El amanecer irrumpía con suavidad en el horizonte, pintando el cielo con tonos cálidos de naranjas y rosados. Dentro del apartamento, el silencio era casi palpable, roto solo por el leve sonido de la respiración de Ethan. Los primeros rayos de sol se filtraban por las cortinas, iluminando suavemente su rostro mientras dormía. A su lado, Kai estaba despierto, apoyado en un codo, observándolo con una mezcla de ternura y preocupación.
Había algo en la forma en que Ethan dormía que siempre lo conmovía. La dureza que a veces lo envolvía durante el día desaparecía por completo, dejándolo expuesto, vulnerable. Era en estos momentos, cuando Ethan no llevaba ninguna de sus defensas, que Kai podía ver lo profundo de las cicatrices que llevaba consigo.
Kai extendió la mano lentamente, con cuidado de no despertarlo, y acarició suavemente el cabello de Ethan, permitiéndose disfrutar de esa pequeña intimidad. A pesar de las barreras que Ethan aún intentaba mantener entre ellos, Kai podía sentir cómo, poco a poco, esas murallas comenzaban a resquebrajarse. Sabía que no era algo que pudiera forzar, y tampoco era lo que quería. Quería que Ethan llegara a él por su propia voluntad, en su propio tiempo.
El teléfono de Kai vibró sobre la mesa de noche, rompiendo el momento de tranquilidad. Se incorporó lentamente para no despertar a Ethan, y al leer el mensaje, una sonrisa se formó en sus labios. Era de su mejor amiga, Mia, quien siempre encontraba la manera de iluminarle el día con sus bromas sarcásticas. Ella sabía de Ethan, aunque Kai había sido discreto al respecto. De alguna manera, Mia había intuido que este hombre era importante para Kai, y sus mensajes siempre estaban llenos de consejos no solicitados, pero llenos de cariño.
"¿Aún no lo has asustado? Estoy impresionada", bromeaba el mensaje. Kai soltó una risa suave, asegurándose de que no fuera lo suficientemente fuerte para despertar a Ethan.
Respondió rápidamente antes de dejar el teléfono de nuevo en la mesita. Volvió su mirada hacia Ethan, y por un momento, su mente divagó hacia el futuro. ¿Qué sería de ellos en unos meses? ¿O en un año? No podía evitar preguntarse si Ethan sería capaz de superar sus propios demonios, de abrirse completamente y permitir que Kai lo amara como merecía.
De repente, Ethan se movió, soltando un suspiro mientras se daba vuelta sobre el colchón. Lentamente, abrió los ojos, encontrándose con la mirada de Kai. Al principio, hubo un destello de confusión en sus ojos, como si estuviera tratando de recordar dónde estaba. Pero cuando vio la suave sonrisa de Kai, la tensión que se había formado en su cuerpo desapareció.
—Buenos días —murmuró Kai, inclinándose para besar la frente de Ethan con suavidad.
—Buenos días —respondió Ethan con la voz aún ronca por el sueño, sus ojos cerrándose por un segundo más mientras disfrutaba del cálido beso.
Hubo un momento de silencio entre ellos, uno que no necesitaba ser llenado con palabras. Era en esos pequeños instantes donde Ethan sentía que podía relajarse, como si el peso que siempre cargaba sobre sus hombros se volviera más ligero en la presencia de Kai. Sin embargo, esa sensación nunca duraba lo suficiente. Había una parte de él que aún luchaba contra la idea de depender de alguien más, una parte que temía el dolor que eso podía traer.
—Estaba pensando... —Kai rompió el silencio con una expresión seria en su rostro—. ¿Te gustaría ir al parque hoy? Necesitas un descanso, Ethan. Has estado trabajando mucho y apenas has tenido tiempo para ti.
Ethan lo miró, sin saber qué decir. No estaba acostumbrado a que alguien lo cuidara de esa manera. El simple hecho de que Kai se preocupara por su bienestar lo descolocaba, como si no supiera cómo manejar esa clase de atención. Al mismo tiempo, algo en él anhelaba ese tipo de cuidado, aunque fuera difícil admitirlo.
—No tienes que preocuparte tanto por mí —murmuró Ethan, bajando la mirada—. Estoy bien, de verdad.
Kai negó con la cabeza, acercándose más a él.
—Ethan, sé que eres fuerte. Lo sé. Pero también sé que no tienes que cargar con todo tú solo. Estoy aquí para ti, ¿recuerdas? Quiero que confíes en mí, que sepas que no tienes que ser el único que lo soporta todo.
Ethan tragó saliva, sintiendo el peso de las palabras de Kai. Esa confianza de la que él hablaba era algo que a Ethan aún le costaba entregar. Había pasado tanto tiempo construyendo muros alrededor de sí mismo, convencido de que la única manera de sobrevivir era depender únicamente de su propia fuerza, que la idea de apoyarse en alguien más se sentía casi antinatural.
—Lo sé, pero... —intentó decir, pero Kai lo interrumpió suavemente.
—No hay peros. Vamos a hacerlo simple hoy. Solo... déjame cuidarte, aunque sea por un día. —Kai sonrió, y la calidez en sus ojos era imposible de ignorar.
Finalmente, Ethan asintió, sabiendo que resistirse sería en vano. Había algo en la manera en que Kai lo miraba, con esa mezcla de paciencia y determinación, que le hacía creer que tal vez, solo tal vez, podía dejar de lado sus miedos por un rato.
El parque estaba más lleno de lo que esperaban. Familias paseaban con sus hijos, algunas parejas caminaban de la mano, y un grupo de chicos jugaba al fútbol en un campo cercano. Ethan y Kai se sentaron en un banco, disfrutando de la brisa suave y el sonido distante de las risas.
—¿Te trae recuerdos? —preguntó Kai, notando cómo los ojos de Ethan seguían a los niños corriendo.
Ethan asintió lentamente.
—Solía venir a un parque parecido cuando era niño... antes de que todo cambiara. Mi madre me traía aquí después de la escuela. Eran buenos tiempos.
Kai lo escuchó en silencio, sabiendo que no era fácil para Ethan compartir esos recuerdos. Sabía que detrás de esas palabras había una historia mucho más oscura, una que Ethan no estaba listo para contar del todo. Pero el hecho de que compartiera al menos una pequeña parte de sí mismo era un avance significativo.
—Me alegra que podamos hacer nuevos recuerdos aquí —dijo Kai, su voz suave, mientras apoyaba su mano sobre la de Ethan.
Ethan lo miró y, por un instante, permitió que una sonrisa genuina cruzara su rostro.
—A mí también —admitió en voz baja.
Pasaron el resto de la tarde caminando por el parque, hablando de cosas triviales, disfrutando de la compañía del otro sin la presión de tener que enfrentarse a los temas más profundos que usualmente pesaban sobre ellos. Era una tregua temporal, un respiro de las complicaciones de la vida, y ambos lo agradecían silenciosamente.
Cuando el sol comenzó a descender, pintando el cielo con tonos cálidos, supieron que era hora de regresar. Sin embargo, el día había sido diferente, casi como un punto de inflexión. Ethan sentía que algo había cambiado dentro de él, una apertura que, aunque pequeña, era significativa. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que tal vez no estaba tan solo en su lucha, y que confiar en Kai no era tan aterrador como había imaginado.
De vuelta en el apartamento, se sentaron en el sofá, agotados pero en paz. Kai encendió la televisión, buscando algo ligero para ver mientras Ethan se acomodaba a su lado, apoyando su cabeza en su hombro sin decir una palabra.
Y aunque el silencio entre ellos era cómodo, Ethan sabía que algo importante había sucedido ese día. Sabía que, poco a poco, estaba aprendiendo a confiar, a bajar las defensas, y a permitir que el amor de Kai entrara en su vida, aunque fuera solo un poco más cada día.
Y, quizás, solo quizás, eso era todo lo que necesitaba.
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Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]
Teen FictionPRIMERA HISTORIA 🌟 Broken Minds, Healing Hearts🌟 En un mundo donde las heridas invisibles a menudo duelen más que las visibles, se cuenta la historia de jóvenes que navegan por la complejidad de sus emociones y desafíos internos. "Broken Minds, He...