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Multimedia | "Heaven" Julia Michaels.






—¡Me encanta el árbol! —el enorme pino navideño fue lo primero que vi al entrar.

—Un día llegué de la oficina y me encontré a mi madre con tremendo árbol dentro de mi casa —dijo frustrado, recordando la escena.

—Pues a mí me ha encantado.

—Lo se, tú amas la navidad.

Sebastian me dejó en su departamento mientras él volvía a su jornada laboral, se mostró renuente ante mi petición pero le convencí de que estaría bien.

—Puedes irte tranquilo, si necesito algo te llamaré.

Él me miró dudoso. Se dirigió a la señora Parker, su ama de llaves.

—Todos los ojos en ella, por favor.

La mujer asintió, captando la orden.

—Si, señor.

Tomó las llaves del auto y su teléfono para irse.

Una vez fuera, la señora Parker se ofreció a prepararme algo de comer, me apetecía un café pero no estaba segura del efecto que me podría causar la cafeína.

—Por el momento no, estaré arriba.

Recorrí los tres pisos del lujoso inmueble. En la sala de estar descansaban dos portarretratos con fotos nuestras: mi graduación y la boda de mi mamá.

Subí a la habitación principal. La cama estaba perfectamente tendida, deslicé los dedos sobre las finas sábanas oscuras. El armario y el vestidor ordenados meticulosamente. En un compartimento del clóset aun había un par de pertenencias mías.

Me había dado un celular nuevo e innecesariamente ostentoso. Intenté recuperar mi información desde las copias de seguridad de la nube y para mi suerte aun recordaba el correo y la contraseña.

Conforme más me involucraba con mi entorno más recordaba cosas. Me sentía menos atolondrada y más yo.

Logré tener de vuelta mis contactos, fotografías y correos electrónicos.

Me tumbé en la cama zafándome las bailarinas y dejándolas caer al piso. Decidí telefonear a Jessica.

—¡Ya se que estás fuera! —celebró una vez atendió la llamada.

—Hoy salí Jess, y estoy feliz.

—¿Estás en lo de Jay?

—No, me he quedado con Sebastian. Acordamos que sería sólo durante el tiempo de recuperación.

Pude notar su incomodidad. La imaginaba arrugando el entrecejo.

—Debí suponerlo —suspiró resignada —Siempre vuelven. Él a ti o tu a él.

Reí. Se estaba anticipando demasiado.

—No Jess, no hemos vuelto. Aunque...

—¿Aunque qué? —se escuchaba como cuando mi madre esperaba una explicación.

—Ahora que estoy en casa he estado pensando muchas cosas. Él hizo mal, muy mal, pero noto que se está esforzando en cambiar y enmendar todo.

—¡Oh no! Te está convenciendo —ahora sonaba más relajada.

—Yo me estoy convenciendo. Jess, estuve a punto de morir, de perderlo todo, de perderlo a él. Creo que debo valorar la segunda oportunidad que me brindó la vida y darle una oportunidad a él también.

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