Capítulo 40.

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—¡Mierda! —con su otra mano hizo presión en la herida—. Mierda, mierda, mierda.

Un grito ahogado se escuchó en la puerta de su baño. Al levantar la mirada, sintió que su pulso se aceleraba y los músculos del hombro se le tensaban.

—Yo... yo vine a decirte que la comida estaba lista. La p-puerta no tenía seguro y la abrí.

Tenía los ojos abiertos de puro miedo y Justin se preocupó al pensar si era miedo por él o por lo que hizo. Los ojos de ______ estaban desenfocados y su boca estaba abierta, decidiendo qué decir.

•No es el primer espejo que rompo, nena.

En cuanto lo dijo, las ganas de volver a golpear algo crecieron. Si eso era su forma de hacerla sentir mejor, él mismo sabía que había sido estúpido. Pero sinceramente, Justin no sabía que más hacer.

—Siéntate —le ordenó ella con la voz ronca y con un movimiento de cabeza indicó el inodoro.

Aún con su mano presionando la herida, le hizo caso y se sentó.

—¿Tienes un botiquín?

No le gustaba como los ojos de ______ habían perdido el brillo de felicidad que tenía mientras estuvo en su cocina. Estaban tristes y apagados, casi podía decir que también decepcionados.

—Abajo del lavabo, abre la puerta y es la bolsa roja.

Cuando ______ tuvo el botiquín en sus manos, se puso de cuclillas y tomó entre sus manos, la suya herida. Ella evitaba su mirada mientras le ponía alcohol en la herida. Él apretó sus labios para no soltar un fuerte quejido. Mientras la observaba, Justin se daba cuenta que ella también hacía su misma acción y que parpadeaba constantemente.

Al momento en el que _______ le terminó de vendar la mano, ella se levantó con rapidez y guardó el botiquín de nuevo. Cuando se enderezó, _______ le seguía dando la espalda. Después, se escuchó un fuerte sollozo.

Antes de darse cuenta, los brazos de ella le rodearon su pecho desnudo y su rostro lo hundió en él. Su pecho se encogió al sentir las lágrimas de _______ por su torso. La rodeó con fuerza, demasiada diría él y se volvió a sentar en el inodoro, con ella en su regazo. Nunca le había gustado ver a las mujeres llorar y haber sido el causante de que su novia llorara, era aún peor.

Le daba pequeñas caricias en su espalda, tratando de que sus hombros dejaran de moverse con cada sollozo que ella soltaba. Nunca la había visto así y ahora que la tenía llorando sobre él, con sólo su toalla y sin ningún tipo de camisa, Justin deseó no haber golpeado su espejo.

Segundos, minutos pasaron. Justin no tenía idea de cuanto tiempo ______ había llorado en sus brazos, pero al momento en el que ella paró, un poco de paz comenzó a crecer en él.

—Lo siento, lo siento —dijo repetidas veces cuando el silencio dominó en su baño.

______ se separó de él. Su nariz estaba roja al igual que sus mejillas, sus ojos se habían hinchado y con los pulgares, Justin le retiró las lágrimas aún intactas.

—Maldita sea, Justin —_____ sopló sus mocos—. ¿Qué demonios pasa contigo?

Cuando lo miraba directamente a los ojos, Justin sentía que podía ver lo mierda de persona que era.

—Tú mejor que nadie lo sabe.

______ frunció el ceño.

—¿Y eso te da derecho de hacerte daño a ti mismo? —su tono de voz tan frío y molesto no le gustaba para nada—. ¿Te da derecho de hacerme llorar?

—No, no. Lo siento nena. Pero esto que llevo dentro me pesa todos los días.

______ le acunó el rostro con sus ambas manos. Le sorprendía la intensidad con la que sus ojos llegaban a conectarse a veces.

—Y lo lamento mucho —comenzó a decirle—, pero yo estoy contigo, ¿eso no te basta? Lo menos que una espera es ver como su novio golpea un vidrio.

Justin no sabía si eso había sido un chiste con sarcasmo o alguna ironía. Pero aún así, prefirió mantener su rostro neutro.

—No quise que fueras testigo de eso y lo sabes —explicó—. Es sólo que... no sé como lidiar con esto.

—Yo te ayudaré.

Eso le sonaba a promesa y a Justin no le gustaban. Su padre había prometido estar con ellos siempre y se fue de su vida. ¿Qué tal si todo esto también la afectaba a ella? Nunca se lo había contado a nadie y _____ era tan buena que no quería pasarle sus mierdas.

—¿Por qué? —le susurró él juntando sus frentes.

______ cerró los ojos y soltó un suspiro, un suspiro de rendición.

—Porque te quiero.

Sus articulaciones comenzaron a mandar señales nerviosas por todo su cuerpo. Un hormigueo que nunca había llegado a sentir, comenzó a mandar espasmos en su interior. Por primera vez, ella le decía que lo quería.

A pesar de sus problemas, de lo que hizo mientras vivió en Canadá, de la paliza que le dio a Xavier, y de sus problemas de ira, esta maravillosa mujer lo quería.

Y él la quería a ella, tal vez aún más. Sentía una enorme necesidad de estar con ella el mayor tiempo que era posible. ______ lo calmaba, justo como lo calmó hace rato. Lo hacía feliz aún cuando se sentía infeliz la mayor parte del tiempo.

—Yo también te quiero —le contestó con la mayor sinceridad.

Porque estar así con ______, en un baño, era lo más cercano a un hogar. Y hace mucho tiempo que Justin no se sentía así.

Ella fue la primera en dar el movimiento. Su boca se estampó contra la suya con urgencia y ferocidad. Nunca la había sentido tan necesitada por un beso y admitía que le encantaba la sensación. Una mano se enredó en sus cabellos y con la otra, hizo presión en su cadera, incitándola a que se acomodara mejor sobre él. ______ rompió el beso y se levantó, acomodando ambas de sus piernas a los costados de sus muslos. Creo que ni ella aún se daba cuenta de que él estaba prácticamente desnudo, sólo su toalla y él.

Le enderezó la columna, pegándola más a su pecho y profundizando el beso. Sintió las uñas de ella encajarse en sus omóplatos. Un rugido salió de su garganta.

La quería.

Desde hace mucho tiempo Justin no sentía que algo fuera real. La relación con su madre ya no lo era; su apariencia tranquila tampoco lo era; estar en el campamento no era por voluntad propia; estar bien cuando era todo lo contrario. Su hogar, tampoco era real.

Sólo ______ lo era.

Sus manos recorrieron el cuerpo de ella, la sintió estremecerse cuando sus dedos fríos y parte de su venda rozó su espalda baja por debajo de su blusa. Ambos sonrieron. La abrazó con fuerza cuando se separaron. Ella estaba sonrojada de las mejillas y sus labios estaban un poco rojos e hinchados. Se acercó y le dio un beso rápido.

—Estás en toalla —explicó ella con una mirada llena de vergüenza—. Y la comida de seguro se enfrió.

Justin se encogió de hombros. En lo último que pensaría es en comida.

—¿Por qué? ¿Tienes hambre? —le preguntó él.

Con los labios apretados, ella asintió.

—La pasta me ha quedado deliciosa.

Él sonrió.

—Bueno, eso lo decidiré en un rato. Me cambio y bajo —_____ no supo disimular el pequeño vistazo que le dio a su mano vendada—. No haré nada esta vez —le prometió.

—Calentaré la comida.

Sin mirarlo a los ojos, ella se levantó de sus piernas y salió del baño casi corriendo.

Soldier [j.b.] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora