ¿Qué Elisa?
- Quiero decir... Gisela. ¿Está aquí?
- ¿Qué te hace suponer que está aquí?
Fernando intervino en la conversación, porque veía que César se comenzaba a desesperar:
- Erica, ¿Está aquí Gisela?
- No Fer, lo último que se de ella es que hoy era su boda, hablé con ella ayer por teléfono, pero ya no sé más.
- Vino a la casa, pero no llegó al altar, la estuvimos esperando y no llegó. Cuando fuimos a buscarla no estaba, pensaba que se había ido a buscar a Fernando, pero no.
- Por eso pensé en ti Erica, tú siempre has sido su amiga, igual se había refugiado en ti.
Erica miró al suelo, después los miró a ellos:
- Lo siento, pero os prometo que no sé nada de ella, ¿Dónde ha podido ir?
- Creen que la han podido secuestrar.
Erica reparó en el hombre que acababa de hablar, no le conocía:
- ¿Por que pensáis eso?
- Porque nadie la vio salir.
- ¿Y quien iba a secuestrarla? Ella no tiene enemigos.
- Pues no sabemos, pero ya no sabemos dónde mirar.
- Pues entonces habrá que ir a la policía, si pensáis que la ha podido pasar algo... ellos nos ayudarán.
- Sí, va a ser lo mejor.
César y Fermín salieron de la casa casi sin mirar atrás, mientras que Fernando se quedó unos Segundos para hablar con Erica:
- Siento que hayan entrado así, pero sinceramente tenía la esperanza de que ella estuviese aquí.
- Pero me llamaste y me preguntaste, Fer... si hubiese estado aquí te lo hubiese dicho.
- Lo se... pero no quiero pensar que La Haya podido pasar algo, ahora que la he recuperado no.
A Fernando varias lágrimas le recorrían ya las mejillas, Erica sintió ternura y abrazó a su amigo:
- Yo os voy a ayudar, no la vas a perder, la vamos a encontrar.
- Quédate aquí, si se comunicase contigo... por favor... comunícate con nosotros.
- Tranquilo, así lo haré.
Fernando salió por la puerta y la cerró de un portazo. Erica escuchó un sollozo tras ella, Jessica estaba en la puerta del pasillo con lágrimas en los ojos, parecía que lo había escuchado todo:
- ¿Dónde está Gisela? ¿Qué ha pasado con ella?
Erica se encogió de hombros, no quería atormentar a Jessica, pero se sentía en la obligación de contarla la verdad:
- No se sabe Jessica.
- ¿Cómo que no se sabe?
- Ella se casaba hoy, pero pasó la noche con Fernando. Todos pensábamos que estaba confusa, pero ella fue a casarse... y desapareció, ya no se sabe más.
Jessica comenzó a dar vueltas de un lado a otro del salón. Erica la seguía con la mirada, hasta que por fin Jessica habló:
- Debe de estar en algún sitio, hay que buscarla, no se la a podido tragar la tierra.
- Están en ello Jessica, pero Gisela no conoce a nadie más... tú la conoces más... ¿Hay algún lado que haya podido ir?
Jessica pensó por unos instantes, pero no había sitios, realmente Gisela solo los conocía a ellos. Jessica tras unos segundos negó con la cabeza:
- No, y mucho menos se iba a largar sin recuperar a su hijo, no se fue cuando Henrique le hacía la vida imposible mucho menos se va a ir ahora.
- Sí no fuese porque es imposible...
Erica se calló, pero Jessica la miró fijamente:
- ¿Qué quieres decir?
- Qué si no fuese porque Henrique está muerto, diría que es cosa suya.
Habían pasado varias horas, Gisela se sentía confusa, tenía ganas de llorar, tenía hambre y sed, pero no se atrevía a probar bocado, sentía sus labios secos. Miró a su alrededor y se levantó despacio, según se levantó tropezó con lo que parecía una caja dura, se hizo algo de daño pero estaba más preocupada por no hacer ruido que por el dolor. Siguió mirando a su alrededor, había una ventana llena de palos clavados, pero un rayo de luz se asomaba entre dos de los palos, se fue acercando hasta quedar a escasos centímetros de la ventana, una vez allí apoyó su cabeza y miró por el espacio, no veía con claridad, parecía de noche. A lo lejos pudo divisar algo, lo que parecían ruinas, pero un ruido tras la puerta la sacó de lo que estaba haciendo y se apartó deprisa, se volvió a Dónde Henrique la había dejado. Henrique entró en ese espacio y la miró, traía una silla plegable en las manos, la abrió y se sentó a unos centímetros de Gisela. Ella lo miró restándole, a lo que él contestó con una sonrisa divertida:
- ¿Cómo te encuentras? Por lo que veo no has comido nada.
- No quiero comer.
- Gisela tú verás, de nada te sirve no comer ni beber, antes te enfermarás.
- ¿Qué es lo que quieres? Mátame ya de una vez por todas.
Se lo dijo con ira, esperando su enfado, pero por sorpresa para ella su reacción fue todo lo contrario. Henrique sonrió y hasta soltó una leve carcajada:
- Giselita... yo no te quiero matar, si hubiese querido matarte lo hubiese tenido fácil, te hubiese mandado disparar en cualquier momento cuando estuviste en tu viaje de enamorados con el doctor. O cuando volviste, eras un blanco fácil créeme.
Gisela apartó la mirada de la suya, ese hombre siempre la intimidaba, y ahora que no sabía que era lo que quería mucho más:
- ¿Ahora que sabes que no te voy a matar vas a comer?
Gisela no hablaba, seguía sin mirarlo, comenzó a temblar, se sentía sin fuerzas. Pero tomo aire para estar lo más tranquila que pudiese estar. Intentó contestarle pero tragó saliva y volvió a mirar al suelo:
- Giselita, será mejor que comas, no quiero que te enfermes.
Henrique le acercó el vaso de agua, ella lo miró de reojo, pensó en rechazarlo de nuevo, pero sentía su boca seca, necesitaba beber. Finalmente agarró el vaso con cuidado, rozó los dedos de él y un escalofrío recorrió su columna. Pero por fin sintió el agua fresca en sus labios, en su boca, en su garganta. Se bebió el vaso de un trago, después volvió a mirar a Henrique que la miraba sonriente:
- ¿Mejor?
- ¿Qué es lo que quieres Henrique? ¿Qué ganas secuestrándome?
- Realmente no es un secuestro, tú eres mi mujer, que no se te olvide.
- Es un secuestro porque me llevaste a la fuerza, me drogaste. Además... se supone que estás muerto.
- Tú también... la verdad que me sorprendió César. No pensaba que fuese capaz de traicionarme sabiendo lo que sé de él.
Gisela se quedó pensativa en su última frase, César le había contado toda la historia, así que no le dio más importancia. Mientras Henrique seguía hablando:
- ¿Te enamoraste de él Gisela? O simplemente te vino bien que él se enamorase de ti para huir con él.
Gisela negaba con la cabeza:
- Él me quiso ayudar, porque tú me tenías encerrada, mataste a mi bebé y me alejaste de mi hijo. Casi muero en aquella cama y a ti te dio igual, César solo quiso ayudar.
Henrique soltó una carcajada, mientras ella le miró sorprendida:
- ¿Crees que es santo? Para nada Gisela. Él se fijó en ti porque te pareces a su ex novia, solo eso, se obsesionó contigo Gisela. Si él te quisiese enserio hubiese sido sincero contigo, porque no lo ha sido.
- César ha sido sincero conmigo, él me contó como te conoció, me contó que te debía un favor por eso me atendió en casa.
- ¿Te ha contado todo seguro? Él no me pagó el favor atendiéndote en casa, ese es su trabajo. Me pagó el favor falsificando unos papeles médicos.
Gisela frunció el ceño, no entendía de qué papeles hablaba. Henrique se acercó a ella despacio y la agarró la cara con cuidado, Gisela comenzó a temblar. Él volvió a soltar su cara tras sonreír:
- ¿No te imaginas qué papeles médicos falsificó?
Gisela pensó, lo miraba extrañada, y pensó, ¿Era verdad lo que estaba diciendo?, no se podía fiar de él. Y entonces cayó, solo había una persona que había presentado papeles médicos, solo había una persona que ella conocía que estuviese enferma:
- Thais.
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Como te imaginé
RomanceGisela Álvarez casada con un hombre mucho mas mayor, jamás a conocido el deseo, la pasión y mucho menos el amor.Hasta que llega a su vida Fernando Marín, un escolta que le pone su propio marido, el cual la hace sentir cosas que jamás imaginaba senti...