Capítulo 50

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La tarde llegó lentamente, trayendo consigo una tranquilidad que contrastaba con la intensidad de las emociones que Ethan había estado experimentando. Estaba en la sala de estar, sentado en el sofá con una taza de té entre las manos, viendo cómo las sombras se alargaban por el suelo mientras el sol comenzaba a bajar en el horizonte. Podía escuchar a Kai moviéndose en la cocina, el sonido de platos y cubiertos mezclándose con la suave melodía de una vieja canción que sonaba de fondo.

Era extraño cómo los pequeños momentos, aquellos que normalmente pasarían desapercibidos, ahora parecían tener un peso mucho mayor. Quizás era porque Ethan había comenzado a notar las cosas con más claridad, o tal vez era simplemente el resultado de haber dejado que su guardia bajara. Aún no sabía con certeza cómo manejar todo lo que estaba ocurriendo en su vida, pero una cosa era clara: Kai se había convertido en una parte indispensable de ella.

Pero con esa claridad también venían los miedos, los recuerdos, las cicatrices que nunca habían sanado del todo.

Ethan pasó una mano por su cabello, un gesto automático que hacía cuando estaba perdido en sus pensamientos. Recordaba a Dylan, y aunque había hecho todo lo posible por dejar atrás esa parte de su vida, el fantasma de su antigua relación seguía rondando en los rincones más oscuros de su mente. Había sido una relación intensa, llena de pasión y dolor, y al final, lo había dejado más roto de lo que estaba dispuesto a admitir. Había creído que el amor era suficiente, que podría salvarlos a ambos, pero se había dado cuenta demasiado tarde de que algunas heridas no podían ser curadas por el simple deseo de que las cosas fueran diferentes.

Kai apareció en el marco de la puerta, su expresión tranquila, pero con una ligera preocupación en los ojos.

—¿Todo bien? —preguntó, inclinando la cabeza ligeramente mientras lo observaba.

Ethan asintió lentamente, aunque en su interior sabía que no todo estaba bien. Pero tampoco quería cargar a Kai con sus propios demonios. Era algo que aún tenía que resolver por su cuenta.

—Sí, solo... pensando en cosas —dijo Ethan, levantando la vista para encontrarse con los ojos de Kai.

Kai caminó hacia él, sentándose en el sofá a su lado sin decir una palabra. Durante un rato, ninguno de los dos habló, dejando que el silencio llenara el espacio entre ellos. Había algo reconfortante en la presencia de Kai, algo que hacía que Ethan se sintiera menos solo, aunque no siempre supiera cómo expresarlo.

—¿Quieres hablar de eso? —preguntó Kai finalmente, su tono suave pero sin presión.

Ethan suspiró, cerrando los ojos por un momento mientras intentaba encontrar las palabras adecuadas. Sabía que tarde o temprano tendría que ser honesto con Kai, que no podía seguir manteniendo esas partes de sí mismo ocultas.

—Es difícil —comenzó Ethan, sin mirarlo—. Hay cosas que he vivido, cosas que... me dejaron marcado. A veces siento que no puedo escapar de ellas, que siempre van a estar ahí, recordándome todo lo que hice mal.

Kai no interrumpió, simplemente lo escuchaba, dándole el espacio para continuar. Ethan agradecía eso, porque hablar de Dylan y de lo que había pasado no era algo que hacía con facilidad.

—Estuve en una relación... hace años —continuó Ethan—. Era con alguien que amaba mucho, o al menos eso creía en ese momento. Pero no era una relación sana. Nos lastimábamos el uno al otro, y yo me perdí en todo eso. Me volví alguien que no reconocía, alguien que solo estaba tratando de sobrevivir. Al final, las cosas terminaron mal, muy mal.

Kai lo miró, con esa calma que siempre lograba desarmarlo.

—¿Te sigue afectando? —preguntó Kai, su voz llena de empatía.

Ethan asintió, apretando los labios mientras intentaba controlar las emociones que comenzaban a aflorar.

—Sí... a veces siento que no importa cuánto lo intente, nunca podré deshacerme de esas cicatrices. Siempre están ahí, recordándome lo que soy capaz de hacer, lo que soy capaz de destruir.

Kai se inclinó ligeramente, colocando una mano sobre la rodilla de Ethan en un gesto de apoyo.

—Las cicatrices no definen quién eres —dijo Kai con suavidad—. Son solo una parte de tu historia, no toda la historia. Lo que importa es lo que haces con ellas, cómo decides seguir adelante.

Ethan dejó que esas palabras se asentaran en su mente. Sabía que Kai tenía razón, pero también sabía que dejar atrás el pasado no era algo que pudiera hacer de la noche a la mañana.

—No quiero que lo que pasó con Dylan nos afecte a nosotros —dijo Ethan en un susurro—. No quiero que mis miedos arruinen lo que estamos construyendo.

Kai lo miró a los ojos, su expresión seria pero llena de ternura.

—No lo harán —respondió con firmeza—. No soy Dylan, y tú no eres la misma persona que eras entonces. Lo que estamos construyendo es diferente, y lo haremos funcionar, un paso a la vez.

Ethan sintió un nudo en la garganta. Nunca había imaginado que podría encontrar a alguien como Kai, alguien que lo aceptara con todas sus fallas, con todas sus inseguridades. Y aunque aún había mucho que sanar, por primera vez en mucho tiempo, sentía que tal vez, solo tal vez, había una posibilidad de que las cosas salieran bien.

Kai se inclinó hacia él, y sin pensarlo demasiado, Ethan cerró los ojos cuando sintió los labios de Kai rozando los suyos. Fue un beso suave, sin prisa, pero lleno de promesas no dichas. Cuando se separaron, Kai sonrió ligeramente, sus dedos rozando suavemente el rostro de Ethan.

—Vamos a estar bien —dijo Kai con una certeza que Ethan deseaba poder compartir completamente.

Ethan lo miró, y aunque aún había miedo en su corazón, también había esperanza. No sabía lo que el futuro les deparaba, pero por primera vez en mucho tiempo, estaba dispuesto a descubrirlo, paso a paso, junto a Kai.

Y eso era suficiente, por ahora.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora