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Por fin el verano había llegado. Nunca había ansiado tanto la llegada de las vacaciones como ahora que cursaba una nueva carrera, estaba tan agotada física y mentalmente con tanta información en clases y, sobre todo, tareas y proyectos que fui feliz al concluir el semestre y visualizarme en casa durante casi dos meses.

La idea de que Sebastian no tuviera vacaciones me desilusionaba un poco, pues pasaría gran parte del día sola. Jessica estaría en Santorini con su sugar daddy y Lauren viajaría de igual manera a Londres a visitar a sus padres. Sólo quedaba Jay, él era mi única salvación en entretenimiento.

Finalizando el último día de clases del semestre salí disparada hacia la salida del campus dónde me estaría esperando Arthur, como todos los días.

Me detuve en el medio de la acera pues nunca vi el Tesla estacionado en el árbol a mano derecha donde él siempre dejaba el auto para esperarme. El lugar estaba vacío.

Giré hacia el lado contrario y me encontré con un Jaguar F Type color negro, para variar. Saliendo del lujoso vehículo un guapo caballero que robaba miradas conforme se acercaba a mí, con un andar despreocupado y una sonrisa cautivadora.

—Hola muñeca —saludó y con gentileza besó mis labios brevemente.

—Hola —sonreí feliz por el grato recibimiento.

Sostuvo el maletín que cargaba en mi hombro lleno de libros y cargó la laptop que llevaba en manos. Caminamos hacia el auto y abrió la puerta del copiloto para mí. Seguido, dejó mis útiles en el asiento trasero del auto y finalmente subió y emprendió marcha.

—¿Y Arthur? —pregunté curiosa.

—Le dejé otros pendientes —respondió con la mirada fija en el camino —Hoy quise venir a recogerte personalmente —tomó mi mano con la suya libre, esta vez me miró pues el semáforo estaba en rojo —¿Tienes hambre?

Eran pasadas las tres de la tarde, por supuesto que tenía hambre.

—Mucha.

—¿Qué quieres comer? —preguntó, dejando la elección a mi libre albedrío.

No estaba segura. Dudé unos segundos.

—No lo sé, ¿tu qué sugieres? —respondí dudosa.

—Estoy a tu disposición, yo hago lo que me digas —levantó una mano indicando que se zafaba de toda decisión.

Miré por la ventanilla intentando obtener una idea sobre cual lugar elegir para comer.

—¡Ahí! —señalé la Churrascaría Plataforma justo frente a nosotros —Yo amo ese lugar.

Después de la visita al buffet brasileño regresamos a casa. Sebastian había decidido no volver a la oficina para poder tener la tarde tranquila que habíamos estado posponiendo desde meses atrás. La idea de tenerlo conmigo toda una tarde sin los pendientes de la empresa o mis trabajos de la escuela me hacía muy feliz. Él merecía descanso tanto como yo.

A pesar de sus múltiples actividades, el estrés y la responsabilidad que tenía siempre buscaba hacerse un tiempo para dedicármelo exclusivamente a mí, y yo trataba de hacer lo mismo. Claramente mi vida escolar no era nada en comparación con la suya, pero de igual manera, ambos siempre compaginábamos tiempos.

—¿Qué prefieres: televisión o dormir? —preguntó mientras estábamos en el ascensor.

Froté mi barbilla pensando. La respuesta era clara, necesitaba un sueño reparador.

—Dormir, dormir mil horas —recargué mi cabeza en su hombro y cerré los ojos —Muero de cansancio.

—Que perezosa eres, tu vida es un constante "tengo sueño" o "tengo hambre" —imitó mi tono de voz y ambos soltamos una carcajada al mismo tiempo.

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