Capítulo 52.

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____ se estaba mordiendo las uñas de su mano derecha sintiéndose inquieta, nerviosa y molesta a la vez. No podía concentrarse en lavar los platos sucios, ni tampoco se había molestado en ponerse los guantes de hule que usaba cada vez que limpiaba. No, algo estaba mal con Justin, lo supo desde el momento en que fue a saludarla por la mañana en el campo. Debajo de sus ojos habían unas espantosas ojeras y si él creía que iba a ocultar los horribles cortes que le sacaron un enorme susto en cuanto los vio, estaba muy equivocado. Sabía las señales. Si Justin volvió a golpear cualquier superficie significaba que algo estaba mal y por la forma tan debatida en la que caminó por la cafetería confirmó sus sospechas, ¡ni siquiera había comido de su plato!

Con resignación dejó sus uñas en paz y se dedicó a limpiar como se debía. Si Justin tenía algo, pues que él mismo viniera y le explicara por qué se había comportado de aquella manera. Lo que le dijera, ella podría soportarlo.

El plato que tenía entre sus manos casi cae de un golpe sordo cuando sonó el timbre de su hogar tres veces. Frunció el ceño, Riley no tendría que tocar, pero al momento de ver el reloj de la cocina, supo que no debía ser su hermano, todavía faltaban dos horas para que saliera de la escuela. Tomó el trapo y se secó las manos con prisa, ya sabía quien debía ser la persona que estaba esperando que abriera.

_____ le sonrió con cariño a Justin en cuanto abrió la puerta. Él hizo un intento miserable en ocultar sus lastimadas manos en los bolsillos de su pants negro, pero fue inútil, Justin no podía ocultarle eso. Justin pasó y le dio un beso corto en los labios, se veía tan tenso que ____ tuvo las fuertes ganas de acostarlo en su cama y darle un masaje.

—Debería limpiar tu herida, Justin —comentó ella al ver que él no comenzaría una conversación pronto.

Justin sacó sus manos lentamente de su pants. Ahora que las veía con más atención, sus nudillos estaban completamente morados, casi al color negro, tenía cortadas y mostraba un ligero temblor, no podía mantenerlas estables. _____ lo miró con total tristeza y decepción, ¿cómo podía recurrir a esto?

Con delicadeza, le tomó la mano y Justin se estremeció. Lo llevó a su cuarto y le dijo que tomara asiento en su cama mientras que ella iba por el botiquín del baño del segundo piso.

—¿Vas a decirme por qué demonios te hiciste esto? —preguntó _____ con la voz neutra, sin emoción. Tomó el algodón y le untó la pomada color morado—. Te arderá, ¿entiendes eso?

—No me hables como si fuera un niño.

—Considerando lo que te haces a ti mismo no te considero un niño, sino un idiota.

No quiso ver como la mandíbula de Justin se apretaba, así que concentró su atención en sus manos. Sin avisarle, hizo presión en todas sus heridas. Se sintió mal por sentirse bien al escuchar las quejas y maldiciones de Justin, pero esto se ganaba por ser tan impulsivo. Siguió aplicando la pomada, cuidando que todo estuviera cubierto. Tomó con sus dedos y presionó en sus huesos.

—Considérate con suerte, Justin —_____ dejó el algodón en el piso y sacó del botiquín un par de vendas—. No sé como tu mano soporta tanto golpe sin romperse.

—Yo sé en qué momento parar, ______.

—A mí me parece que no, es como si disfrutaras hacerte esto a ti mismo.

—Es lo único que me calma.

Dejó las vendas en el suelo con fuerza y lo miró furiosa.

—¿Cómo te atreves? ¡Cómo puedes hacerte esto a ti mismo y comportarte como si fuera lo más normal del mundo! —exclamó, estando a poco de llegar a los gritos. Levantó su mano, haciéndolo callar cuando quiso responderle—. No más de esto, Justin. Odio siquiera imaginarme cómo debieron ser tus golpes a lo que sea que hayas usado para descargarte.

Soldier [j.b.] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora