Capítulo 77.

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—Tengo la sensación que a Justin no le caigo muy bien —le dijo Logan al día siguiente mientras caminaban juntos al comedor.

Alba se apresuró a justificar cualquier actitud que Justin haya tenido con su antiguo amigo.

—No lo tomes personal —sonrió penosa—. Justin es muy... cerrado. Ha pasado por muchas cosas.

—Lo entiendo, aunque no sé cómo se mantiene tan sereno después de ir a la zona de guerra.

Alba apretó los labios. Logan en verdad no tenía ni idea. Desde que se había separado en la mañana de Justin, no lo había vuelto a ver, ni en los circuitos o corriendo por el lugar. Entró junto con Logan en la cafetería y apresuró a formarse, comenzaba a tener hambre.

Mientras comía, Alba notó como el cielo comenzaba a nublarse poco a poco, podía escuchar como el viento silbaba y los árboles se agitaban de manera alarmante. Era pocas las veces en las que llovía con fuerza en la ciudad y Alba predijo que esta iba a ser una de ellas. Las puertas del comedor se abrieron y Justin entró entre un montón de soldados, estaba sudado de todo el pecho y su cabello estaba despeinado y mojado.

A Alba nunca le habían gustado las tormentas, la ponían nerviosa y siempre eran muy impredecibles. Y no ayudaba mucho el que estuvieran en una montaña, con árboles en su totalidad, que por naturaleza, atraían rayos. Justin ni siquiera la miró por estar hablando con su compañero. El viento trajo consigo la lluvia, que con cada minuto que pasaba, era más fuerte.

—Esto no me gusta nada —dijo Mel a un lado suyo mientras veía la ventana por encima de su hombro—. El lodo que se hará, no podré caminar con mis zapatos por el campo. ¡Nadie pronosticó tormenta!

A Alba lo que menos le preocupaba eran sus zapatos, sino la forma tan oscilatoria en la que los árboles se movían. No le dio para la sensación de sentirse segura. El golpeteo de las gruesas gotas de agua se escuchaban por el techo, los truenos se oían cada cinco minutos y a Alba se le quitó el apetito.

Pasaron veinte minutos de escuchar como la tormenta se hacía cada vez más intensa cuando un fuerte estruendo se escuchó a espaldas del comedor. Alarmada, Alba se levantó de un salto y giró su cuerpo hacia el ventanal. Sus ojos se agrandaron por ver una gran rama en el suelo, no era para nada liviana, estaba llena de hojas y su tronco era grueso.

—¡Aléjense de las ventanas! —ordenó el general Winston con voz potente.

Alba tuvo que agradecerle por haber dado la orden a tiempo, porque una vez alejada del ventanal, otra rama cayó, traspasando una cuarta parte, rompiendo el vidrio. Si no se hubiera quitado, hubiera recibido un golpe en la cabeza con la rama. Ella soltó un grito ahogado mientras protegía su cabeza de los cristales que volaron.

Soldier [j.b.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora