013

3K 403 184
                                    

Por fin llegó el lunes, estaba de buen humor; salvo por el hecho de que tenía un debate muy importante el miércoles siguiente.

Pero por el lado bueno, te vería ese lunes.

A tu hora habitual llegaste sonriente, con tu libro usual, como casi todos los días; me pediste una Coca Cola. Mientras estabas leyendo, me armé de valor para hablar un poco sobre tu libro.

Esperé a que no fueses como mi hermana pequeña, si a ella la interrumpías leyendo; probablemente te rompería los huesos.

-Ese es mi libro favorito-comenté y me sonreíste con emoción.

-¡El mío también!-exclamaste con emoción y reí.

Entonces entró el hombre que de vez en cuando venia contigo, no el que se parecía mucho a ti. El otro hombre que te hizo reír aquel día. Se dirigió hacia nosotros.

-¿Te gusta leer mucho?-preguntaste y yo asentí tímidamente y tú expresión fue de emoción; le saludaste, se llamaba Roy-. Lo ves, Roy-dijiste riéndote-, deberías leer más, como Sam.

Él era un hombre alto y corpulento, no era precisamente delgado, pero tampoco era lo que se denominaba "grueso". Tenía los ojos verdes y el pelo negro, como el mío. Pero yo tenía los ojos azules.

El hombre rió y os fuisteis dándoos la mano...

Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora