Capítulo 93

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El bosque parecía interminable mientras el grupo avanzaba con paso firme pero cauteloso. La humedad del aire se impregnaba en la piel de todos, y los sonidos de la naturaleza, aunque relajantes, mantenían a Ethan y Anais en un constante estado de alerta. A su lado, Hiroshi y Yuto avanzaban con la misma calma y precisión con la que habían aparecido, sus figuras deslizándose entre los árboles como si conocieran cada centímetro de ese terreno.

Kai seguía inconsciente, pero su respiración se mantenía estable, lo cual le daba a Ethan un pequeño respiro de alivio. Sin embargo, la preocupación seguía presente en sus ojos cada vez que miraba al frente, tratando de confiar en estos dos extraños.

—¿Cuánto falta para llegar a ese lugar seguro del que hablaban? —preguntó Anais en voz baja, rompiendo el silencio que había caído entre ellos.

—No mucho —respondió Yuto desde atrás, su tono sereno—. Sólo unos minutos más y estaremos fuera de peligro. Al menos por ahora.

Hiroshi asintió sin decir una palabra, sus ojos oscuros fijos en el camino que tenían por delante. Había algo en su manera de moverse, en su postura relajada pero alerta, que transmitía una sensación de control total sobre la situación. Era como si siempre supiera lo que iba a ocurrir, como si ya hubiera estado en situaciones similares muchas veces antes.

Finalmente, después de lo que parecieron horas de caminar, llegaron a lo que parecía ser una pequeña cueva oculta entre las rocas y la vegetación espesa. Era un refugio natural, pequeño pero lo suficientemente espacioso para que todos pudieran resguardarse. Hiroshi entró primero, revisando el lugar para asegurarse de que no había ninguna amenaza, mientras Yuto ayudaba a Ethan y a Anais a cargar a Kai hacia el interior.

—Este lugar debería ser lo suficientemente seguro por ahora —dijo Hiroshi, sentándose en una roca dentro de la cueva—. Aquí podrán descansar un poco.

Anais, agotada, asintió y se dejó caer en el suelo, apoyando la espalda contra la fría pared de piedra. Ethan hizo lo mismo, pero su mirada no se apartaba de los dos chicos. Había demasiadas preguntas rondando en su mente, y la desconfianza seguía latente.

—Así que, ¿qué hacen ustedes dos aquí? —preguntó Ethan finalmente, rompiendo el incómodo silencio que se había formado en la cueva—. No parecen simples viajeros.

Hiroshi intercambió una mirada rápida con Yuto antes de responder.

—Digamos que nuestras vidas no han sido lo que se podría llamar convencionales —dijo Hiroshi, cruzándose de brazos—. Nos movemos de un lugar a otro, ayudando a quienes lo necesitan y causando problemas a aquellos que lo merecen.

—En otras palabras, somos un par de inadaptados —añadió Yuto con una media sonrisa—. Pero inadaptados con propósitos.

Ethan frunció el ceño. La vaguedad de sus respuestas no hacía más que aumentar su desconfianza, pero antes de que pudiera presionar más, escucharon un leve gemido. Todos voltearon al mismo tiempo hacia Kai, que finalmente comenzaba a recobrar el conocimiento.

—Kai... —susurró Ethan, acercándose rápidamente a su amigo.

Los ojos de Kai se abrieron lentamente, sus pupilas dilatadas mientras trataba de enfocarse en el entorno a su alrededor. Estaba pálido, pero el hecho de que estuviera despertando era una buena señal.

—¿Dónde...? —susurró Kai, su voz ronca y débil—. ¿Qué pasó?

—Estás a salvo —dijo Anais, acercándose también—. Logramos escapar gracias a la ayuda de... estos dos.

Kai miró confuso a Hiroshi y Yuto, que se mantenían a una distancia respetuosa, observando la escena con interés. Intentó incorporarse, pero su cuerpo aún no respondía del todo, y Ethan rápidamente lo ayudó a recostarse de nuevo.

—No te esfuerces, amigo. Necesitas descansar.

Kai asintió débilmente, cerrando los ojos por un momento para calmarse. Ethan sintió una punzada de alivio al verlo recuperarse, aunque sabía que aún no estaban fuera de peligro.

—Será mejor que aprovechen para descansar un poco —sugirió Hiroshi, volviendo a tomar la palabra—. No sabemos cuánto tiempo tendremos antes de que vuelvan a rastrearnos.

Ethan lo miró, aún con desconfianza.

—¿Cómo saben tanto sobre la Red Umbra? —preguntó, volviendo al tema que le rondaba la mente desde su primer encuentro.

Yuto fue el que respondió esta vez.

—Porque, como dije antes, ya nos hemos topado con ellos antes —dijo, con una sombra de amargura en su voz—. Hemos perdido gente a manos de esa organización, y no somos los únicos. Hay muchos grupos pequeños como nosotros que están en su lista negra, simplemente por no seguir sus reglas o por interferir en sus planes.

Hiroshi asintió.

—El problema es que son implacables —añadió—. No les importa a quién destruyan en el camino, siempre y cuando obtengan lo que buscan. Y ahora, parece que ustedes se han cruzado en su camino.

Ethan sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral. Sabía que la Red Umbra era peligrosa, pero escuchar estas historias solo hacía que el peso de la situación fuera aún más aterrador.

—¿Y qué buscan exactamente? —preguntó Anais, que hasta ahora había permanecido en silencio—. ¿Por qué están tan obsesionados con nosotros?

Hiroshi y Yuto intercambiaron otra mirada rápida. Era evidente que sabían más de lo que estaban dispuestos a compartir, pero finalmente Hiroshi habló.

—No podemos decirlo con certeza, pero está claro que ustedes tienen algo que ellos quieren. Tal vez sea información, tal vez sea algo más. Pero lo que sí está claro es que no se detendrán hasta conseguirlo.

Un silencio pesado cayó sobre la cueva. La gravedad de sus palabras pesaba sobre los hombros de todos. Aunque Ethan y los demás habían estado escapando todo este tiempo, ahora parecía más claro que nunca que la Red Umbra no iba a detenerse hasta destruirlos.

Kai, que seguía recostado pero consciente, abrió los ojos de nuevo.

—Entonces... ¿qué hacemos ahora? —preguntó con esfuerzo, mirando a Ethan.

Ethan apretó los puños, tratando de mantener la calma.

—Primero, nos aseguramos de que estés bien. Después... veremos cómo podemos golpear a la Red Umbra donde más les duele.

Hiroshi esbozó una pequeña sonrisa al escuchar eso.

—Me gusta tu estilo —dijo—. Si están decididos a luchar, entonces tal vez podamos ayudarlos más de lo que creen.

Yuto asintió, cruzándose de brazos.

—No será fácil, pero si jugamos bien nuestras cartas, podríamos tener una oportunidad.

Ethan no dijo nada, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió una chispa de esperanza encenderse dentro de él. Habían encontrado inesperados aliados, y aunque el camino por delante era incierto y peligroso, ya no estaban solos en esta batalla.

Y eso, por ahora, era todo lo que necesitaban.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora