92. De Mí Para Ti

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* Jaeth y Santiago:


- Jaeth, ¿a dónde me llevas?

- Amor ya casi llegamos.

- Jaeth a dos días de marcharnos, se te ocurre...

- ¡Sorpresa! Feliz Cumpleaños.

- Jaeth wow. Había olvidado por completo mí cumpleaños ¿Tú cocinaste?.

- Si, yo lo hice para ti.

- ¿Y no incendiaste el hotel?. Te felicito.

- oye...¿ espera que haces ?

- Llamando a los paramédicos para después de cenar.

- ¡oye! - reímos.

- Gracias Jaeth. - dice para luego depositar un beso en mi frente.

Santiago toma mi mano y nos acercamos al comedor, luego ayuda a acomodarme en mi lugar y él se sienta.

- Bueno pues... "provecho".

- "Provecho"

Le da el primer bocado y tengo miedo a que sufra una intoxicación de verdad.

- Jaeth ésto está delicioso.

- ¿Lo dices en serio ? - grito con entusiasmo - digo... Gracias. - sonrío.

- que lastima que tengamos que irnos mañana mismo.

- Si... pero estaremos juntos toda nuestra vida.

- Todas nuestras vidas. Tú lo dijiste.

- Es verdad.

De pronto Santiago toma la servilleta para quitar las sobras de su boca, la deja de lado y se arrodilla frente a mi.

- ¡Cásate conmigo!.

- pero ya estamos casados.

- para siempre. Incluso si ya no tenemos más vidas quiero que siempre estés a mi lado.

- si... - respondo susurrando.

- entonces... - junta nuestra frente - eso significa que me amas.

- eso significa que eres sólo mío - respondo.

Nuestras miradas se entrelazan y toda nuestra distancia se acorta convirtiéndose en un fogoso beso.

Santiago toma mi cadera y con delicadeza me carga sin terminar el beso. Me lleva dentro de la habitación para depositarme en la cama. Su camisa desaparece en un abrir y cerrar de ojos, mis pantalones se deslizan fácilmente y de pronto nos encontramos sin nada encima. Puedo sentir todo el calor de nuestros cuerpos con cada roce.

Comenzamos con estocadas suaves y luego la velocidad se incrementa. La lujuria no es nada comparada con el amor. Me aferro a su espalda queriendo más, más y más cada vez.

- Jaeth... eres mía.

¿soy suya? Pues supongo que de alguna manera. Ya que somos uno compartiendo nuestro amor.

- San... San...

El no poder más me consume, adoro que lama mis pezones y le de pequeños mordisco. Quiero más y no se cuando pare todo este deseo y el ritmo de nuestros cuerpos lo dice todo.

- Jaeth. ¡Eres mía!

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