Lembongan

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Fernando soltó a su amigo, lo miraba, se alejó, su cara era de dolor, pero también había incredulidad, Rafa se intentó acercar a él, pero Fernando estiró su mano dándole a entender que no se acercara:
- Rafa... ¿Cuándo pasó?
Fernando comenzó a llorar, ya no aguantaba más, sabía por la expresión de su amigo que era cierto, que estaba comprobado. Rafa tragó saliva y con lágrimas en los ojos siguió hablando:
- Hace una semana, lo siento Fer.
- ¿Lo sientes? ¿Eso es lo único que se te ocurre? ¿Lo sientes?
Fernando estaba roto de dolor, su cara estaba roja y llena de lágrimas, Rafa le siguió, lloraba, no podía ver así a su amigo. Fernando volvió a alzar la voz:
- Te llamé, te rogué que me dijeses y averiguases cómo estaba Gisela, lo presentí, lo soñé, te lo dije... -Negaba con la cabeza y cada vez lloras más- ¿Por qué no me llamaste? Esperas a la semana a decírmelo, ¿Y si no llego a venir? ¿No me lo dices?
- Te lo iba a decir, te lo juro, pero... cuando me llamaste no sabíamos nada de ella todavía, te lo prometo, y luego... tardaros días en identificar los cuerpos, además... no quería decírtelo por teléfono Fernando, entiende, esto es algo que había que hablarlo en persona.
- Me podías haber llamado cuando Samuel se presentó aquí, os hubiese ayudado, Rafa...no me puedo creer que me lo hayas ocultado.
- No te lo he ocultado, era lo mejor.
- ¿Lo mejor para quién? Yo no me esperaba esto de ti Rafa, de ti no.
- Me merezco lo que me digas, no sabía como atajar esta situación, lo siento amigo.
- ¿Amigo? No me llames así, tú ya no eres mi amigo, esto no te lo perdono nunca Rafa,nunca.
Fernando comenzó a andar en dirección a la casa, iba desconsolado, Rafa pensó en seguirlo pero descartó la idea. Fernando caminaba sin casi ver lo que había delante de él, las lágrimas nublaban todo delante de él, las palabras de su amigo Rafa inundaban su cabeza, estaba roto, se sentía como si le hubiesen matado en vida, comenzó sin darse cuenta a andar más rápido hasta que empezó a correr, se alejó sin darse cuenta ni saber a donde iban sus pasos.
Rafa llegó a su casa, Erica y Samuel le esperaban al escuchar la puerta se levantaron del sofá, lo miraban, Rafa venía destrozado su cara era un poema. Erica se acercó a él, pero Rafa no quiso que se acercase más:
- ¿Qué ha pasado?
- ¿Qué esperabas que pasase? Pues está destrozado, además me culpa por no habérselo contado.
- Se le va a pasar Rafa, es normal.
- ¿Se le va a pasar? ¿Tú crees? Me ha dicho que ya no le llame amigo, que le he decepcionado... tenías que haber visto su cara Erica, me he sentido lo peor del mundo, le he traicionado.
- No digas eso Rafa, no le has traicionado, yo voy ha hablar con él.
- ¿No ha llegado a casa? ¿No ha venido?
Erica negó con la cabeza, y vio la cara de preocupación de Rafa:
- Tengo que salir a buscarlo, está destrozado no se lo que es capaz de hacer.
Samuel se acercó e interrumpió en la conversación:
- Yo te acompaño Rafa.
Él asintió y los dos hombres salieron por la puerta. Erica se quedó pensando pero también salió en su busca.
Thais estaba con su hija en el cuarto, cuando entró Jessica:
- Perdona, vengo a recoger una cosa que me he dejado, ya me voy.
Thais la miró con mala cara, pero después de mirar por unos instantes a esa mujer por fin habló, la verdad tenía mucha curiosidad de saber que hacía aquí:
- ¿Se va a quedar mucho tiempo aquí?
- Ya que habéis venido me imagino que no, nos iremos, ya sois muchos aquí.
- ¿Nos iremos? ¿Quienes?
- Samuel y yo, Erica nos a ofrecido su casa.
- Qué maja Erica -Esto lo soltó con ironía- Pues a mí me da que estáis aquí para engañar a Fernando, para ganároslo de nuevo y sacarlo de aquí.
- ¿Qué dices? Yo no me tengo que ganar a Fernando y no es mi intención sacarlo de aquí, no entiendo porque dices eso.
Thais dejó a la niña en la cuna y se acercó a Jessica que todavía la miraba con cara de incredulidad:
- Se que eres la mujer de confianza de Gisela, eres como su niñera, y se que estás compinchada con ella, pero Fernando está casado conmigo, y ya le puedes decir a esa zorra que no va a volver.
Jessica se enfadó, esas palabras dedicadas a su niña la habían atravesado el corazón, no la iba a consentir hablar así de Gisela, Jessica se acercó más a esa mujer:
- No se te ocurra volver ha hablar más de mi niña, no te lo consiento.
- No me tienes que consentir nada, ella quería quitarme a mi marido.
- Sabes perfectamente que no eras su mujer, no eras nadie cuando ellos se conocieron, y sabes que si está Fernando junto a ti es por tu enfermedad, porque él está enamorado de Gisela, es así, no es culpa de ellos, se enamoraron esa es la verdad.
- Fernando es mío, eso es así.
- Te lo puedes quedar, pero que sepas que él nunca te va a querer.
Jessica salió de la habitación, Thais se quedó de piedra, miró a su alrededor, estaba cabreada, sabía perfectamente que Fernando no la quería, pero ella iba ha hacer que eso cambiase.
Erica ando hasta la parte de atrás de la casa, comenzó a andar hasta unos arbustos que había allí, vio a un hombre, sospechaba que podría ser Fernando, estaba en lo cierto, era él, se acercó más a él, sin llegar a interrumpir sus pensamientos, hasta que él giró su cabeza y la vio, sus ojos azules como el mar estaban envueltos en lágrimas, llenos de dolor, volvió a girar su cabeza, no quería ver a Erica, pero aún así ella se acercó a él, le agarró el brazo:
- Fer...
- Aquí estuvimos por última vez juntos, vino a verme... antes de casarme.
- Fer lo mejor será que vayamos a la casa.
Fernando la miró con cara de furia, Erica se quedó perpleja, sabía que su amigo estaba roto y ahora sabía que estaba furioso:
- No quiero ir a casa, quiero irme con ella, quiero morirme Erica, quiero morirme.
Erica lo abrazó y comenzó a llorar con él, no podía aguantar tanto dolor en ese hombre que lo único que había hecho era amar a esa mujer. Erica le agarró la cara, quería que la mirara aunque era difícil entre tantas lágrimas que viera algo:
- Fer, mírame por favor, no digas eso.
- Erica... la dejé sola, cuando más me necesitaba la dejé, a su suerte y sabía perfectamente que ese hombre era peligroso... la abandoné...
- Fer no, eso no lo pienses, ¿Qué ibas ha hacer? Thais está enferma, todos sabemos que si no llega a estar enferma jamás hubieses dejado a Gisela, jamás.
Fernando se quedó pensando, pensaba en el día en que le dijo a Gisela que se rompía el compromiso que ambos tenían porque se tenía que casar con Thais, recordó y en ese momento recordó las palabras de Gisela, ella le iba a contar algo, algo importante:
- Ella ese día me iba a contar algo Erica, algo importante, pero yo la solté primero la bomba de que no me podía casar con ella, si tan solo la hubiese dejado hablar a ella primero...
- Fernando no pienses en esas cosas, no te puedes echar la culpa, todos sabemos lo malo que es ese hombre y... no es culpa de nadie lo que pasó Fer y menos tuya.
- ¿Qué pasó con él? Dime que murió ese desgraciado Erica, dímelo.
Erica miró al suelo, ojalá ese hombre hubiese muerto en esos instantes, pero no, la realidad era que estaba desaparecido y no sabían nada de su paradero, Erica lo volvió a mirar y negó con la cabeza:
- No Fer, él se salvó, desapareció, no se sabe nada de él.
- Hay que buscarlo, tiene que aparecer y pagar por lo que ha hecho.
- Va a aparecer, tranquilo Fer, tranquilo.
Erica lo abrazó de nuevo, su camiseta se mojó de las lágrimas de él, no podía aguantar tanto dolor.
Alguien despertó a Gisela, la tocaron el hombro y ella se sobresaltó, era Elena, la miraba con su sonrisa eterna, Gisela se incorporó en el asiento:
- Ya hemos llegado... Elisa.
Todavía la costaba escuchar ese nombre, la verdad todavía no se creía todo lo que la estaba pasando:
- ¿Ya?
Gisela se asomó a la ventana, era verdad estaban en el aeropuerto, no estaban con todo el mundo, estaban apartados de la multitud, había poca gente donde bajaron ellos. El viaje había durado casi diecisiete horas pero la verdad que Gisela se pasó gran parte del viaje durmiendo, seguía tomando algún analgésico, a veces la dolía la herida del brazo. César se acercó a ella sonriendo, la agarró la mano:
- ¿Qué tal el viaje?
Él se reía y ella también le siguió en su risa, sabía que la habían estado viendo casi todo el viaje dormida:
- Muy bien, me hubiese gustado estar más atenta y menos dormida, pero no lo podía evitar.
- Es normal, ¿Te mareas en barco?
- Creo que no, ¿Vamos a coger un barco?
- Estamos en el aeropuerto de Sanur, hay que coger un barco para ir a lembongan, donde vamos a vivir a partir de ahora.
Gisela asintió, tenía muchas ganas de ir en barco y sobretodo tenía muchas ganas de estar tranquila, pero seguía pensando que nunca lo conseguiría.
Erica y Fernando llegaron a la casa, Jessica estaba en la cocina cuando les escuchó llegar, Jessica se quedó mirando a Fernando, estaba destrozado, ella se acercó a él, lo abrazó:
- Lo siento mi niño, lo siento.
- Jessica... yo la dejé sola.
- No... Fernando, tú hiciste lo que tenías que hacer, nadie sabía lo que iba a pasar, tranquilo, la justicia se va a encargar de ese hombre.
- Ese hombre tiene mucho dinero Jessica, sabes que no es fácil tocarle.
- Pero a matado a mi niña, eso le va a pasar factura, lo sé.
Thais salió de la habitación, al llegar al salón vio la escena, Jessica abrazada a Fernando y Erica al lado de ellos, los tres estaban llorando, Thais se acercó más:
- ¿Qué pasa? ¿Por qué lloráis?
Fernando se secó las lágrimas, casi no la miró, no contestaba, así que Jessica fue la que la contestó:
- Gisela murió, eso es lo que pasa.
A Thais se la abrió la boca sin apenas darse cuenta, no sabía que decir, vale que nunca había sido su amiga, pero de ahí a alegrarse de la muerte de alguien iba un mundo, no sabía bien que decir:
- Lo... siento.
Jessica pasó por su lado antes de irse del salón, la miró por encima del hombro al estar a su lado:
- Se que no lo sientes, tú te la querías quitar del medio.
Jessica se alejó, Thais se quedó pensando y mirando a la nada, a su cabeza venían imágenes de la falsa enfermedad, del día que fue a ver al doctor y sobretodo del día que Henrique le dio los billetes de avión, quería tener lejos a Fernando, había sido cómplice en la muerte de Gisela, no podía ser. Alguien la tocó el brazo, ella volvió en si, era Fernando, su cara era triste, había llorado seguro, estaba destrozado:
- Thais no la hagas caso, Gisela era como su hija.
- Tú... ¿Cómo estas?
Erica la miró con cara extraña, ¿Desde cuándo la importaba Gisela? La verdad que no la creía nada, miró a Fernando, este estaba conteniendo las lágrimas, no podía contestar así que fue en su rescate:
- Estamos todos destrozados Thais, Gisela era muy buena mujer, se portó muy bien con todos nosotros y además... era tan joven.
- Lo se, no me esperaba una noticia así.
- Yo si que no me lo esperaba.
La experiencia en barco fue una pasada para Gisela, el aire que venía a su cara era puro, por unos instantes se olvidó de todo, ese agua tan transparente era impresionante, no había mucha gente en el barco y les habían dicho que la isla era muy tranquila, César la había comentado el nombre de su nuevo destino, "lembongan" allí iba a vivir a partir de ahora, bueno la suya no, la de Elisa, su nueva identidad.
El viaje había durado cerca de dos horas, pero ya estaban allí, la isla era mucho más tranquila que su vecina Bali, la gente local colabora con la limpieza de la isla y sus playas, las playas no son las más paradisiacas ya que la mayoría se utiliza para el cultivo de algas, pero la verdad eran preciosas. Llegaron al alojamiento, estaba situado enfrente de la playa, tenía una piscina al aire libre y albergaba un restaurante junto a la playa. Justo al lado de la piscina estaban los bungalow, eran como casas pequeñas de color blanco, Justo en la entrada había varios escalones y unas columnas del mismo color que la fachada, a cada lado de la puerta unos asientos de mimbre, las puertas eran de madera con una gran cristalera que estaba tapada con unas cortinas de color azul claro. Al entrar era todo blanco, hasta el suelo, en su lado derecho había un mueble básico con una tele y a mano izquierda un sofá. El alojamiento contaba con varias habitaciones, una al fondo y otra a mano derecha, estaban lo suficiente lejos la una de la otra, la del fondo tenía dos camas, aparte de un armario grande de madera y a mano derecha un baño, el baño era simple, también en color blanco. La otra habitación era de matrimonio, el inmobiliario era simple en color madera clara, la cama era inmensa, y a mano derecha otro baño, en este la ducha era enorme.

 La otra habitación era de matrimonio, el inmobiliario era simple en color madera clara, la cama era inmensa, y a mano derecha otro baño, en este la ducha era enorme

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