El eco de los disparos retumbaba en la cabeza de Ethan mientras corría por las estrechas calles de la ciudad. La adrenalina lo mantenía en movimiento, ignorando el dolor que comenzaba a apoderarse de su cuerpo por el esfuerzo. Las balas pasaban a su alrededor, algunas impactando en las paredes de los edificios y otras perdiéndose en la noche. Los hombres de Kellerman no se rendirían fácilmente, y él lo sabía. Si los atrapaban, no tendrían piedad.
Ethan giró bruscamente en una esquina, buscando cualquier lugar donde pudiera ocultarse. La ciudad, normalmente vibrante, parecía desolada en esta parte. Los escaparates estaban cerrados, y las luces de las farolas parpadeaban débilmente. Era como si el mundo entero se hubiera detenido, aguardando el desenlace de esa persecución.
Al fondo de la calle, una vieja puerta de metal parecía ofrecer refugio. Sin pensarlo dos veces, Ethan se lanzó hacia ella, empujándola con todas sus fuerzas. El óxido crujió bajo la presión, pero la puerta cedió. Entró rápidamente y cerró detrás de él, apoyándose contra la fría superficie mientras recuperaba el aliento. El aire dentro del edificio era pesado y rancio, con un olor a abandono y descomposición que hacía que cada respiración fuera más difícil.
La oscuridad era casi total, salvo por algunas rendijas de luz que se filtraban a través de las ventanas rotas. Ethan sabía que tenía que moverse rápido. No podía quedarse allí por mucho tiempo, pero necesitaba tiempo para pensar. Los pasos de sus perseguidores resonaban en la calle. Estaban cerca, demasiado cerca. Con un rápido vistazo, comprobó el cargador de su arma. No le quedaban muchas balas. Tendría que hacer cada una de ellas contar.
Se movió en silencio a través del almacén, sus botas resonando ligeramente en el suelo de cemento. Las sombras bailaban a su alrededor, y el sonido del viento golpeando las ventanas le daba una sensación inquietante de que algo más estaba observándolo. Sabía que era una cuestión de minutos antes de que sus enemigos entraran. No podía confiar en que la puerta resistiera mucho tiempo, y su único objetivo ahora era encontrar una manera de desviar su atención lo suficiente para ganar tiempo.
Subió una escalera de hierro oxidada que llevaba a un segundo piso, donde las oficinas abandonadas ofrecían una mejor vista del lugar. Desde allí, podía ver claramente la entrada del almacén y planificar su siguiente movimiento. No era un lugar perfecto para un enfrentamiento, pero al menos tenía la ventaja de la altura.
Mientras se preparaba, los recuerdos comenzaron a inundar su mente. Pensó en Kai, herido y vulnerable. Ethan esperaba que hubiera logrado llegar a la fábrica. El peso de la promesa que le había hecho a su amigo recaía sobre él como una losa. "Nos encontraremos allí", le había dicho. No podía fallar.
De repente, el estruendo de la puerta de metal resonó en todo el almacén. Los hombres de Kellerman habían entrado. Ethan los observó desde su posición elevada, contando al menos a cinco de ellos. Estaban bien armados, con rifles automáticos y chalecos tácticos, moviéndose en formación, peinando la zona con cautela.
"Demasiados para enfrentar de frente", pensó Ethan, apretando su arma. Tenía que ser astuto.
Con movimientos precisos, colocó una serie de barriles y cajas en puntos estratégicos, creando una especie de laberinto que dificultara el avance de sus enemigos. Sabía que no les haría mucho daño, pero podía ralentizarlos, y eso era todo lo que necesitaba: tiempo. Mientras lo hacía, se deslizó hacia una esquina oscura, donde podía ver sin ser visto.
—No deben estar lejos —murmuró uno de los hombres de Kellerman, escaneando el lugar con su linterna.
—Sepárense —ordenó otro, aparentemente el líder del grupo—. No dejaremos que se escapen.
Ethan observó cómo se dispersaban. El caos era inminente. Sus ojos seguían cada movimiento de los hombres, buscando una oportunidad. Finalmente, cuando uno de ellos pasó cerca de las cajas que había movido, Ethan disparó. Un solo tiro certero que derribó al hombre, el ruido resonando en todo el edificio.
—¡Aquí están! —gritó otro de los hombres mientras comenzaban a disparar hacia la dirección de Ethan.
Ethan se movió rápidamente, disparando desde diferentes ángulos para confundir a sus atacantes. Sabía que no podría sostener ese enfrentamiento por mucho tiempo, pero su única esperanza era mantenerlos a raya hasta encontrar una salida.
Las balas perforaban las paredes de metal y madera a su alrededor. Los hombres de Kellerman se movían con rapidez, coordinados. Dos de ellos avanzaban mientras otros dos cubrían, disparando en su dirección para obligarlo a retroceder. Ethan sintió la presión creciente de la situación. Estaba solo, sin respaldo, y sus opciones se reducían con cada segundo que pasaba.
—No podrás esconderte para siempre, Ethan —gritó uno de los hombres, su voz reverberando en el almacén—. Kellerman te quiere vivo, pero no dudará en matarte si sigues resistiendo.
Ethan se deslizó detrás de una pila de barriles vacíos, su mente trabajando a toda velocidad. "Vivo no es una opción", pensó. Sabía que no podía permitir que lo atraparan. El peso de la memoria USB que Lucy había sacado del servidor estaba en su bolsillo. Ese era su pase a la libertad, y la única esperanza para derribar a Kellerman.
De repente, un fuerte estruendo sacudió el almacén. Una explosión controlada derribó una de las paredes cercanas, lanzando escombros por todas partes. El polvo se elevó, cubriendo el área en una nube densa. Ethan aprovechó la confusión para moverse. Corrió hacia una salida lateral que apenas había notado antes. Sus enemigos, desorientados por la explosión, comenzaron a disparar al azar, pero no podían ver nada.
Ethan atravesó la puerta lateral, saliendo a una calle estrecha. La noche era oscura y lluviosa, y el sonido de las sirenas de la policía se oía en la distancia. No podía detenerse. Sabía que aún lo perseguían.
Con el corazón latiendo con fuerza, corrió hacia el punto de reunión. La fábrica abandonada se alzaba a lo lejos, una silueta oscura contra el cielo nocturno. Ethan respiraba con dificultad, pero la promesa que le había hecho a Kai lo empujaba hacia adelante.
Cuando finalmente llegó, la puerta de la fábrica estaba entreabierta. Con cautela, entró y recorrió el lugar con la mirada. Un pequeño rayo de luz provenía de una de las oficinas al fondo del edificio.
—Kai... —susurró mientras se acercaba.
Abrió la puerta lentamente y, para su alivio, encontró a Kai sentado en una silla, con el brazo vendado de manera improvisada. Aunque estaba pálido y dolorido, esbozó una sonrisa cuando vio a Ethan.
—Sabía que lo lograrías —dijo Kai, su voz débil pero firme.
Ethan se dejó caer en una silla frente a él, soltando un suspiro largo y pesado.
—Teníamos que hacerlo, ¿no? —respondió Ethan, con una pequeña sonrisa—. No había otra opción.
Ambos se quedaron en silencio por un momento, recuperando el aliento. Afuera, la tormenta finalmente había comenzado, y las gotas de lluvia golpeaban el techo de la fábrica. Pero, por primera vez en mucho tiempo, a pesar del caos que los rodeaba, Ethan sintió un atisbo de esperanza.
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Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]
Teen FictionPRIMERA HISTORIA 🌟 Broken Minds, Healing Hearts🌟 En un mundo donde las heridas invisibles a menudo duelen más que las visibles, se cuenta la historia de jóvenes que navegan por la complejidad de sus emociones y desafíos internos. "Broken Minds, He...