Capítulo 27.

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15 de Diciembre.

—Levántate, _____ —su madre la sacudió con fuerza—. Iremos a hacer las compras para Navidad.

—Cinco minutos —contestó con la voz ronca.

—Levántate.

—Mamá...

—¡Que te levantes! —gritó dándole una palmada en el trasero.

Dio un grito ahogado y quitó las sábanas de su cuerpo. Su madre ya estaba bañada, maquillada y vestida. Salió de su habitación, ordenado que se apurara, era la única que faltaba.

Caminó rápido hasta el baño restregándose los ojos. Abrió el grifo de su regadera, solamente la caliente. Su cuarto siempre estaba frío y estaba casi temblando. Se despojó de su pijama, dejándola en una esquina del baño y después se metió en la regadera.

Se enjuagó todo su cuerpo con la esponja, lavó su cabello y salió después de cinco minutos. Tardaría más, pero Sandra se pondría furiosa si se retrasaba. Navidad era la época favorita de su madre, de ella también, pero no exageraba con la excitación que Sandra mostraba todos los años mientras iban a hacer las compras.

Se cambió a unos jeans obscuros, se puso una camisa de lana con cuadros rojos y negros, encima su abrigo negro corto hasta sus caderas. Trató de secar su cabello, pero no tenía tiempo, tardaba mucho en secar y seguramente su madre ya estaba perdiendo la paciencia con ella.

Se maquilló rápido los ojos con rímel y se pintó los labios rojos. Salió de su habitación corriendo, con su cabello húmedo y casi goteando hasta el piso de abajo. Su madre esperaba junto con Riley sentados en la sala. Sandra pateaba el piso con impaciencia y paró cuando la vio abriendo la puerta.

Su madre manejó hasta el centro comercial. En el estacionamiento, habían familias cargando con bolsas de regalos. Los tres entraron en el edificio y caminaron directo a la tienda que frecuentaban todos los años. Los regalos eran baratos y estaban dentro del presupuesto que tenían planeado y ahorrado.

_____ se separó de Riley y Sandra. Caminó por los estrechos pasillos, no quería que vieran sus regalos.

—¿_____? —dijeron a sus espaldas.

Cuando se giró, _____ no la reconoció. Su cabello estaba perfectamente peinado, tenía el mismo color que él al igual que sus ojos y nariz. Ya no se veía tan pálida ni con ojeras, sino que su piel brillaba y se veía hidratada.

—Cara —saludó con una sonrisa forzada.

Aunque no se pareciera mucho a Justin, _____ recordaba que cuando la fue a ver, él la había besado. Por primera vez.

Justin.

Casi con pánico, vio alrededor de donde ellas estaban. Seguramente la había acompañado. En este mes, ni siquiera le había dirigido la palabra, ni cuando él tenía sus chequeos, _____ tampoco le hablaba o miraba por más de cinco segundos por miedo a llorar en medio del silencio incómodo que siempre había entre ambos.

—¿Haciendo las compras? —le preguntó con una sonrisa.

Ambos sonreían de la misma manera.

—Si —asintió.

Fue cuando ______ divisó su cabello rubio doblar en la esquina del pasillo en dónde estaban paradas. Iba con la mirada baja y con sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones. El corazón de _____ se aceleró con cada paso que Justin daba. No podía verla, pero fue inútil intentar que no lo hiciera, Justin ya la miraba. Él disminuyó el paso.

—Me tengo que ir —apresuró a decir con voz temblorosa por los nervios.

—¿Ya? —Cara se veía decepcionada—. Pero Justin está aquí...

—Lo siento, Cara, seguramente mi madre debe de estar buscándome.

—¡Pasa un día por la casa! —le gritó cuando comenzó andar a paso rápido por el pasillo.

De ninguna jodida manera iría a la casa de Justin.

Se encontró con su madre en la entrada de la tienda con pocas bolsas de compras. Ella ni siquiera alcanzó a comprarles algo. Se quedaron horas en el centro comercial dando vueltas y entrando a tiendas al azar. ______ no tuvo tiempo para estar sola y comprarles un regalo, estaba más preocupada viendo a todas partes, cuidando en no volver a verlo.

Con las manos ocupadas por bolsas de regalos, caminaba viéndola desde atrás. Ella estaba a una distancia de treinta metros. Movía la cabeza y los ojos para su costado y él sabía que lo estaba buscando. Nunca la había visto con el cabello suelto, siempre lo tenía agarrado en una coleta que a él le encantaba jalar cuando la besaba. Su cabello solía resbalarse de sus dedos cada vez que lo acariciaba.

Retiró la mirada de ella con una mueca, luego, volvió a observarla casi al segundo. Ni siquiera escuchaba a su propia madre que le decía algo sobre sus tíos de Canadá, casi maldijo, no quería saber nada de ese lugar ni de la familia que vivía allá. No quería verlos ni mucho menos visitarlos, ya era bastante lo que tuvo que pasar ahí años atrás.

Recordó la expresión de miseria que ella puso cuando lo vio bajar del autobús con Tara. Habían ido al bar ellos dos juntos con sus otros amigos y al día siguiente, al despertar desnudo alado de Tara fue cuando se sintió asqueado de sí mismo, también avergonzado. Se había acostado con ella y ni siquiera recordaba muy bien como es que se había dejado engatusar de nuevo por Tara.

Pensaba distraerse, quitarse a _____ de la cabeza, así que esa misma tarde que salieron, Justin ya había tomado su teléfono y marcado el número de Tara, invitándola al bar por la noche. Pero todo había salido mal desde el momento en el que la vio parada en la esquina, viéndolo con decepción y tristeza.

Casi sin pensar, Justin entró hacia una joyería de segunda mano. No podía permitirse algo más caro, pero eso es algo que nunca le importó. Le faltaba comprar un último regalo.

■■■

20 de Diciembre.

Lo primero que hizo cuando salió del campo militar, fue tomar el primer autobús al centro. Tenía que comprar los regalos de su madre y Riley, eran los únicos que le faltaban. A Riley le iba a comprar el videojuego que le faltaba, la iba a amar para siempre si lo hacía. Sandra era algo más complicado. Su gusto era tan explícito que todos los años y también en su cumpleaños, _____ temía que no le llegara a gustar el regalo. Lo sabía cuando su madre se lo ponía una sola vez y la última, porque _____ siempre encontraba algunas blusas o bolsas nuevas hasta el fondo del armario. Sandra era tan extraña que ______ a veces agradecía no ser tan exigente como lo era su madre.

Caminó por el centro comercial directo a la tienda de videojuegos. Buscó por todos los pasillos el nombre del juego para Riley y casi grita de emoción al tomar el último que quedaba. Esto si era suerte. Fue hacia la caja, pagó con el dinero que tenía ahorrado y salió de la tienda.

______ se sentía completamente paranoica. Con cada cabello rubio, ella terminaba por esconderse en cualquier esquina y al ver que no era Justin, salía y caminaba viendo hacia todas partes. Tenía que dejar de hacerlo, no le hacía ningún bien estarse preocupando por él cada segundo del maldito día, cuando estaba más que claro que Justin ya no lo hacía por ella. Seguramente estaba con la rubia esa del bar. Trataba de pasarlo por alto y olvidar, pero no podía. Cada vez que lo veía caminar por el campo o entrenar en los circuitos, ______ se obligaba a caminar de frente y no ver hacia su dirección. Porque si lo hacía, sentía el impulso de correr hacia él, darle unas cachetadas y después besarlo.

Entró en la tienda que parecía ser la favorita de su madre y le compró varias blusas, las que usaba siempre las rompía o las utilizaba por dos días seguidos. Era momento de que dejara de hacer eso. Escogió las más presentables y de las que estaba segura que le iban a gustar y las pagó.

Su última parada fue en la tienda para envolver los regalos, su dinero ahorrado ya se había terminado. Salió del centro comercial y subió a un autobús que la llevara a casa.

Soldier [j.b.] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora