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Advertencia ⚠️:
Este capítulo es por narrador omnisciente. Conforme avancen se darán cuenta del porqué.




Dos ambulancias se conducían con suma velocidad en el tráfico de la gran manzana, los vehículos en el semáforo rápidamente se orillaban para dar paso.
Los paramédicos recibían indicaciones para ubicar el lugar de los hechos. Un aparatoso accidente a las afueras del Upper East Side había sido reportado minutos antes.

Al aproximarse, vislumbraron una furgoneta de carga estrellada contra el lateral derecho de un Mercedes Benz.
Rápidamente descendieron de las ambulancias y se distribuyeron para rescatar a los pasajeros.
El conductor de la furgoneta se encontraba en estado de ebriedad, con un ligero malestar en el cuello por el inminente impacto.

Desafortunadamente, los pasajeros del Mercedes no corrieron con la misma suerte.

—¡Necesitamos una mano aquí! —gritó uno de ellos a sus compañeros.

Dos más se unieron y de inmediato se concentraron en el copiloto. Una mujer joven en estado de inconsciencia extendida a lo largo del auto.

Visualizaron la escena y decidieron sacar al conductor primero. Le desprendieron el cinturón de seguridad y se cercioraron estuviera con vida.

—Está respirando, súbanlo a la camilla —se escuchaba a los paramédicos darse órdenes entre ellos.

Aliviados porque al menos los dos conductores estaban vivos.

Una ambulancia se fue, con el chofer de la furgoneta a bordo. Detrás de ellos, una patrulla.

La tensión se hacía presente en el lugar y los espectadores no se hicieron esperar.

—Dudo siga con vida, aún así hay que sacarla —se decían.

Se repartieron para darle atención al hombre arriba de la ambulancia y para lograr sacar a la chica estancada en el vehículo destrozado.

Después de un sin fin de maniobras finalmente fue rescatada. Estaba viva, pero en estado crítico. El equipo se estremeció y no a causa del frío, la imagen era devastadora.

Con ambos cuerpos dentro de la ambulancia emprendieron marcha al hospital de Nueva York.

Se miraban entre todos y aunque no decían nada, estaban seguros de que ella no alcanzaría siquiera a llegar al hospital. Aún así, le dieron la atención debida y buscaron mantenerla con vida por todos los medios.

Rebuscaron en las pertenencias de los pacientes por alguna identificación y de inmediato supieron de quienes se trataba.

•••

Arthur recibió el aviso de que su jefe había sufrido un accidente y a pesar de su nervioso pensó con claridad. Llamó a la madre de Sebastian y acordaron encontrarse lo más pronto posible para llegar al hospital.

El instinto maternal de Elizabeth le atacaba, por inexistentes que parecieran, ahí estaban sus sentimientos, quería llorar de imaginar perder a su hijo.

—¿Como fue? —le exigió saber al chofer mientras conducía de camino al hospital.

—No lo se, señora, él iba solo —le respondió.

La madre suspiró aliviada al realizar que, después de todo, había sido buena idea no traer con ella a Brooke, de lo contrario la chica habría entrado en estado de pánico.

Con toda la prisa posible ingresaron ambas camillas en la sala de urgencias. Los presentes conmocionaron al ver ambos cuerpos de elegante vestidura bañados en sangre.

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