Alba se estaba mordiendo las uñas de su mano derecha sintiéndose inquieta, nerviosa y molesta a la vez. No podía concentrarse en lavar los platos sucios, ni tampoco se había molestado en ponerse los guantes de hule que usaba cada vez que limpiaba. No, algo estaba mal con Justin, lo supo desde el momento en que fue a saludarla por la mañana en el campo. Debajo de sus ojos habían unas espantosas ojeras y si él creía que iba a ocultar los horribles cortes que le sacaron un enorme susto en cuanto los vio, estaba muy equivocado. Sabía las señales. Si Justin volvió a golpear cualquier superficie significaba que algo estaba mal y por la forma tan debatida en la que caminó por la cafetería confirmó sus sospechas, ¡ni siquiera había comido de su plato!
Con resignación dejó sus uñas en paz y se dedicó a limpiar como se debía. Si Justin tenía algo, pues que él mismo viniera y le explicara por qué se había comportado de aquella manera. Lo que le dijera, ella podría soportarlo.
El plato que tenía entre sus manos casi cae de un golpe sordo cuando sonó el timbre de su hogar tres veces. Frunció el ceño, Riley no tendría que tocar, pero al momento de ver el reloj de la cocina, supo que no debía ser su hermano, todavía faltaban dos horas para que saliera de la escuela. Tomó el trapo y se secó las manos con prisa, ya sabía quien debía ser la persona que estaba esperando que abriera.
Alba le sonrió con cariño a Justin en cuanto abrió la puerta. Él hizo un intento miserable en ocultar sus lastimadas manos en los bolsillos de su pants negro, pero fue inútil, Justin no podía ocultarle eso. Justin pasó y le dio un beso corto en los labios, se veía tan tenso que Alba tuvo las fuertes ganas de acostarlo en su cama y darle un masaje.
—Debería limpiar tu herida, Justin —comentó ella al ver que él no comenzaría una conversación pronto.
Justin sacó sus manos lentamente de su pants. Ahora que las veía con más atención, sus nudillos estaban completamente morados, casi al color negro, tenía cortadas y mostraba un ligero temblor, no podía mantenerlas estables. Alba lo miró con total tristeza y decepción, ¿cómo podía recurrir a esto?
Con delicadeza, le tomó la mano y Justin se estremeció. Lo llevó a su cuarto y le dijo que tomara asiento en su cama mientras que ella iba por el botiquín del baño del segundo piso.
—¿Vas a decirme por qué demonios te hiciste esto? —preguntó Alba con la voz neutra, sin emoción. Tomó el algodón y le untó la pomada color morado—. Te arderá, ¿entiendes eso?
—No me hables como si fuera un niño.
—Considerando lo que te haces a ti mismo no te considero un niño, sino un idiota.
No quiso ver como la mandíbula de Justin se apretaba, así que concentró su atención en sus manos. Sin avisarle, hizo presión en todas sus heridas. Se sintió mal por sentirse bien al escuchar las quejas y maldiciones de Justin, pero esto se ganaba por ser tan impulsivo. Siguió aplicando la pomada, cuidando que todo estuviera cubierto. Tomó con sus dedos y presionó en sus huesos.
—Considérate con suerte, Justin —Alba dejó el algodón en el piso y sacó del botiquín un par de vendas—. No sé como tu mano soporta tanto golpe sin romperse.
—Yo sé en qué momento parar, Alba.
—A mí me parece que no, es como si disfrutaras hacerte esto a ti mismo.
—Es lo único que me calma.
Dejó las vendas en el suelo con fuerza y lo miró furiosa.
—¿Cómo te atreves? ¡Cómo puedes hacerte esto a ti mismo y comportarte como si fuera lo más normal del mundo! —exclamó, estando a poco de llegar a los gritos. Levantó su mano, haciéndolo callar cuando quiso responderle—. No más de esto, Justin. Odio siquiera imaginarme cómo debieron ser tus golpes a lo que sea que hayas usado para descargarte.
—La pared de mi habitación —confesó.
—No te pregunté —rechistó indignada y molesta. Justin estaba siendo tan cínico.
Le vendó ambas manos lo más rápido que pudo y cuando terminó, puso distancia entre Justin. Se paró al otro lado de su habitación con los brazos cruzados y guardó silencio, porque de ninguna manera ella comenzaría hablar.
—Tengo algo que decirte —su voz sonaba ronca y apretó los ojos con fuerza. Sus manos no dejaban de moverse, ¿cómo demonios encontraría las palabras para decirle la horrible noticia?
—¿Qué es lo que pasa?
Alba abrió los ojos asustada cuando Justin la miró con sus ojos miel cristalinos ya que nunca lo había visto así. Justin estaba teniendo una lucha interna. Comenzó a imaginarse lo peor, no era estúpida como para no darse cuenta de lo que estaba a punto de escuchar. Un nudo del tamaño del mundo se formó en su garganta y comenzó a suplicar en silencio que no fuera lo que estaba pensando.
—Alba, nena —él se levantó de la cama y cuando estuvo cerca de ella confesó—: Parto a servicio en un mes.
Alba no tardó en soltar lágrimas silenciosas, lo miraba como si no creyera lo que le estaba diciendo, ella esperara que todo se tratara de alguna broma. Sintió como su corazón se apretujaba en su pecho, demandando con salir y quitarle el mayor dolor que había sentido en su vida. De pronto, tuvo ganas de vomitar, pero se aguantó.
—No... —ella susurró con la cara contraída de dolor y Justin no pudo evitar llorar enfrente suyo por primera vez en su vida—. No, esto no puede ser posible.
Perdiendo la cordura y la cabeza por lo que le estaba pasando, lanzó golpes al pecho de Justin, soltando fuertes sollozos, queriendo descargar su frustración y su dolor. Justin dejó que lo hiciera, dejó que ella se desahogara y cuando sus golpes comenzaron a hacerse cada vez más débiles, Justin no lo soportó y la atrajo a su pecho, sintiendo como su camisa era empapada por las lágrimas de la mujer que amaba más que a nada del mundo. El cuerpo de Alba temblaba y Justin no tenía ni idea de cómo calmarla, sus pequeñas manos se hicieron puño en su camisa, queriendo aferrarse a él para siempre. Ella sabía que este día llegaría tarde o temprano, pero nadie le dijo lo mucho que iba a doler, lo mucho que iba a odiar no tenerlo a su lado. Se había preparado mentalmente para la noticia, pero fue inútil porque fuera como fuera, Alba sabía que iba a terminar destrozada.
—¿Por qué? —ella susurró con los ojos cerrados pero no esperó respuesta por parte de Justin—. ¿Por cuánto tiempo?
—7 meses.
Justin se sentó en la cama con Alba en su regazo aún llorando. Él también lo hizo, se odió por causarle ese dolor, la angustia y la desesperación que seguramente su chica estaba sintiendo. ¿Cómo podía alejarse de ella si llorando seguía igual de preciosa?
—Justin —ella se separó con los ojos hinchados e inhaló hondo, tenía que decírselo. Él la miró expectante—: Te amo.
A él se le contrajo el estómago. Nunca se imaginó que Alba le fuera a soltar las dos palabras que lograron hacerlo el hombre más feliz del mundo aún cuando se sentía el más desgraciado. Estaba preciosa con sus mejillas sonrojándose cada vez más, nunca la había visto tan tímida y cohibida. Alba, la mujer más maravillosa del mundo, lo amaba.
—Oh nena —le acarició el cabello con ternura—. Yo también te amo.
—Te esperaré.
Era la promesa más sincera que Alba había dicho en su vida. Los ojos de Justin se aguadaron cada vez más hasta que volvió a soltar lágrimas y ella las retiró, intentando sonreír.
—No puedo pedirte que hagas eso. ¿Y si conoces a alguien más?
—Justin Bieber —tomó su rostro con fuerza y lo miró con severidad, aunque temiendo que gracias a su llanto su maquillaje se hubiera corrido, dándole el aspecto de una verdadera loca—. Nunca podría encontrar a alguien como tú. Te amo.
—Dilo de nuevo —suplicó.
—Te amo. Te amo. Te amo. Te amo por siempre.
Volvió a hundir su cara en su cuello, llorando porque se sentía conmocionada por la noticia y porque le había dicho por primera vez a un hombre que lo amaba. Si Justin tenía el temor de que ella pudiera encontrar a alguien más en su ausencia, estaba en un terrible error. Sólo él podía hacerla sentir viva y amada, nunca iba a olvidar los momentos que pasaron juntos, tanto los buenos como los malos. Aún cuando acababa de recibir la peor noticia de su vida, Alba sabía que iban a superarlo. Si podían estar 7 meses separados, podían superar cualquier cosa.
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Soldier [j.b.]
Fanfiction«Tu deber estaba aquí conmigo. No debiste volver. ¿Acaso no fui suficiente para ti?» Después de que Justin decidiera romper su promesa de no volver a sus servicios, Alba decidió dejar de esperar. Suficiente era con esperarle por 6 meses o hasta m...