Los días que siguieron al encuentro en el parque pasaron en una bruma espesa. Ethan aún sentía el peso de su enfrentamiento con Dylan, pero, por alguna razón, las cosas no se sentían tan sombrías como él pensaba que serían. Las noches seguían siendo difíciles. Soñaba con las manos de Dylan rodeando su cuello, con su voz fría susurrando promesas que nunca cumpliría. Sin embargo, cada vez que despertaba sobresaltado, la imagen que primero aparecía en su mente no era la de su pasado tortuoso, sino el rostro sereno de Kai.
Kai no había presionado. Después de aquella conversación en la acera, se mantuvo cerca, pero no invadió su espacio. Era como si entendiera exactamente cuándo Ethan necesitaba su presencia y cuándo necesitaba estar solo. Pero esa calma que Kai ofrecía también despertaba algo en Ethan que le daba miedo explorar.
Una tarde, mientras Ethan revisaba unos papeles en la pequeña mesa de la cocina, escuchó cómo la puerta se abría con un clic suave. Levantó la vista, sabiendo perfectamente quién era, pero esa anticipación aún lo llenaba de ansiedad.
Kai entró sin decir una palabra, sus pasos silenciosos al cruzar la habitación. Se acercó a la cafetera y empezó a preparar un café, en lo que ya se había convertido en una rutina silenciosa entre ambos. Era casi como si vivieran juntos, aunque oficialmente no compartían el mismo espacio. Sin embargo, el tiempo que Kai pasaba en su apartamento aumentaba día tras día, y la presencia constante comenzaba a sentirse como un refugio, pero también como una amenaza para su corazón.
Ethan no dijo nada mientras Kai trabajaba con el café, pero observó sus movimientos. Había algo relajante en la manera en que Kai manejaba las cosas más pequeñas: su pulso siempre era firme, sus manos siempre seguras. Cada pequeño detalle de Kai irradiaba confianza, algo que Ethan no podía evitar admirar... y temer al mismo tiempo.
Kai finalmente le tendió una taza de café sin decir nada, y se sentó en la silla frente a él. Ambos bebieron en silencio durante varios minutos, cada uno sumido en sus propios pensamientos.
Ethan sabía que había un tema que estaban evitando, uno que flotaba entre ambos cada vez que compartían el mismo espacio. Sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentarse a sus propios sentimientos. No podía seguir huyendo de la verdad: se estaba enamorando de Kai, o tal vez ya lo estaba. Pero después de todo lo que había pasado con Dylan, el amor se sentía como un territorio peligroso.
—He estado pensando —murmuró Kai de repente, rompiendo el silencio.
Ethan levantó la vista, sorprendido por el tono suave pero decidido de Kai. Lo miró a los ojos y vio algo diferente, una seriedad que no había visto en él antes.
—¿Sobre qué? —preguntó Ethan, aunque temía la respuesta.
Kai dejó su taza sobre la mesa y lo miró fijamente, con una intensidad que hizo que el estómago de Ethan se revolviera.
—Sobre nosotros —dijo Kai, con una franqueza que desarmó por completo a Ethan.
El silencio que siguió a esa declaración fue ensordecedor. Ethan sintió que sus manos comenzaban a temblar ligeramente, y apartó la mirada, fingiendo estar interesado en los papeles frente a él. Pero no podía ocultar su reacción, y Kai lo sabía.
—Ethan —continuó Kai, su tono suave pero firme—, sé que no es fácil para ti hablar de esto. Y no quiero apresurar nada. Pero quiero que sepas lo que siento, porque no puedo seguir fingiendo que no pasa nada entre nosotros.
Las palabras de Kai cayeron sobre él como una avalancha. Ethan sintió que su respiración se aceleraba, y una parte de él quería levantarse, salir corriendo, huir de la conversación. Pero había otra parte, una parte más profunda, que anhelaba quedarse, escuchar, enfrentar lo que sea que Kai tuviera que decir.
—Lo que sea que estés sintiendo —prosiguió Kai—, está bien. No tienes que tener todas las respuestas ahora mismo. Pero yo... no puedo seguir pretendiendo que esto es solo una amistad. Me importas, Ethan. Más de lo que debería, quizás. Pero eso no cambia la realidad.
Ethan sintió que las lágrimas amenazaban con caer. Había pasado tanto tiempo controlando sus emociones, escondiéndolas detrás de una fachada de fuerza, que el hecho de que alguien lo confrontara con tanta franqueza lo desarmaba por completo.
—Kai... yo no sé si puedo —murmuró, con la voz rota por la confusión y el miedo—. No sé si puedo darte lo que necesitas.
Kai se inclinó un poco hacia adelante, sus ojos nunca apartándose de los de Ethan.
—No estoy pidiendo nada ahora mismo, solo tu honestidad. ¿Qué sientes? ¿Qué necesitas? Puedo esperar el tiempo que haga falta. Pero necesito saber si hay algo real aquí, algo que valga la pena esperar.
Ethan apretó los puños bajo la mesa, sintiendo el latido acelerado en sus sienes. Cada palabra de Kai lo acercaba más al borde de algo que no estaba seguro de querer enfrentar. Pero había llegado demasiado lejos para seguir escondiéndose.
—No quiero hacerte daño —susurró, sin atreverse a mirarlo directamente—. No después de todo lo que tú... lo que has hecho por mí.
Kai exhaló suavemente, inclinándose hacia atrás en su silla, pero sin apartar la mirada.
—No me harías daño siendo honesto, Ethan. Solo me dolería si te alejas sin darme una oportunidad de entenderte.
El silencio entre ellos era denso, cargado de palabras no dichas y emociones reprimidas. Finalmente, Ethan levantó la mirada, y lo que vio en los ojos de Kai lo dejó sin aliento: no había juicio, no había impaciencia. Solo había comprensión y, sobre todo, amor.
—Yo... —Ethan respiró profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Yo quiero intentarlo, pero no sé cómo. Tengo tanto miedo de abrirme de nuevo, de confiar, de amar. Siento que todo lo que soy está roto.
Kai se inclinó hacia adelante, colocando una mano suave sobre la de Ethan, el contacto cálido y reconfortante.
—No estás roto, Ethan. Solo estás herido. Y está bien sentir miedo. Pero no tienes que hacerlo solo. Yo estoy aquí, y estaré aquí, en cada paso del camino.
Ethan cerró los ojos por un momento, permitiéndose sentir el peso de esas palabras. Tal vez no lo tenía todo resuelto, tal vez sus cicatrices seguirían ahí por mucho tiempo, pero por primera vez en años, sintió que no tenía que enfrentar su oscuridad solo.
—Entonces... ¿podemos intentarlo? —preguntó Ethan, su voz temblorosa pero llena de esperanza.
Kai sonrió suavemente, apretando un poco más la mano de Ethan.
—Sí, Ethan. Lo intentaremos. A nuestro propio ritmo, sin prisa. Pero lo haremos juntos.
Ethan asintió, sintiendo que, a pesar de todas las dudas y miedos, algo dentro de él comenzaba a sanar.
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Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]
Teen FictionPRIMERA HISTORIA 🌟 Broken Minds, Healing Hearts🌟 En un mundo donde las heridas invisibles a menudo duelen más que las visibles, se cuenta la historia de jóvenes que navegan por la complejidad de sus emociones y desafíos internos. "Broken Minds, He...