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—Sam—dijiste—, eso es muy bonito...Pero es demasiado...Me he quedado a cenar si ninguna invitación. ¿No ves que estoy aquí acoplada?

—La mía, y no estás acoplada—interrumpí—, quédate; te vas a helar allí fuera—insistí—. ¡Mírate, estás calada! Con la ropa así sólo conseguirás cogerte una hipotermia; tú vas a ser doctora, lo deberías saber.

Mi madre caminó hasta nosotros y te convenció para que te quedases. El problema era que el sofá estaba mojado porque sin querer a la hora de cenar nos dejamos la ventana abierta para airear; y no teníamos más habitaciones que la de mi madre, la de mi hermana y mi antigua habitación.

Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora