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Multimedia | "One and Only" Adele.

Oficialmente estaba desempleada, desde aquella riña con Ángela decidí no trabajar más por el momento y enfocarme en los estudios ya que desde unos meses atrás notaba cierta apatía por mi parte hacia la escuela, pensé que podía ser a causa de las arduas jornadas laborales.

El dinero no era un inconveniente pues gracias a Michael tenía lo suficiente para sobrevivir cómodamente, y con la reciente mudanza al pent-house de mi novio había eliminado el gasto de la renta del pequeño apartamento. Vivir con él era como ser parte de la realeza, no me faltaba nada y tenía absolutamente todo a manos llenas, incluso las cosas más innecesarias.

Por las mañanas la señora Parker tenía preparado mi desayuno, estaba conociendo mis gustos y siempre daba en el clavo con lo que me gustaba comer, Arthur me llevaba y recogía de la universidad así que no tenía necesidad de agarrar mi auto. Me estaba convirtiendo en una niña mimada.

Por orden se Sebastian, la antigua habitación que ocupaba cuando me quedaba un par de días se acondicionó para que sirviera de guardarropa ya que por la cantidad de ropa y cosas que tenía no era posible acomodarlas en un solo clóset. Por lo consiguiente la habitación principal era compartida por los dos.

Nuestra relación ya no era ningún secreto a voces, durante los casi cinco meses que llevábamos juntos nos habíamos paseado por toda la ciudad sin preocupaciones. Mis amigas estaban encantadas con nosotros aunque no podía verlas tan a menudo como antes siempre procuraba al menos dos veces por semana quedar con ellas en la residencia estudiantil o en algún café después de clases. Todos en la universidad sabían que estaba saliendo con uno de los hombres más poderosos de Nueva York y sorpresivamente su trato hacia mi había cambiado, incluso el de los profesores. Las chicas en la escuela se dividieron en dos bandos: las que me envidiaban y las que me admiraban.

Mi buena pinta me sirvió para quedar ante la sociedad como la refinada universitaria que había cautivado al tercer hombre más rico de la ciudad y no como la universitaria caza fortunas que buscaba engatusar y absorber dinero ajeno.

Sin embargo, con toda la buena suerte que me había cargado estos meses había algo que no me permitía estar en plenitud conmigo misma, estaba sintiéndome un parasito de la sociedad, no hacía nada en el día más que ir a clases, hacer tareas por las tardes y esperar a que Sebastian llegara a casa por la noche. Mi desempleo me dejaba demasiado tiempo libre y no tenía en que invertirlo, tampoco podía ir todas las tardes al NYF a interrumpir las actividades de mi novio y traérmelo a encerrar en la habitación. Él tenía todo un imperio en sus manos y una gran responsabilidad.

Por otra parte, la carrera me estaba resultando bastante sosa y aburrida, en muchas ocasiones me replantee sobre la importancia de estudiar a fondo la literatura inglesa y realmente no obtenía ningún resultado ventajoso, no era sustentable. Yo quería hacer algo más, de mayor impacto social, representar un papel importante en mi entorno. Las letras siempre fueron y serán unas de mis pasiones pero definitivamente no me iban a dar ese empoderamiento que buscaba.

Aparte, que hermosa pareja haríamos Sebastian y yo en algún futuro; él un experto en finanzas y economía que representaba una parte sumamente importante de la economía del país y su novia una niñita que solo se dedica a escribir. Eso no era conveniente para él. La balanza no estaría equilibrada.

Mientras le daba vuelta al asunto de mi futuro escolar investigué sobre las posibles alternativas de cambio a mi plan de estudios en la universidad; si quería hacer algún cambio de licenciatura debía aprovechar que estaba por finalizar apenas el tercer semestre, estaba en perfecto tiempo y forma de entrar en otra.

Perdí mi concentración cuando la puerta de la habitación se abrió y entró Sebastian buscándome con la mirada.

—Pensé que no estabas, no te vi abajo —se acercó a mí y besó mi frente como saludo.