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Cuando terminamos dijiste. —Voy a lavar los platos.

—¡Pero qué dices!—dijo mi madre sonriente—. No hace falta que lo hagas.

—En serio, habéis sido realmente amables, pero los voy a lavar; insisto—dijiste intentando convencer a mi madre y ésta asintió.

Mientras que te encontrabas en la cocina, mi madre me decía que le caías bien...Mi hermana en cambio, decidió ir a lo fuerte, ya nos hacía una hipotética pareja...Esta Giann...

Cuando te ibas a ir, nos despedimos y nos quedamos en el salón; en el que estaba el árbol de Navidad, pero entonces llamaste al timbre y fui a abrirte. Estabas llena de nieve que se estaba derritiendo; estabas calada hasta los huesos, lo noté al tocarte el brazo de tu abrigo.

—Tú te quedas a dormir—dije y me sonreíste.

Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora