Capítulo 20

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Las horas pasaron, pero el sueño no llegaba. Kai seguía tumbado junto a Ethan, mirando el techo con la mente a la deriva. El miedo y la ansiedad se entrelazaban, creando un nudo en su pecho que no podía deshacer. La idea de la terapia de inmersión le aterrorizaba, pero también veía en ella su única salida. Ethan, su fortaleza, dormía a su lado, completamente ajeno a la tormenta que se desarrollaba dentro de Kai. El calor de su cuerpo a su lado le daba consuelo, pero también lo empujaba a enfrentarse a la realidad. No podía huir más. No podía permitir que Rain destruyera todo lo que habían construido juntos.

La mañana siguiente llegó demasiado pronto. El sol brillaba a través de las ventanas, iluminando la habitación con una luz cálida y dorada. Ethan despertó primero, estirándose lentamente antes de girar para mirar a Kai.

—¿Has dormido algo? —preguntó con voz ronca.

Kai negó con la cabeza, sus ojos mostrando el cansancio que sentía.

—No mucho —admitió—. He estado pensando en lo que me dijiste anoche, sobre la terapia. Estoy asustado, Ethan. ¿Y si no funciona? ¿Y si Rain... gana?

Ethan se sentó en la cama, sus ojos llenos de ternura y preocupación.

—No va a ganar —dijo con firmeza—. No mientras estemos juntos en esto. Yo te ayudaré a enfrentarlo. No estás solo, Kai.

El contacto de su mano sobre la de Kai fue suficiente para darle un respiro, pero el peso de lo que vendría seguía apretando sus pensamientos. Sabía que necesitaba ser fuerte, pero la duda lo consumía.

Decidieron que la sesión tendría lugar al día siguiente. El psiquiatra que Ethan había contactado, el doctor Han, era uno de los mejores en el campo de la disociación y había aceptado ayudar a Kai con la terapia de inmersión. La expectativa de esa cita nublaba cada pensamiento de Kai. Aún así, trató de concentrarse en los pequeños momentos de normalidad que compartía con Ethan: el desayuno, una breve caminata por la ciudad, las conversaciones triviales que mantenían para distraer la mente.

Pero cuando la noche cayó, la realidad los golpeó con fuerza. Estaban en el salón, sentados en el sofá, cuando Kai sintió un cambio en el ambiente. Una oscuridad familiar que comenzaba a apoderarse de su mente. Las luces parecían parpadear levemente, y la presión en su pecho aumentó. Ethan lo miró de inmediato, notando el cambio en la expresión de Kai.

—¿Rain? —preguntó con voz tensa.

Kai asintió, sintiendo cómo la presencia de Rain comenzaba a envolverlo, susurrando en su oído como un viento frío y maligno. "¿De verdad piensas que puedes deshacerte de mí? Yo soy tú, Kai. No soy el enemigo. Lo son todos los demás."

La risa de Rain resonó en su cabeza, un eco siniestro que reverberaba por todo su ser. Kai intentó luchar, pero cuanto más lo hacía, más fuerza parecía ganar Rain.

—¡Ethan! —logró decir antes de que su cuerpo se tensara, como si estuviera atrapado en un estado intermedio entre él mismo y Rain.

Ethan se lanzó hacia él, sosteniéndolo por los hombros con desesperación.

—¡Kai, escúchame! —gritó—. ¡No dejes que te controle! Estoy aquí contigo. ¡No estás solo!

Las palabras de Ethan parecieron atravesar la niebla que nublaba la mente de Kai. Era como si su voz fuera una cuerda que lo ataba a la realidad, una realidad en la que podía luchar y resistir.

"Te haré sufrir, Kai. Tú y tu precioso Ethan. No serás capaz de protegerlo."

Esa amenaza fue el detonante. La furia se encendió en Kai de una manera que nunca había sentido antes. Era como si todo el miedo y la angustia que había acumulado durante años se transformaran en una llama que consumía a Rain. Con un grito desgarrador, empujó a su alter hacia lo más profundo de su mente, encerrándolo en una celda oscura.

Ethan lo sostuvo con fuerza, mientras Kai jadeaba, intentando recuperar el control. Su cuerpo temblaba, empapado en sudor, pero había logrado hacer retroceder a Rain, al menos por ahora.

—Lo lograste —susurró Ethan, acariciando su rostro con una mezcla de alivio y miedo—. Lo lograste, Kai.

Kai respiró hondo, asintiendo con la cabeza, pero sabía que esto era solo una pequeña victoria. Rain seguía allí, esperando su momento para volver. La terapia era más necesaria que nunca.

La mañana siguiente llegó con una sensación de pesadez. Kai y Ethan se prepararon para la cita con el doctor Han. El camino hasta la clínica fue silencioso, ambos envueltos en sus propios pensamientos. Kai intentaba mentalizarse para lo que estaba por venir, mientras Ethan luchaba con la ansiedad de ver a la persona que amaba enfrentarse a algo tan oscuro y peligroso.

Cuando llegaron a la clínica, el doctor Han los recibió con una sonrisa calmada. Era un hombre de mediana edad, con ojos que irradiaban inteligencia y empatía.

—Kai, Ethan, es un placer conocerlos —dijo mientras les ofrecía la mano—. He revisado los detalles que me proporcionaron, y quiero que sepan que esta no será una batalla fácil. Pero con el apoyo adecuado y la voluntad de enfrentar tus demonios, Kai, hay una posibilidad real de éxito.

Kai asintió, aunque el nudo en su estómago solo parecía apretarse más.

La sesión comenzó poco después. Kai se tumbó en una camilla, mientras el doctor Han preparaba los equipos para inducir el estado de inmersión. Ethan se mantuvo a su lado, su presencia una fuente de consuelo constante.

—Lo más importante, Kai —dijo el doctor Han mientras comenzaba a guiarlo en la meditación—, es que recuerdes que tú tienes el control. Rain es una parte de ti, pero no define quién eres. Tú eres más fuerte que él.

Kai cerró los ojos, dejando que las palabras del doctor resonaran en su mente. Lentamente, fue entrando en un estado de profunda relajación, su cuerpo cediendo a la calma inducida por la terapia. Pero mientras su mente se hundía en ese estado, una sensación familiar de oscuridad comenzó a filtrarse.

Y allí estaba. Rain. De pie frente a él en el vasto paisaje de su subconsciente, con una sonrisa torcida.

—Bienvenido a casa, Kai.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora