Capítulo 3

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Los días pasaban como un borrón para Kai, una sucesión de momentos en los que intentaba desesperadamente mantener el control. Cada mañana se despertaba con el temor de que Rain, o alguna de las otras personalidades, lo suplantara sin previo aviso. La tensión constante lo hacía sentir como si estuviera caminando sobre una cuerda floja, con el abismo esperándolo en cualquier momento. Sin embargo, había una cosa que le daba cierta estabilidad en medio del caos: las sesiones con Ethan.

Cada vez que entraba en la sala de terapia, la presencia de Ethan lo tranquilizaba de una manera que no podía explicar. Había algo en su voz, en su mirada, que lo hacía sentir visto, escuchado, comprendido. Aunque Kai nunca lo admitiría en voz alta, había comenzado a desear esos momentos más de lo que deseaba cualquier otra cosa. No solo por la terapia en sí, sino por la sensación de seguridad que Ethan le brindaba, por la cercanía que había comenzado a florecer entre ellos.

Esa tarde, la sesión comenzaba como cualquier otra, pero el ambiente estaba cargado de algo distinto. Kai lo notó en el momento en que Ethan cerró la puerta tras de sí, sus ojos serios pero suaves, como si también sintiera la tensión creciente entre ambos. Había una energía en la habitación que antes no estaba ahí. Una atracción que ninguno de los dos parecía dispuesto a confrontar, pero que era imposible de ignorar.

—¿Has tenido algún episodio desde la última vez que nos vimos? —preguntó Ethan, intentando mantener el tono profesional, aunque sabía que las preguntas de rutina ya no eran suficientes para lo que estaba sucediendo entre ellos.

Kai se sentó en el sofá, cruzando los brazos sobre el pecho, su expresión más reservada de lo habitual. Había algo en la forma en que miraba a Ethan, como si estuviera sopesando cada palabra antes de pronunciarla.

—Un par —admitió finalmente—. Pero Rain no apareció. Fue más... ellos. —Kai evitó los ojos de Ethan cuando mencionó a sus otras personalidades. A veces, hablar de ellas lo hacía sentir más vulnerable que hablar de Rain, porque, aunque no lo admitiera, cada una representaba una parte de él que se sentía rota.

—¿Ellos? —Ethan arqueó una ceja, tomando su cuaderno para hacer anotaciones, aunque ya conocía la respuesta. Sabía que la simple acción de escribir lo que Kai decía lo hacía sentir menos expuesto, como si se tratara de algo más objetivo, menos personal.

—Bliss y Ash —respondió Kai, con un suspiro—. Bliss apareció hace unos días... Ella siempre se siente tan... frágil, como si el mundo entero fuera demasiado para ella. Y luego está Ash... Él siempre está enfadado. No sé por qué, pero cada vez que toma el control, siento que quiere destruirlo todo.

Ethan asintió, escuchando con atención. Sabía que, aunque Bliss y Ash no eran tan peligrosos como Rain, seguían siendo una amenaza para la estabilidad de Kai. Pero lo que le preocupaba más no era la presencia de esas personalidades, sino lo que representaban para Kai emocionalmente. Cada una de ellas era un reflejo de las partes de sí mismo que Kai no podía enfrentar solo.

—¿Y cómo te sentiste cuando regresaste al control? —preguntó Ethan, inclinándose un poco hacia adelante, su expresión genuina.

Kai lo miró por un momento, sus ojos entrecerrados, como si sopesara la pregunta. Había algo en la forma en que Ethan lo observaba que lo hacía sentir expuesto, pero no de una manera incómoda. Era como si Ethan pudiera ver más allá de las capas de defensas que había construido a lo largo de los años.

—Confundido —admitió finalmente—. Como si... no supiera si lo que había sucedido era real o solo un sueño. Cuando Bliss aparece, siempre deja un vacío detrás. Y Ash... Él solo deja caos.

Ethan frunció el ceño, tomando notas mentales. Sabía que el progreso con Kai sería lento, pero cada paso que daba hacia la comprensión de sus personalidades era un avance significativo. Sin embargo, lo que no esperaba era que Kai, de repente, lo mirara de una manera que no tenía nada que ver con la terapia.

—¿Por qué haces esto? —preguntó Kai de repente, su tono cargado de curiosidad pero también de algo más profundo, algo que Ethan no estaba preparado para escuchar.

Ethan parpadeó, claramente desconcertado por el cambio abrupto en la conversación.

—¿A qué te refieres?

—A esto —Kai hizo un gesto con la mano, abarcando la sala, la mesa, el sofá en el que estaban sentados—. A ayudarme. A intentar entender algo que ni siquiera yo puedo entender. ¿Por qué te importa?

La pregunta golpeó a Ethan con fuerza. No era la primera vez que un paciente cuestionaba sus motivos, pero con Kai era diferente. Había algo en su tono, en la manera en que lo miraba, que lo hacía sentir como si estuviera revelando una parte de sí mismo que había mantenido oculta durante mucho tiempo.

—Porque quiero ayudarte —respondió Ethan, pero su voz sonaba más débil de lo habitual—. Es mi trabajo.

Kai soltó una risa baja, sin humor, sacudiendo la cabeza.

—Eso es una respuesta fácil, Ethan. Sabes que no me refiero a eso. —Lo miró fijamente, su expresión dura—. No puedes negar que hay algo más aquí.

El corazón de Ethan latió con fuerza en su pecho. Sabía exactamente a qué se refería Kai, pero no estaba seguro de si estaba listo para enfrentarlo. Durante semanas había intentado mantener una distancia profesional, diciéndose a sí mismo que lo que sentía por Kai no era más que empatía, un deseo de ayudar. Pero ahora, sentado tan cerca de él, con sus miradas entrelazadas, Ethan sabía que había algo más. Algo que no podía ignorar por más tiempo.

—Kai... —comenzó a decir, su voz temblando ligeramente, pero Kai lo interrumpió.

—No finjas que no lo sientes. —Kai se levantó del sofá, sus ojos llenos de una intensidad que Ethan no había visto antes—. Esta... conexión. No es solo porque seas mi terapeuta. Lo sabes. Y yo también.

Ethan sintió un nudo en la garganta. Cada fibra de su ser le decía que debía detenerse, que no debía cruzar esa línea. Pero había algo en la forma en que Kai lo miraba, algo en la vulnerabilidad detrás de su dureza, que lo atraía de una manera que no podía resistir. Se levantó también, quedando frente a Kai, tan cerca que podía sentir su respiración.

—Kai... —repitió, pero esta vez su voz era apenas un susurro.

Kai dio un paso hacia adelante, acortando la distancia entre ellos, hasta que sus rostros quedaron a centímetros de distancia. Había algo eléctrico en el aire, una tensión palpable que los envolvía, haciendo que todo lo demás desapareciera.

—No estoy roto, Ethan —murmuró Kai, su voz baja pero firme—. No soy solo las partes que ves en las sesiones. Soy más que eso.

Ethan cerró los ojos por un breve segundo, intentando contenerse, pero cuando los abrió de nuevo, vio en los ojos de Kai una verdad que no podía negar. Había algo entre ellos, algo que había crecido en silencio, sin que ninguno de los dos lo hubiera planeado.

Y en ese momento, sin pensarlo más, Ethan acortó la distancia y presionó sus labios contra los de Kai. Fue un beso suave al principio, lleno de duda y nerviosismo, pero rápidamente se volvió más intenso, más necesitado. Los dedos de Kai se enredaron en la camisa de Ethan, mientras lo atraía más cerca, como si el contacto fuera la única manera de evitar que se desmoronara.

El mundo pareció detenerse a su alrededor, y por un breve instante, ni las personalidades, ni el caos, ni la oscuridad importaban. Solo eran ellos dos, enredados en un momento de pura emoción, dejándose llevar por algo que había estado creciendo desde el primer día en que se conocieron.

Cuando finalmente se separaron, ambos estaban sin aliento, sus corazones latiendo al unísono.

—No estoy roto —repitió Kai, susurrando contra los labios de Ethan, con una leve sonrisa.

—Lo sé —respondió Ethan, con una ternura que lo sorprendió a sí mismo.

Pero mientras se miraban, sabían que ese momento no resolvía nada. De hecho, solo complicaba las cosas. Las líneas se habían cruzado, y lo que venía después sería aún más difícil de manejar. Pero, por ahora, ambos estaban dispuestos a dejarse llevar por lo que fuera que estaban sintiendo.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora