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Multimedia | "Cherry" Lana del Rey.

Últimamente había recibido más llamadas de mi mamá de las habituales, aquello me inquietaba pues la única explicación que tenía al respecto era que ella sabía de mi situación y claramente estaba al pendiente de su pequeña, porque a pesar de todo yo seguía siendo una jovencita de apenas 24 años viviendo con un hombre de 36.

El hablar a diario con ella me había permitido ponerle al corriente de mi avance en la escuela y trabajo como colaboradora. A su vez, sabía todo los pormenores de su vida de casada con Charles. Al menos ella era feliz. No lo decía pero venía implícito en las risas y la tranquilidad que transmitía su voz.

Al finalizar la llamada con Nora, de inmediato recibí otra llamada entrante; eran Jay, Jessica y Lauren.

—¡Chicos!, ¿qué están tramando? —les saludé.

—Tu secuestro —respondió Jay.

Las otras dos chicas rieron con él.

—Vamos en camino a buscarte, iremos de fiesta —añadió él.

¿Fiesta? Yo no estaba para fiesta.

—No lo creo, estoy algo cansada, hoy tuve clases y trabajé en la tarde —mentí —Aparte Sebastian no está en casa, no ha vuelto de la oficina.

Eso sí era verdad, Sebastian había estado trabajando últimamente hasta altas horas de la noche y no sabía mucho de él en el transcurso del día. Su humor no era el mejor recientemente y dudaba de que saberme de fiesta le hiciera sentirse mejor.

—Con mayor razón, escápate. Que se joda el mandón —sugirió Jess.

—No, no, no —me negué —No quiero desatar la guerra.

—Es tu novio, no tu papá —añadió Lauren —Ponte ropa cómoda, vamos a beber algo y a bailar un rato.

—Llegamos en veinte minutos y no aceptamos un no por respuesta —me sentenció Jay y colgó.

Salir sin avisarle era una mala, malísima idea considerando el genio que se cargaba el hombre estos días. Sin embargo, eso podría usarlo a mi favor, me serviría para llamar su atención, esa atención que no estaba recibiendo desde hace tiempo.
En plan era arriesgado pero necesario.

A pesar de que odiaba su obsesión con el control y el poder yo necesitaba regirme bajo sus reglas, quería ser controlada por él.

Elegí un atuendo sencillo y cómodo. Zapatos de piso. Y usé esa paleta de sombras para ojos negras y grises que pocas veces había tocado. Alboroté mi cabello con los dedos para deshacer el liso perfecto que llevaba a diario.

Me miré al espejo y reí conmigo misma, no era mi estilo habitual pero me gustaba.
Metí las cosas básicas en mi bolso, dejé el celular apagado debajo de la almohada.
Si lo llevaba conmigo, más iba a tardar en llegar al club que en tener a Sebastian furioso en la entrada del lugar para traerme de vuelta a casa.

•

—¡Vámonos! —gritó Jay y subió el volumen de la música electrónica en su estéreo de la camioneta.

Condujo a la zona de clubes y pubs. Esa que no había visitado muy a menudo. No podía evitar sentirme ansiosa, mi vida nocturna era nula, yo  no era fiestera, ni sabia beber responsablemente.