Capítulo 46

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El aire frío de la tarde golpeaba el rostro de Ethan mientras caminaba hacia la ubicación acordada. Había elegido una chaqueta ligera, pero aún así, el frío parecía atravesarla, escalofriándole la piel. Sin embargo, no era el viento lo que realmente lo perturbaba, sino la inminencia del enfrentamiento. Este sería el último paso. El último desafío antes de recuperar el control total sobre su vida.

Kai había insistido en acompañarlo, aunque mantendría la distancia para permitirle a Ethan la oportunidad de resolver las cosas por su cuenta. Sin embargo, saber que Kai estaba cerca, incluso si no lo veía, le proporcionaba una extraña sensación de seguridad. Era como si una parte de él hubiera estado esperando por ese tipo de apoyo toda su vida, y ahora lo tenía en la figura de Kai.

—Puedo manejar esto —se repitió en su mente, una y otra vez, mientras cruzaba la calle y llegaba al pequeño parque donde había acordado encontrarse con Dylan.

El parque estaba vacío, salvo por una banca solitaria bajo un roble imponente. Las hojas de otoño crujían bajo sus pies mientras avanzaba, sus pasos marcados por la determinación y el miedo entrelazados en su pecho. Allí, sentado con su postura relajada pero expectante, estaba Dylan. A pesar del frío, no llevaba abrigo, como si el aire helado no le afectara en absoluto.

Cuando Ethan se acercó, Dylan levantó la mirada y una sonrisa arrogante se dibujó en sus labios. Parecía no haber cambiado en absoluto desde la última vez que se vieron cara a cara. Su mirada, esa que siempre había tenido un extraño poder sobre Ethan, seguía siendo tan intimidante como siempre.

—Puntual como siempre —dijo Dylan, con ese tono de superioridad que Ethan odiaba—. Sabía que vendrías.

Ethan no respondió de inmediato. Se detuvo a unos metros de la banca, manteniendo su distancia. Respiró hondo y levantó la barbilla, decidido a no dejarse dominar por la presencia de Dylan esta vez.

—No estoy aquí para jugar tus juegos, Dylan. Esto se termina hoy.

Dylan soltó una risa seca, como si la declaración de Ethan le resultara ridícula.

—¿De verdad crees que puedes deshacerte de mí tan fácilmente? —preguntó Dylan, poniéndose de pie con un movimiento lento y calculado—. Tú y yo estamos entrelazados de maneras que no entiendes, Ethan. Siempre he sido parte de tu vida. Siempre seré.

Ethan sintió cómo la rabia comenzaba a acumularse en su pecho, pero la mantuvo bajo control. Había pasado tanto tiempo huyendo, permitiendo que Dylan dictara sus emociones, que ahora no podía dejarse vencer por el impulso. Esta vez era diferente.

—Te equivocas, Dylan —respondió con calma—. Tú no eres parte de mi vida. Solo has sido una sombra que me ha perseguido porque yo lo permití. Pero ya no más.

Dylan frunció el ceño, dando un paso hacia él.

—¿Y qué? ¿Ahora crees que eres fuerte solo porque tienes a ese chico detrás de ti? —preguntó con veneno en la voz—. Kai, ¿no? Piensas que él puede salvarte, ¿verdad? Pero te equivocas, Ethan. Nadie puede salvarte de mí.

Ethan sintió que su cuerpo se tensaba al escuchar el nombre de Kai en boca de Dylan. Lo había mencionado como una amenaza, como si la existencia de Kai fuera algo que él pudiera destruir. Pero en lugar de sentirse débil o asustado, esas palabras solo fortalecieron su resolución.

—No necesito que nadie me salve —dijo Ethan, dando un paso al frente, acortando la distancia entre ambos—. Kai no está aquí para salvarme de ti. Está aquí porque lo quiero en mi vida, algo que tú nunca entendiste. No necesito ser rescatado, solo necesito poner fin a esto, de una vez por todas.

Dylan lo miró con una mezcla de rabia e incredulidad, como si no pudiera comprender que Ethan, el chico al que siempre había manipulado, estaba desafiándolo de esa manera.

—Eres patético —escupió Dylan, sus ojos brillando con furia contenida—. ¿De verdad crees que puedes ser feliz sin mí? ¿Con ese chico? Kai nunca entenderá lo que somos. Nadie lo hará.

Ethan dio un paso más cerca, y ahora podía ver claramente el rostro de Dylan, la frustración y el odio que se acumulaban en sus rasgos.

—No somos nada, Dylan —respondió Ethan, su voz clara y firme—. Nunca lo fuimos. Lo que había entre nosotros fue manipulación, abuso. No amor. Y ahora me doy cuenta de que merezco algo mejor. Merezco a alguien que me respete, que me valore por quien soy, no por lo que pueda controlar.

Las palabras de Ethan parecieron golpear a Dylan como una bofetada. Por un momento, el hombre frente a él no supo qué responder, su habitual seguridad tambaleándose. Pero entonces, como siempre, Dylan recuperó su máscara de indiferencia.

—Si realmente crees eso —dijo en voz baja, acercándose peligrosamente—, entonces no me conoces en absoluto.

Ethan no se movió. Sentía el calor de la ira de Dylan, pero ya no lo afectaba como antes. Ya no era el chico asustado que se dejaba manipular.

—Te conozco lo suficiente para saber que ya no quiero tener nada que ver contigo —dijo Ethan con serenidad—. Esto es el final, Dylan. No me busques más. No me amenaces. No me hagas perder más tiempo en ti.

El silencio se apoderó del parque por unos segundos interminables. Dylan lo miraba con furia, pero también con algo que Ethan no había visto antes: impotencia. Finalmente, Dylan retrocedió un paso, dejando escapar un suspiro lleno de rabia contenida.

—Te arrepentirás de esto —dijo, sus ojos destilando veneno—. Algún día, cuando estés solo, recordarás que yo fui el único que realmente te entendió.

Ethan no respondió. Sabía que esas eran las últimas palabras desesperadas de un hombre que había perdido todo su control. Simplemente se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia el otro lado del parque, alejándose de Dylan para siempre.

Cuando dobló la esquina, sintió el peso del mundo caer de sus hombros. La sensación de libertad era algo nuevo, algo que había ansiado durante tanto tiempo, y ahora, finalmente lo tenía.

Al final de la calle, Kai estaba esperándolo.


Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora