Aquel día-1
Fénix, aún en el abismo de oscuridad y luz, siente la voz del creador resonando en su mente. Sabe que tiene que tomar una decisión, una última oportunidad para salir de este trance. Finalmente, se despide de la voz con un tono de aceptación y gratitud, aunque su alma está llena de frustración.
—Gracias por... la claridad —susurra Fénix, mientras la oscuridad lo envuelve nuevamente, y la luz parece desvanecerse.
En ese momento, de vuelta en la realidad, el caos aún persiste. El cuerpo de Fénix tiembla, pero su determinación crece, alimentada por la nueva perspectiva que acaba de obtener. Darem sigue presionando las bayonetas contra su cuerpo, el calor de las llamas consumiéndolo poco a poco. El dolor se intensifica, pero algo dentro de él se despierta.
Con una fuerza renovada, Fénix agarra la bayoneta que atraviesa su cuello, ignorando el calor abrasador. Con un grito de esfuerzo, hace presión y la rompe, liberándose de su agarre. Al mismo tiempo, rompe la bayoneta que le atraviesa el abdomen, sintiendo el calor ceder, las llamas retrocediendo mientras se disipan lentamente.
Darem retrocede un paso, sorprendido, pero su expresión se endurece, sus ojos resplandecen con furia y satisfacción.
Fénix, jadeante pero firme, se pone de pie, su cuerpo aún lleno de dolor. Pero su voluntad es más fuerte que nunca. Se enfrenta a Darem, quien lo observa con una sonrisa sardónica.
—Así que ahora te has levantado, ¿eh? —dice Darem, su voz cargada de burla—. ¿Crees que podrás detenerme, Fénix? Tu resistencia es admirable, pero no cambiará nada. Yo ya estoy demasiado cerca de mi objetivo.
Fénix, mirando fijamente a Darem, responde con una calma sorprendentes para la intensidad de la situación.
—Tú no entiendes nada, Darem —dice con una leve sonrisa—. No se trata de ganar o perder. Ni siquiera se trata de lo que tú crees que estás logrando. Estás jugando un juego muy viejo y mal entendido.
Darem frunce el ceño, su rostro se llena de desdén.
—¿Qué quieres decir con eso? Si crees que puedes hablarme de lecciones, te equivocas. Tú no eres más que una herramienta para el caos. Y ahora, vas a morir.
Fénix lo mira fijamente, su mirada cargada de una sabiduría oculta.
—No es así, Darem. Todos estamos condenados a luchar en una batalla que no podemos ganar... pero hay algo más allá de eso. Tal vez, para ti, eso sea inútil, pero para mí... —Fénix se detiene un momento, respirando con dificultad—, he llegado a comprender algo. Y creo que tú también lo sabes, aunque no lo quieras admitir.
Darem lo observa, desconcertado, y sin esperar más palabras, se lanza de nuevo hacia él, las bayonetas brillando con un destello mortal.
Pero Fénix, con un rápido movimiento, evita el ataque. Y mientras lo hace, su voz resuena con una determinación inesperada.
—Darem, estoy dispuesto a darte lo que necesitas... si tú también me das lo que yo quiero. Un pacto.
Darem se detiene, observando a Fénix como si estuviera evaluando la propuesta. Su mirada es fría, pero en el fondo, hay algo de curiosidad.
—¿Un pacto? ¿Qué tipo de pacto propones, Fénix?
Fénix lo mira de frente, sus ojos brillando con una mezcla de furia y comprensión.
—Un pacto donde pongamos todo en juego. Todo lo que somos, todo lo que hemos luchado por conseguir. Pero al final, solo uno de nosotros saldrá con vida.
Darem sonríe de manera cruel.
—¿Estás diciendo que quieres hacer todo esto... solo para que uno de nosotros muera? ¿Por qué? ¿Para obtener lo que te pertenece? ¿Para demostrar que no soy más que una ilusión en tu vida?
Fénix asiente, su tono oscuro pero seguro.
—Así es. Pero te diré algo más, Darem. No es solo por la muerte lo que estamos luchando. Es por entender si de verdad podemos cambiar, si nuestra lucha tiene algún significado. Y si tú sigues en este camino, destruyendo todo a tu paso, morirás sin saber si alguna vez tu vida tuvo un propósito.
El silencio que sigue es pesado. Las palabras de Fénix parecen colarse en la mente de Darem, pero él no se deja vencer. Su rostro se endurece nuevamente.
—La muerte es el único propósito que me queda, Fénix. Y si debo morir, lo haré en mi propio término. Pero este es el fin. Solo uno de nosotros puede quedar en pie.
Fénix asiente, reconociendo la fatalidad de sus palabras.
—Así será, Darem. Solo uno de nosotros puede ganar. Y será el resultado de nuestra lucha, no de nuestros deseos.
En ese momento, la batalla alcanza su clímax. El aire se vuelve denso con la tensión. Ambos luchadores, agotados pero decididos, se preparan para el último enfrentamiento. Un golpe mortal que decidirá quién prevalecerá.
La batalla entre Fénix y Darem continuaba con una intensidad brutal. Ambos estaban exhaustos, sus cuerpos marcados por los golpes y el sufrimiento, pero su determinación seguía intacta. En medio de la pelea, Marcus, que estaba observando con tensión, se acercó rápidamente a Fénix, preocupado por el estado en que se encontraba.
—Fénix, ¿estás bien? —preguntó Marcus, su rostro una mezcla de preocupación y fatiga.
Fénix, respirando con dificultad, levantó la cabeza y esbozó una sonrisa confiada, esa misma sonrisa que siempre llevaba cuando las cosas se ponían difíciles.
—Claro que sí —respondió con una calma que no correspondía con la brutalidad del combate—. Siempre he estado bien, Marcus. Ahora, vete. Esta pelea es mía. Y no te preocupes, siempre salgo con vida.
Marcus dudó un momento, pero vio la determinación en los ojos de Fénix. Sin decir nada más, dio un paso atrás, dejando a Fénix enfrentarse solo a su adversario.
Darem, al notar que la pelea se había intensificado, se preparó para lo que sería el golpe final. Los dos se miraron fijamente, y en ese instante, todo parecía estar por estallar. Los movimientos de Fénix y Darem eran rápidos, certeros, tan iguales que ni siquiera un espectador experto podría determinar quién tenía la ventaja.
Golpe tras golpe, ambos luchadores se conectaban con furia, la tensión y la fuerza en cada intercambio de puños retumbando en el aire. Pero fue Fénix quien, en un movimiento inesperado, logró introducir su mano en el pecho de Darem, su palma buscando el corazón de su enemigo.
Sin embargo, Darem, con una habilidad que Fénix no había anticipado, manipuló sus músculos de tal manera que atrapó la mano de Fénix, deteniéndola. Los ojos de Fénix se llenaron de sorpresa, pero no tuvo tiempo para reaccionar antes de que Darem comenzara a golpearlo, un golpe tras otro, con una precisión letal. Fénix intentó defenderse, pero la fuerza de los ataques de Darem lo sobrepasaba.
Cada golpe que recibía Fénix parecía perforar su cuerpo más profundamente. El dolor era inmenso, su visión comenzaba a nublarse. Sin embargo, algo en su interior seguía luchando. La rabia, la determinación, el impulso de no ceder, lo mantenían en pie, aunque cada vez con menos fuerzas.
Finalmente, con el último aliento, Fénix logró un movimiento impresionante: apretó el corazón de Darem con todas sus fuerzas. Darem, sorprendido, sintió el dolor de su propio corazón siendo comprimido, y por un momento, su rostro se deformó por el sufrimiento.
Ambos quedan inmobiles al mismo tiempo, y el mundo parece desvanecerse a su alrededor.
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code/fenix
Hombres LoboCode Fénix es una historia épica de traición, poder y redención que sigue a Fénix, un hombre marcado por su oscuro pasado y su lucha constante con su propia humanidad. En un mundo donde las organizaciones secretas, las fuerzas sobrenaturales y los i...