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El apartamento de Jay se había convertido en un club nocturno de la más alta calidad. Sin embargo, no era lo que yo estaba acostumbrada a ver cómo fiesta de Año Nuevo.

Luces neón rebotando en los muros claros, de esas tan chillantes que llegaban a ser molestas. Aunque, era de admirarse la decoración, Jay se había lucido.

Esos colgantes metálicos, globos por todos lados y una gran mesa con un mantel plateado repleta de copas y champaña a discreción. Reconocí un par de botellas de mi vino rosado favorito y supe que mi mejor amigo había tenido que ver en ello.

Definitivamente habían transformado el apartamento en un club. Temía que mi -no tan joven- novio pudiera sentirse abrumado por el ambiente. Él no solía frecuentar esos lugares, al menos no que yo supiera.

—Dime que no te arrepientes de haber venido —le pedí mientras nos conducíamos entre los globos.

Él me miró tratando de fingir comodidad.

—Estoy bien —me dijo al oído para hacerse escuchar a través de la música.

—¡Amigos míos! —gritó Jay desde la cocina.

Se acercó a nosotros con una amplia sonrisa dibujada en el rostro, iba tan bien vestido que parecía salido de algún desfile de modas.

Nos abrazó a ambos con efusividad. En el corazón de Jay no había espacio para rencores, y trató a Sebastian bien, como si nada hubiera pasado.

—Pasen por aquí —nos condujo a la sala de estar dónde se encontraban los demás invitados —Ya vuelvo, les presentaré a Preston.

Decidí sentarme en uno de los taburetes de piel mientras mi novio iba por bebidas. De inmediato apareció Jay con el que debería ser Preston. Lo ubicaba, era el guapo bartender de la gala, por el que me dejó.

—Cariño, ella es Amelia, mi mejor amiga —le dijo con dulzura —A, él es Preston.

Ambos estrechamos manos con cordialidad aunque, por alguna extraña razón, logré percatarme de que no le caí del todo bien al chico P.

—Un placer —fue todo lo que dije con una falsa sonrisa, a mí tampoco me había agradado mucho.

—Te recuerdo —me dijo examinando mi rostro —Estabas en la gala con un sujeto.

Jay emitió un sonido algo parecido a un ¡ja!.

—Sí, con este sujeto —añadió Jay refiriéndose a Sebastian quien se había unido a la conversación —Sebastian, él es Preston, mi novio. Preston, él es novio de Amelia.

El chico abrió los ojos sorprendido y pestañeó con rapidez. ¿Qué le habría generado tanta impresión?

—Sí, sí, lo conozco señor Stan, un placer —le tendió la mano con timidez, claramente sabía con quién estaba tratando.

Preston se embobó viendo algo más mientras Jay perdía la vida contemplándolo. Estaba más que encandilado con el chico, pero era evidente que no sería correspondido. La pareja fue a recibir a otros invitados que venía entrando dejándonos a solas.

—¿Es mi percepción o...

—...Preston no está enamorado de Jay? —concluí su frase.

Sebastian levantó su copa, dándome la razón.

—Espero se lo quite de encima pronto, tiene algo que no me agrada. Temo que quiera aprovecharse de él.

Ambos dirigimos la mirada hacia donde se encontraba el objeto de nuestra conversación y nos convencimos de que estábamos en lo cierto. Preston estaba más interesado en hacerse selfies con sus amigas exóticas que en Jay.

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