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Multimedia | "Fire In My Bones" Fleurie.
(esa canción es be-llí-si-ma la escuché mil veces mientras escribía XD)

El verano concluía y con ello el inicio de clases estaba a la vuelta de la esquina, mi tercer semestre de universidad estaba por comenzar. Esta vez no tenía ni la beca, ni a Michael, por lo tanto los pagos debía realizarlos de la jugosa –e inmerecida- herencia que había recibido.

Dejé el Mini en el estacionamiento del campus por la mañana del lunes antes de ir a trabajar, ese día me tocaba cubrir la jornada completa, desde que amanece hasta el anochecer. Tomé mi pequeño bolso donde llevaba la tarjeta de crédito y mi credencial matriculada para que me emitieran el comprobante y hacer el pago de inscripción. Llegué a las oficinas administrativas de Columbia donde desde muy temprano las secretarias ya corrían como locas de arriba para abajo por el inicio de cursos.

Me dirigí hacia la ventanilla de pagos y una amable y desconocida chica me pidió matricula y nombre completo para generar mi orden de pago.

—Señorita West, su inscripción a este curso ya fue pagada —me informó confusa.

Le devolví el mismo gesto de confusión. No recordaba que Michael hubiera pagado semestres por adelantado.

—No —revisé mis pagos anteriores que llevaba en un sobre manila —No he pagado nada. ¿Estás segura que es mi matrícula correcta?

La morena giró el monitor hacia mi dirección permitiéndome visualizar su sistema. Con su índice comenzó a mostrarme conforme me explicaba la situación.

—Sí, el día viernes recibimos una transferencia del New York Financial, dirigida a su matrícula —volteó el monitor a su sitio y siguió buscando —De hecho, está cubierto hasta el octavo semestre.

Inhalé y exhalé abruptamente. ¿Qué le daba derecho a interferir en mis asuntos?

—¿Cuánto es el importe pagado? —pregunté temerosa, el pensar en la estrepitosa cantidad que Sebastian desembolsó, vaya a saber Dios con qué intención, me provocaba ansiedad.

—314 mil dólares —respondió con suma naturalidad, como su fuera el precio de un chicle —Incluye inscripciones y colegiaturas.

La cabeza me daba vueltas, era demasiado dinero. Debía devolverlo, no podía permitirle tal atrevimiento, me sentiría como una vividora parásita. Aparte, yo no tenía ningún tipo de relación con él ahora, no tenía por qué aceptar nada, y menos de esa magnitud.

Abandoné rápidamente las oficinas y salí despavorida al exterior, necesitaba con urgencia tomar aire o se me iba a derramar la bilis.

Hice una llamada a la pequeña institución financiera donde llevaba mi cuenta, y solicité un retiro por dicha cantidad, el amable asesor me informó que no era necesario acudir y hacer el retiro de efectivo, con un simple cheque era más que suficiente.

...

Conduje hasta el WSJ para adentrarme en doce horas de miseria total, con la depresión de Ángela y sus constantes cambios de humor que iban desde el enojo sin razón aparente, pasando por la histeria y concluyendo en lágrimas.

Esa mujer era drama total. Lo que agradecía, era que una vez que yo pisaba la oficina no me dejaba en paz; ve a tal lugar, haz esto, ayúdame con aquello, llama a fulano y envíale esto a perengano. Necesitaba ser explotada laboralmente para sacar de mi cabeza las ideas que me torturaban y me producían unas rabietas parecidas a las de mi jefa.

...

Al caer la noche, tomé la decisión de ir y confrontar a Sebastian, pedirle que no interfiriera de nueva cuenta en mis asuntos, y entregarle el cheque con la cantidad que había pagado en la universidad. Me arrepentí un poco del atuendo que había elegido por la mañana, el Valentino de gasa grisáceo, bordado en su totalidad con diminutas flores color rosa y verde era sumamente inapropiado, daría la impresión de que tras la intención de aclarar las cosas iba implícita una reconquista, la cual estaba totalmente descartada.

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