La noche había caído sobre la ciudad, y el bullicio del día daba paso a un silencio denso y misterioso que llenaba el aire. Desde la ventana del apartamento, las luces de los edificios cercanos parpadeaban como estrellas distantes, mientras el tráfico abajo parecía un río constante de movimiento que nunca descansaba.
Ethan estaba sentado en el borde de la cama, su mirada fija en la vista nocturna pero perdida en algún lugar mucho más lejano. Kai podía verlo desde el umbral de la puerta, observando en silencio cómo Ethan luchaba con algo que aún no había puesto en palabras. El día en el parque había sido un respiro, pero esa tranquilidad ahora parecía haberse desvanecido, dejando a Ethan enredado en pensamientos que él no podía alcanzar.
Kai sabía que no podía presionarlo. Si algo había aprendido a lo largo del tiempo que habían pasado juntos, era que Ethan necesitaba su propio ritmo, su propio espacio para procesar. Aún así, el verlo tan atrapado en sus propios fantasmas le dolía.
Decidió acercarse lentamente, sus pasos suaves sobre el suelo de madera. Se sentó a su lado en la cama, dejando suficiente espacio entre ellos para no invadir su burbuja, pero lo suficientemente cerca para que Ethan supiera que estaba allí, listo para escuchar si lo necesitaba.
—¿Quieres hablar de lo que sea que esté pasando por tu cabeza? —preguntó Kai en voz baja, su tono cargado de paciencia y comprensión.
Ethan no respondió de inmediato. Sus dedos jugueteaban nerviosamente con el borde de la sábana, sus pensamientos un caos de imágenes, recuerdos y sensaciones que no podía organizar. Finalmente, después de unos momentos de silencio, suspiró profundamente.
—A veces... —comenzó, su voz quebrada por una mezcla de cansancio y algo más profundo—. A veces siento que estoy en un ciclo interminable. Como si no pudiera escapar de lo que soy, de lo que me ha pasado.
Kai no dijo nada, esperando a que Ethan continuara a su propio ritmo.
—Pensé que con el tiempo sería más fácil, que podría dejar atrás todo lo que sucedió. Pero no importa cuánto lo intente, siempre vuelve. Los recuerdos, las decisiones que tomé... todo. Es como si estuviera atrapado en una jaula que yo mismo construí. —Ethan dejó caer la cabeza hacia adelante, frotándose las sienes con las manos—. Y a veces me pregunto si alguna vez seré capaz de salir de aquí.
El corazón de Kai se apretó al escuchar esas palabras. Sabía que Ethan había pasado por mucho, pero también sabía que la profundidad de su dolor era algo que nunca había compartido completamente. Sin embargo, incluso en esos momentos de vulnerabilidad, Kai podía ver algo en él, una fortaleza que quizá ni siquiera Ethan reconocía.
—No tienes que enfrentarlo todo solo —dijo Kai suavemente, acercándose un poco más—. Sé que es difícil. Sé que parece imposible, pero no estás solo en esto. Estoy aquí, y quiero ayudarte a cargar con ese peso, aunque sea solo un poco.
Ethan dejó escapar una risa amarga, sin apartar las manos de su rostro.
—Eso es lo que me da miedo —murmuró—. Me aterra dejar que alguien más lo vea todo, que alguien más sepa lo roto que estoy por dentro.
Kai extendió una mano y la colocó con delicadeza sobre la rodilla de Ethan. No hubo presión, solo un gesto de presencia, de apoyo.
—No estás roto, Ethan. Has pasado por cosas que te han marcado, sí, pero eso no significa que estés roto. Solo significa que tienes cicatrices, como todos. Y esas cicatrices no te hacen menos. Te hacen humano.
Ethan finalmente levantó la cabeza, mirando a Kai con una mezcla de confusión y tristeza.
—¿Cómo puedes ser tan...? —empezó, pero no terminó la frase, como si ni siquiera supiera cuál era la palabra correcta.
—Paciente, tal vez —sugirió Kai con una pequeña sonrisa—. O quizá terco. Pero la verdad es que te quiero, Ethan. Te quiero tal como eres, con todo lo que llevas contigo. No estoy aquí para arreglarte, porque no necesitas ser arreglado. Estoy aquí porque creo en ti, y creo que juntos podemos encontrar una manera de salir de esta jaula en la que te sientes atrapado.
Las palabras de Kai resonaron en el aire, llenando el espacio entre ellos con una sinceridad que casi era palpable. Ethan sintió un nudo formarse en su garganta. No estaba acostumbrado a que alguien le hablara de esa manera, sin juicio, sin expectativa de que cambiara o fuera algo distinto de lo que ya era.
—No sé si puedo prometerte que cambiaré —dijo Ethan, su voz temblando ligeramente—. No sé si puedo ser lo que tú necesitas.
Kai negó suavemente con la cabeza.
—No tienes que prometerme nada. No se trata de cambiar, Ethan. Se trata de ser honestos el uno con el otro. Yo solo quiero estar aquí contigo, como somos ahora. Y si eso significa que a veces las cosas serán difíciles, entonces las afrontaremos juntos.
Hubo un largo silencio después de esas palabras, pero esta vez no fue incómodo. Ethan miró a Kai, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez, solo tal vez, no tenía que cargar con todo el peso solo. Tal vez había espacio para compartirlo, para permitir que alguien más entrara en su mundo, aunque fuera solo un poco a la vez.
—Gracias —murmuró Ethan finalmente, sus ojos encontrando los de Kai—. Gracias por no rendirte conmigo.
Kai sonrió suavemente y se inclinó para besar la frente de Ethan, un gesto lleno de cariño y promesas no dichas.
—Nunca lo haría —respondió.
Y en ese momento, aunque las sombras del pasado aún acechaban, algo cambió. No fue un cambio drástico, ni una transformación inmediata. Pero fue un paso hacia adelante, una pequeña grieta en las murallas que Ethan había construido alrededor de su corazón. Y eso, para ambos, fue suficiente por ahora.
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Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]
Novela JuvenilPRIMERA HISTORIA 🌟 Broken Minds, Healing Hearts🌟 En un mundo donde las heridas invisibles a menudo duelen más que las visibles, se cuenta la historia de jóvenes que navegan por la complejidad de sus emociones y desafíos internos. "Broken Minds, He...