El amanecer llegaba perezosamente, y la luz tenue del sol se filtraba por las persianas del apartamento. Ethan, aún con el eco del encuentro con el exsocio de Aaron en su mente, intentaba encontrar algo de claridad en medio de la tormenta. Habían dado un paso importante, pero ahora, más que nunca, el riesgo de traición estaba presente en cada esquina.
Mientras Kai dormía, Ethan revisaba una y otra vez los documentos que Alex le había dado. Sabía que cada palabra, cada movimiento en el juicio sería crucial. Sus manos temblaban un poco, no por miedo, sino por la tensión acumulada, esa que llevaba días sin liberar. Sabía que no podía mostrar debilidad; Aaron los estaba observando, esperando el momento perfecto para atacar.
Al mediodía, Ethan recibió una llamada de Alex. Su tono de voz era grave, y las palabras que pronunció hicieron que el estómago de Ethan se encogiera.
—Tenemos un problema.
Ethan apretó los dientes.
—¿Qué pasó?
—El exsocio de Aaron ha cambiado de opinión. Nos está pidiendo más dinero del que podemos ofrecer para testificar.
El silencio al otro lado de la línea fue ensordecedor. Ethan sintió cómo todo su cuerpo se tensaba.
—¿Cómo demonios pasó eso? —preguntó, furioso.
—Aaron lo descubrió —explicó Alex con calma—. Lo ha amenazado y le ha ofrecido una suma que nosotros no podemos igualar. Ahora está jugando a dos bandas.
Ethan cerró los ojos, tratando de calmarse, pero era inútil. La traición los rodeaba, y Aaron siempre estaba un paso por delante, jugando sus cartas con una precisión maquiavélica. Cada victoria que habían logrado parecía disolverse en humo.
—Tenemos que hacer algo —dijo finalmente, su voz más tranquila de lo que realmente sentía—. No podemos dejar que Aaron siga teniendo el control.
Alex asintió al otro lado de la línea, como si entendiera la desesperación que Ethan estaba experimentando.
—Tengo una idea, pero es arriesgada.
—Hazlo. Lo que sea. —Ethan ni siquiera se molestó en preguntar de qué se trataba. Ya estaban demasiado inmersos en el juego como para ser cautelosos.
Más tarde ese día, Alex los reunió a todos en una pequeña sala de reuniones. El ambiente era pesado, la tensión palpable en cada mirada y cada susurro. Kai, sentado a la derecha de Ethan, podía sentir la presión en cada fibra de su ser, pero trataba de mantenerse calmado por él.
—El plan es simple —dijo Alex, y su mirada era de pura determinación—. Vamos a usar el mismo truco que Aaron. Vamos a filtrar información falsa sobre el exsocio y sus supuestos tratos con otras empresas.
Ethan arqueó una ceja.
—¿Estás sugiriendo que lancemos una campaña de desinformación?
—Exactamente. Aaron confía en que tiene todo bajo control, pero si logramos desestabilizar su red de contactos, lo haremos perder tiempo, y tiempo es lo que más necesita ahora. El juicio está cerca, y si lo distraemos lo suficiente, cometerá errores.
Kai entrecerró los ojos, siempre más cauteloso que Ethan.
—¿Y si eso nos estalla en la cara? Si se descubre que manipulamos información, podríamos perder toda credibilidad en el juicio.
Alex se apoyó en la mesa, sus dedos tamborileando nerviosamente.
—Lo sé. Pero estamos contra la espada y la pared. Si no hacemos algo ahora, Aaron destruirá lo poco que hemos logrado.
Ethan miró a Kai, buscando algún signo de desaprobación, pero lo único que encontró fue esa mirada protectora que Kai siempre le daba cuando las cosas se volvían caóticas.
—Hagámoslo —dijo Ethan finalmente—. No tenemos otra opción.
El plan comenzó a tomar forma rápidamente. Ethan, Kai y el equipo de Alex trabajaron incansablemente durante la noche, filtrando información cuidadosamente manipulada a los medios y a algunos contactos cercanos de Aaron. La idea era sembrar dudas en su círculo, hacer que sus aliados se preguntaran si realmente podían confiar en él.
Cada minuto que pasaba sentía que estaban jugando con fuego, pero era un riesgo que estaban dispuestos a correr.
Pasaron dos días, y finalmente, las primeras grietas comenzaron a aparecer. Los rumores sobre el exsocio de Aaron comenzaron a circular, creando una nube de incertidumbre que, aunque pequeña, era suficiente para hacer tambalear el control que Aaron tenía sobre la situación.
Ethan y Kai se sentían aliviados, aunque sabían que esa victoria momentánea no garantizaba nada a largo plazo. Pero cualquier pequeña ventaja en este juego de ajedrez era una victoria que no podían ignorar.
La noche antes del juicio, Ethan y Kai estaban sentados en el balcón del apartamento, observando las luces de la ciudad que se extendían como un mar interminable de puntos brillantes.
—Mañana es el gran día —dijo Kai, rompiendo el silencio.
Ethan asintió, pero no dijo nada. Estaba pensando en todas las veces que habían estado al borde del abismo, todas las veces que Aaron los había llevado hasta el límite. Este era el final de ese largo y tortuoso camino, y no sabía si estaban realmente preparados para lo que venía.
Kai lo miró de reojo y, con suavidad, le tomó la mano.
—Sea lo que sea lo que pase mañana, saldremos adelante. Juntos.
Ethan apretó su mano con fuerza, aferrándose a esa pequeña certeza en medio del caos que los rodeaba.
—Gracias por estar conmigo —murmuró, con un nudo en la garganta.
Kai sonrió, y aunque no dijo nada más, esa sonrisa fue todo lo que Ethan necesitaba para saber que, pase lo que pase, no estaba solo. Juntos habían enfrentado lo peor, y juntos enfrentarían lo que venía.
La ciudad seguía brillando bajo la luz de la luna, y, por un momento, todo parecía estar en calma. Pero Ethan sabía que esa calma era solo temporal, una breve pausa antes de la tormenta que se avecinaba.
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Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]
Teen FictionPRIMERA HISTORIA 🌟 Broken Minds, Healing Hearts🌟 En un mundo donde las heridas invisibles a menudo duelen más que las visibles, se cuenta la historia de jóvenes que navegan por la complejidad de sus emociones y desafíos internos. "Broken Minds, He...