Capítulo 92

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El bosque se cernía oscuro y denso a su alrededor mientras Ethan y la doctora Anais avanzaban con cautela, cargando a Kai entre ellos. Cada crujido bajo sus pies les recordaba que aún podían estar siendo perseguidos, pero el túnel los había alejado lo suficiente como para ganar algo de tiempo.

Tras caminar unos minutos, finalmente llegaron a un pequeño claro donde podían tomar un respiro. La luna apenas iluminaba sus rostros cansados, y las gotas de sudor caían por sus frentes mientras dejaban a Kai recostado contra un árbol. Su respiración seguía estable, pero Ethan sabía que no podían detenerse por mucho tiempo.

—¿Cuánto más lejos está el lugar seguro? —preguntó Ethan, mirando a la doctora, que seguía vigilando el entorno.

—Aún faltan varios kilómetros —respondió ella, frunciendo el ceño—. Pero ya no podemos seguir así. Si no encontramos ayuda pronto, no lo lograremos.

Ethan se disponía a preguntar qué opciones tenían cuando de repente escucharon unas voces acercándose. Sus cuerpos se tensaron de inmediato, y Anais sacó su arma, lista para cualquier cosa. Sin embargo, lo que vieron fue totalmente inesperado.

Entre los árboles, emergieron dos figuras. La primera de ellas era un chico bajo, de rostro fino y delicado, con el cabello largo y negro que caía sobre sus hombros como una cascada. Sus ojos cafés brillaban con una curiosidad tranquila, y su piel blanca resaltaba bajo la tenue luz de la luna. Vestía de manera sencilla, pero había algo en él que llamaba la atención al instante, como si cada uno de sus movimientos estuviera perfectamente calculado.

A su lado caminaba un segundo chico, alto, con el cabello castaño corto, pero con el mismo aire de elegancia. También era delgado, con una complexión atlética, y sus ojos, igual de cafés que los del otro chico, parecían analizar cada detalle del entorno con una precisión meticulosa. Al igual que su compañero, su piel era clara, pero su altura y porte imponente lo hacían destacar inmediatamente.

Ethan y Anais intercambiaron una mirada rápida. Ninguno de ellos parecía ser parte de la Red Umbra, pero en este punto, la confianza era un lujo que no podían permitirse.

—¿Quiénes son? —preguntó Ethan en voz baja, sin bajar la guardia.

El chico más bajo fue el primero en hablar, su voz suave y tranquila.

—No estamos aquí para pelear, si es lo que temen —dijo con una sonrisa tranquila—. Mi nombre es Hiroshi, y este es mi amigo, Yuto. Vimos que estaban en problemas y pensamos en ofrecer nuestra ayuda.

Ethan no bajó la guardia de inmediato, pero algo en la actitud relajada de Hiroshi lo hizo dudar. No había hostilidad en su mirada, ni en la de Yuto, solo una calma que parecía casi imposible en un lugar tan peligroso.

—No necesitamos ayuda —dijo Anais con frialdad, manteniendo su arma en alto.

—¿Estás segura? —intervino Yuto, su voz más profunda pero igualmente tranquila—. Porque desde aquí parece que uno de los tuyos no está en muy buenas condiciones. Y si la Red Umbra está tras ustedes, como sospecho, no sobrevivirán mucho tiempo sin un poco de apoyo.

Ethan frunció el ceño. ¿Cómo sabían sobre la Red Umbra?

—¿Qué saben de la Red Umbra? —preguntó con desconfianza, evaluando sus intenciones.

Hiroshi dio un paso adelante, levantando las manos en señal de paz.

—Sabemos que no son alguien con quien quieras cruzarte —respondió con calma—. Y sabemos que están persiguiendo a cualquiera que se atreva a oponerse a ellos. No somos aliados de ellos, si es lo que te preocupa.

Yuto asintió, cruzándose de brazos mientras miraba a Kai con curiosidad.

—De hecho, hemos tenido algunos encontronazos con ellos en el pasado. No es la primera vez que cruzamos caminos con fugitivos que intentan escapar de sus garras.

Ethan aún no estaba convencido, pero no podía negar que su situación era desesperada. Anais miró a Ethan, esperando su decisión. El silencio entre ellos se extendió unos segundos más, hasta que finalmente Ethan suspiró.

—Está bien —dijo, relajando un poco su postura—. Si realmente están aquí para ayudar, no vamos a rechazarlo. Pero si intentan algo...

—No lo haremos —interrumpió Hiroshi, sonriendo amablemente—. Solo queremos echarles una mano. Si sobreviven, nosotros también ganamos.

Yuto asintió y se acercó a Kai, agachándose para examinarlo más de cerca. Sus movimientos eran precisos, casi médicos, y después de unos segundos, levantó la vista hacia Ethan.

—Necesita atención inmediata —dijo, volviéndose hacia Hiroshi—. Si lo dejamos aquí mucho más tiempo, no lo logrará.

—Podemos llevarlos a un lugar seguro —añadió Hiroshi—. Conocemos una ruta más rápida por el bosque. No nos perseguirán por allí.

Ethan miró a Anais, quien dudó antes de asentir con la cabeza.

—No tenemos otra opción —admitió ella con frialdad—. Si realmente pueden ayudarnos, será mejor que nos movamos ya.

Con la ayuda de Hiroshi y Yuto, levantaron a Kai con cuidado y comenzaron a avanzar por el camino que los dos chicos conocían. A medida que se adentraban más en el bosque, Ethan no podía evitar sentir una extraña conexión con ellos. No sabía quiénes eran realmente ni qué intenciones podían tener, pero por ahora, parecían estar del mismo lado.

—¿Por qué nos están ayudando? —preguntó finalmente, sin poder contener su curiosidad.

Hiroshi lo miró de reojo mientras caminaba.

—Digamos que tenemos nuestros propios enemigos —respondió enigmáticamente—. Y cualquier golpe que podamos darles a los de la Red Umbra es una victoria para nosotros.

Yuto, que caminaba detrás de ellos, asintió en silencio, pero no agregó nada más.

El grupo siguió adelante, sin saber que ese encuentro sería solo el primero de muchos. Y aunque Ethan no podía verlo en ese momento, aquellos dos extraños chicos jugarían un papel crucial en su futuro. Un futuro que ahora parecía más incierto que nunca.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora