Capítulo 12

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El sol comenzaba a salir lentamente, pintando el cielo con tonos suaves de rosa y naranja, pero el interior de Kai se sentía tan oscuro como siempre. A pesar del breve momento de paz que había experimentado en los brazos de Ethan, la realidad de su situación era innegable. No podía huir de Rain, y el simple hecho de que Ethan estuviera tan cerca solo lo llenaba de miedo.

Despertó antes que Ethan, que seguía profundamente dormido a su lado. Durante un largo rato, se quedó observando la forma en que el pecho de Ethan subía y bajaba de manera constante, como si fuera ajeno a toda la tormenta que Kai llevaba por dentro. Hubo un instante en que deseó poder ser como él, poder sentir esa tranquilidad sin preocuparse por las sombras que acechaban en su mente.

Finalmente, Kai decidió levantarse. Se deslizó fuera de la cama con cuidado para no despertarlo, y caminó hacia el baño. El espejo del baño lo reflejó con una frialdad implacable, mostrándole no solo su apariencia desaliñada, sino también las grietas invisibles que se iban formando en su alma.

Cuando abrió el grifo y se mojó el rostro con agua fría, sintió una ligera sensación de alivio. Pero solo duró un segundo.

—Sigues huyendo —la voz de Rain resonó en su mente, haciendo eco en su conciencia como un latido oscuro—. Sabes que no puedes escapar de mí, Kai.

Kai levantó la cabeza, mirándose nuevamente en el espejo. Su propio reflejo le devolvía la mirada, pero de alguna manera, parecía distorsionado. Podía sentir a Rain al acecho, justo bajo la superficie, como una bestia que se negaba a ser contenida.

—No quiero pelear contigo —murmuró Kai, cerrando los ojos por un momento—. Solo quiero... ser libre.

Rain se rió. Una risa baja y gutural que hizo que la piel de Kai se erizara.

—Libre. Eso es adorable. Pero sabes que la libertad no es para ti, Kai. No mientras yo esté aquí. Y yo siempre estaré aquí.

Kai apretó los puños con frustración, sintiendo la tensión acumularse en su cuerpo. Había pasado tanto tiempo luchando contra Rain, intentando mantenerlo a raya, pero cada día se volvía más difícil. Cada vez que creía haber ganado un pequeño respiro, Rain volvía con más fuerza, alimentándose de sus debilidades, de sus miedos.

—Lo harás tarde o temprano —continuó Rain, su tono lleno de veneno—. Cederás. Porque sabes que no tienes otra opción. Y cuando lo hagas, Ethan será el primero en pagar el precio.

Los ojos de Kai se abrieron de golpe, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. El pensamiento de Ethan, vulnerable ante la influencia de Rain, lo llenó de un miedo que lo paralizó.

—No lo tocarás —dijo Kai en voz baja, pero con una determinación que no había sentido antes—. No voy a dejar que lo hagas.

Rain no respondió de inmediato, pero Kai podía sentir su risa en lo profundo de su mente. Sabía que Rain estaba jugando con él, disfrutando del control que tenía, del miedo que podía infundirle.

Con un suspiro profundo, Kai se alejó del espejo. Necesitaba aire, necesitaba salir de ese apartamento antes de que la oscuridad lo consumiera por completo. Se vistió rápidamente, cogiendo su chaqueta y las llaves sin hacer ruido, y salió por la puerta, dejando a Ethan aún dormido.

La brisa matutina golpeó su rostro cuando salió a la calle, y por un momento, Kai sintió una leve calma. Caminó sin rumbo fijo por las calles desiertas, sus pensamientos aún girando en torno a Ethan, a Rain, y al futuro incierto que los esperaba.

Después de caminar varias cuadras, Kai se detuvo en un pequeño parque. Se sentó en uno de los bancos, dejando que el silencio del lugar lo envolviera. Por unos minutos, simplemente cerró los ojos, intentando desconectar de todo.

Pero entonces, una sombra familiar cayó sobre él.

—Sabes que esto no va a funcionar —la voz de Rain era clara y despiadada. Kai no necesitaba abrir los ojos para saber que estaba ahí, aunque solo en su mente—. Puedes correr todo lo que quieras, pero yo siempre estaré contigo.

Kai suspiró, abriendo lentamente los ojos. Delante de él, aunque intangible para los demás, Rain estaba allí, con su mirada burlona y su postura confiada. Llevaba su clásica expresión de desprecio, como si todo lo que Kai intentara hacer fuera inútil.

—¿Por qué sigues haciéndome esto? —preguntó Kai con cansancio, su voz rota por la desesperación—. ¿Qué ganas con todo esto?

Rain sonrió, inclinándose un poco hacia adelante, como si estuviera compartiendo un secreto.

—No es cuestión de lo que gano, Kai. Es cuestión de lo que tú pierdes. Cada vez que intentas luchar contra mí, pierdes un poco más de ti mismo. Y lo disfruto.

Kai apretó los dientes, sintiendo la ira y la frustración arder en su interior. Estaba tan cansado de esta batalla, tan cansado de Rain y de su constante presencia.

—¿Y qué pasa si dejo de luchar? —preguntó, su tono desafiante—. ¿Qué pasa si dejo que tomes el control? ¿Eso te hará feliz?

Rain se rió de nuevo, pero esta vez su risa tenía un matiz diferente, más oscuro.

—Oh, Kai. Si me dejas tomar el control, lo último que sentirás será felicidad. Pero... ver a Ethan sufrir por tu debilidad... eso sería delicioso.

El miedo volvió a apoderarse de Kai, pero esta vez, no era solo miedo por él mismo. Era miedo por Ethan. Rain no solo quería destruir a Kai; quería destruir todo lo que Kai amaba.

—No te dejaré tocarlo —dijo Kai con más firmeza esta vez, levantándose del banco—. No importa lo que tengas que decir. No importa lo que intentes hacer.

Rain lo miró con una mezcla de diversión y desdén, pero no dijo nada más. Simplemente se desvaneció, dejando a Kai solo una vez más.

Kai respiró profundamente, intentando calmarse. Sabía que Rain no se había ido del todo, que solo estaba esperando su próximo movimiento. Pero, por ahora, tenía que concentrarse en una cosa: proteger a Ethan.

Regresó al apartamento un par de horas después, justo cuando Ethan estaba despertando. Cuando lo vio, Ethan lo miró con una mezcla de confusión y preocupación.

—¿Saliste tan temprano? —preguntó mientras se frotaba los ojos.

Kai se acercó a él, sonriendo ligeramente.

—Necesitaba despejarme un poco —respondió, intentando sonar casual.

Ethan lo observó por un momento, como si estuviera evaluando si debía insistir o no, pero finalmente asintió.

—Bueno, me alegra que estés de vuelta.

Kai asintió, aunque sabía que las batallas más duras aún estaban por venir.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora