Capítulo 87

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El día había llegado.

Ethan miraba a través de la ventana del pequeño apartamento donde se habían refugiado. Desde allí, las calles de la ciudad parecían bulliciosas, ajenas a la tensión que los envolvía. Las nubes grises se amontonaban en el cielo, presagiando una tormenta que no tardaría en desatarse. Lucy y Kai estaban a su lado, ambos preparados para lo que venía. El plan que habían trazado, a pesar de las dudas y temores, debía ejecutarse sin errores.

—¿Están listos? —preguntó Ethan, rompiendo el silencio que había dominado la habitación durante la última hora.

Lucy se levantó de la mesa donde había estado revisando por última vez los documentos. Llevaba un chaleco antibalas bajo su chaqueta, su cabello recogido en una coleta que dejaba al descubierto la seriedad en sus ojos.

—Nací lista —respondió, intentando ocultar su nerviosismo con una sonrisa que no alcanzó a suavizar la dureza de su expresión.

Kai, en cambio, estaba más tranquilo. Había aprendido a disimular su ansiedad en situaciones críticas, pero la tensión era palpable en su cuerpo. Revisaba su arma por quinta vez, más por hábito que por necesidad.

—Este es el momento de la verdad —dijo, su voz grave resonando en la habitación—. Si Shaw nos ha jugado una mala pasada, lo sabremos pronto.

Ethan asintió. No podían permitirse más errores. El golpe final a la red de Kellerman estaba en marcha, y sabían que cualquier fallo podría costarles la vida. Tenían acceso a los servidores donde se ocultaba la información crítica, pero era una carrera contra el tiempo: Kellerman seguramente ya estaba moviendo sus piezas.

—Recuerden —les dijo Ethan mientras todos se preparaban para salir—, nos mantenemos juntos. No hay lugar para héroes solitarios hoy.

El equipo llegó al lugar de la operación, un almacén abandonado en los límites de la ciudad. Era el escondite perfecto para alguien como Shaw: fuera del radar, pero suficientemente cerca para actuar rápido. Los tres se deslizaron hacia el edificio, evitando las cámaras que, según Shaw, aún estaban conectadas a un sistema de seguridad rudimentario.

Kai usó sus habilidades en electrónica para desactivar las alarmas. Le tomó unos minutos, pero finalmente las luces indicadoras se apagaron. Estaban dentro. El ambiente era frío, con un aire pesado y cargado de moho. La tensión entre los tres se sentía tan densa como las paredes de concreto que los rodeaban.

Lucy fue la primera en hablar, en un susurro.

—¿Sabes lo que estamos buscando, Ethan?

Ethan asintió, apuntando hacia una puerta al fondo del pasillo.

—Shaw nos dio las coordenadas exactas. Detrás de esa puerta hay un servidor encriptado. Si logramos extraer los datos sin activar ninguna alarma, tendremos todo lo que necesitamos para hundir a Kellerman.

Kai, nervioso pero decidido, se adelantó.

—Vamos a hacerlo rápido. No quiero estar aquí más tiempo del necesario.

Cuando llegaron a la puerta, Ethan sacó una pequeña herramienta que Shaw les había proporcionado, algo que decía era "clave" para entrar. Pero cuando lo insertó en el panel de seguridad, un ruido agudo y chirriante resonó por el lugar. Las luces en el pasillo parpadearon y, de repente, una alarma silenciosa se activó en el interior.

Lucy maldijo por lo bajo.

—¡Nos traicionó!

—No necesariamente —respondió Ethan, tratando de mantener la calma—. Aún tenemos tiempo antes de que lleguen refuerzos.

Kai se apresuró a trabajar con el panel, sus manos moviéndose rápidamente sobre los cables y circuitos. A pesar de los nervios, logró desactivar la alarma, aunque todos sabían que era cuestión de tiempo antes de que alguien llegara.

Finalmente, la puerta se abrió, revelando una pequeña habitación con una única consola conectada a varios servidores. Lucy sacó una memoria USB de su bolsillo y la insertó en la consola.

—Solo necesito unos minutos —dijo, comenzando a teclear con rapidez.

Los segundos se convirtieron en minutos, y la tensión aumentaba con cada uno que pasaba. Ethan vigilaba la entrada, con la certeza de que en cualquier momento la operación se complicaría aún más. No podían confiar en Shaw, y sabían que Kellerman tenía oídos en todas partes.

Kai permanecía cerca de Lucy, observando la pantalla mientras ella trabajaba. Cuando por fin las líneas de código comenzaron a llenar la pantalla, Kai exhaló un suspiro de alivio.

—Lo tenemos.

Lucy retiró la memoria USB y la guardó en su bolsillo. Pero justo cuando se disponían a salir de la sala, un sonido sordo retumbó desde el pasillo. Alguien había llegado.

—¡Nos encontraron! —gritó Kai, mientras los tres se preparaban para lo inevitable.

Ethan alzó su arma, listo para lo que viniera. El eco de pasos acercándose rápidamente hacía que el corazón de los tres latiera con más fuerza. En ese instante, las puertas del almacén se abrieron de golpe, y un grupo de hombres armados irrumpió en la escena.

No había tiempo para huir.

Las balas comenzaron a volar, y el caos se desató en el interior del almacén. Ethan, Lucy y Kai disparaban mientras intentaban encontrar una ruta de escape. Pero estaban superados en número y armas.

Ethan se lanzó detrás de una pila de cajas, disparando hacia el enemigo que avanzaba. Lucy se cubrió detrás de una columna, devolviendo los disparos con precisión. Kai intentaba mantenerse a cubierto, pero la presión era cada vez mayor. Los hombres que los atacaban estaban entrenados, y no les darían respiro.

—¡Tenemos que salir de aquí! —gritó Lucy, su voz apenas audible entre el estruendo de las balas.

Ethan sabía que no podían quedarse mucho tiempo. Las balas seguían lloviendo sobre ellos, y el enemigo estaba demasiado bien armado.

—¡Por aquí! —gritó Ethan, señalando una salida lateral que apenas habían notado al entrar.

El equipo comenzó a retroceder, cubriéndose mutuamente mientras corrían hacia la salida. Las balas golpeaban las paredes, levantando nubes de polvo y escombros a su alrededor. Justo cuando pensaban que lograrían escapar, un disparo alcanzó a Kai en el hombro, haciéndolo caer al suelo.

—¡Kai! —gritó Lucy, corriendo hacia él.

Ethan se lanzó a cubrirlos mientras Lucy ayudaba a Kai a levantarse, pero el tiempo estaba en su contra. Los hombres armados se acercaban, y la salida aún parecía demasiado lejos.

—¡No los vamos a dejar aquí! —dijo Ethan con determinación.

Con el enemigo acercándose, las probabilidades estaban en su contra. Pero Ethan sabía que si fallaban ahora, todo estaría perdido.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora