Capítulo 51

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La noche había caído sobre la ciudad, envolviendo las calles en una manta de oscuridad interrumpida solo por las luces parpadeantes de los edificios. Ethan y Kai caminaban en silencio, uno al lado del otro, mientras la brisa fresca acariciaba sus rostros. Habían decidido salir a dar un paseo después de lo que había sido una conversación cargada de emociones, una que había abierto heridas viejas pero necesarias de sanar.

Kai, siempre atento, observaba a Ethan de reojo, midiendo cada uno de sus movimientos, como si supiera que la vulnerabilidad que Ethan había mostrado unas horas antes aún lo acompañaba. Sabía que era importante dejarle espacio, pero también era su instinto estar ahí, cerca, listo para sostenerlo si tropezaba, figurativa o literalmente.

—A veces, cuando todo está en silencio como ahora —dijo Kai, rompiendo la quietud de la noche—, es cuando más me doy cuenta de lo rápido que puede cambiar la vida. Hace unos meses, no me imaginaba estar aquí... contigo.

Ethan levantó la vista hacia el cielo nocturno, buscando consuelo en las estrellas que apenas se veían entre los edificios. La confesión de Kai le produjo un cálido sentimiento en el pecho. Todavía era difícil para él aceptar que alguien pudiera verlo de esa manera, después de todo lo que había pasado. No se sentía digno de ser amado, y mucho menos de la manera en la que Kai lo hacía, con una paciencia infinita, como si tuviera todo el tiempo del mundo para esperar a que Ethan encontrara su propio ritmo.

—Yo tampoco lo imaginaba —murmuró Ethan, sintiendo el peso de sus palabras mientras seguían caminando—. Siempre pensé que estaba condenado a estar solo, a no poder conectar con alguien de verdad.

Kai se detuvo de repente, tomando a Ethan por el brazo, obligándolo a girar hacia él. El contacto era suave pero firme, y los ojos de Kai, oscuros bajo la tenue luz de las farolas, lo observaban con una intensidad que lo hizo detener la respiración.

—No estás solo —dijo Kai, su voz profunda y segura—. Y nunca lo estarás mientras yo esté aquí.

Ethan sintió un nudo en la garganta, sus emociones revueltas mientras las palabras de Kai penetraban sus defensas. Era como si Kai supiera exactamente qué decir, cómo romper las barreras que él había construido para protegerse del dolor. Pero, al mismo tiempo, esas palabras lo asustaban. ¿Qué pasaría si lo lastimaba? ¿Qué pasaría si terminaba destruyendo todo, como lo había hecho antes?

—¿Y si no puedo darte lo que necesitas? —preguntó Ethan, con una honestidad que casi lo hizo estremecerse—. ¿Qué pasa si no soy suficiente para ti?

Kai lo miró por un largo momento, dejando que el silencio entre ellos hablara. Entonces, lentamente, su mano subió hasta el rostro de Ethan, acariciando suavemente su mejilla, un gesto lleno de ternura.

—No tienes que ser perfecto, Ethan —dijo Kai, sus dedos trazando un camino cálido por la piel de Ethan—. Solo tienes que ser tú. Eso es lo que quiero. Lo que siempre he querido.

Ethan cerró los ojos, dejándose llevar por la sensación del toque de Kai, permitiéndose bajar la guardia, aunque fuera por un momento. Era extraño cómo algo tan simple como una caricia podía hacer que todo pareciera un poco más soportable, un poco menos aterrador.

Kai se inclinó hacia él, sus labios rozando suavemente los de Ethan, y aunque el beso fue breve, fue suficiente para dejar una marca indeleble en su corazón. Cuando se separaron, Ethan sintió que algo dentro de él había cambiado. Quizás no era algo gigantesco, quizás no era el tipo de cambio que se podía ver a simple vista, pero lo sintió profundamente, como si una pequeña pieza de sí mismo hubiera encontrado finalmente su lugar.

Continuaron caminando, pero esta vez la distancia entre ellos había desaparecido por completo. Ethan entrelazó su mano con la de Kai, un gesto silencioso que decía más de lo que cualquiera de los dos podría poner en palabras.

Pasaron por una pequeña cafetería que aún estaba abierta, y Kai sugirió entrar. El ambiente cálido del lugar, con sus luces suaves y mesas de madera, contrastaba con la frialdad de la noche exterior. Se sentaron cerca de la ventana, mirando hacia la calle vacía mientras una camarera sonriente les traía dos tazas de café.

—¿Te gusta este lugar? —preguntó Kai, observando cómo Ethan jugueteaba con la cuchara, removiendo su café distraídamente.

Ethan asintió.

—Es tranquilo. Me recuerda a un sitio al que solía ir cuando era más joven... cuando las cosas eran menos complicadas.

Kai sonrió, pero no dijo nada. Sabía que cada vez que Ethan mencionaba su pasado, había una mezcla de melancolía y resignación en su voz. Quería ayudarlo a ver que su futuro no tenía que ser una repetición de esos tiempos difíciles, que estaba construyendo algo nuevo, algo que valía la pena.

—A veces siento que estoy buscando algo —continuó Ethan, sin levantar la vista de su taza—. Algo que perdí hace mucho tiempo y que no sé si podré encontrar de nuevo.

Kai lo observó en silencio, dándole el tiempo que necesitaba para expresar lo que fuera que estuviera luchando por salir a la superficie.

—Tal vez lo que estás buscando no está en el pasado —dijo Kai finalmente—. Tal vez está justo frente a ti, esperando a que lo reconozcas.

Ethan lo miró, sus ojos oscuros llenos de preguntas que no sabía cómo formular. Pero en ese momento, se dio cuenta de algo importante: Kai no iba a rendirse con él. No importaba cuántas veces tropezara, cuántas veces dudara de sí mismo, Kai seguiría estando allí, ofreciéndole una mano cuando lo necesitara.

Y tal vez, solo tal vez, eso era lo que había estado buscando todo este tiempo.

La camarera dejó la cuenta sobre la mesa, y Kai, siempre atento, fue quien la tomó. Ethan protestó débilmente, pero Kai simplemente sonrió y negó con la cabeza.

—La próxima vez te dejo invitar —dijo Kai con una sonrisa juguetona.

Salieron del café, la noche más avanzada pero mucho más ligera para Ethan. Mientras caminaban de regreso al apartamento, sintió que el peso en su pecho había disminuido, aunque fuera solo un poco. Quizás nunca se desharía por completo de sus miedos e inseguridades, pero con Kai a su lado, sentía que tenía una oportunidad.

Al llegar al edificio, Kai lo detuvo antes de entrar, girándolo suavemente hacia él.

—Ethan, no tienes que correr —dijo Kai, su voz baja pero firme—. Vamos a hacer esto a nuestro ritmo. No importa cuánto tiempo tome.

Ethan asintió, sus ojos encontrándose con los de Kai, y por primera vez en mucho tiempo, sintió que todo iba a estar bien.

Broken Minds, Healing Hearts #1 [✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora