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Supongo que sabrás lo que hice.

Me quedé viendo las estrellas en el cielo; más o menos media hora más tarde, te despertaste. Me sonreíste y te acercaste. «La vista es preciosa» dijiste apoyándote en la barandilla de hierro. Te respondí diciéndote «Lo es» y te miré sonriente; tus ojos se veían con un brillo particular que no supe descifrar.

—Te confesaré una cosa—dijiste mirando hacia el cielo—. Llámame loca o lo que quieras pero...Nada...Déjalo—dijiste dándote la vuelta para volver dentro—, era una estupidez.

—No—dije cogiéndote de la muñeca—. Seguro que no es una estupidez—animé—, venga, cuéntame.

Me miraste a los ojos y te volviste a apoyar en la barandilla. Estuviste callada durante unos segundos, y entonces hablaste.

—Me lo he pasado muy bien—dijiste—. Pero creo que esto sólo ha sido una excusa para pasar el rato contigo...—Te miré un poco sorprendido—. Lo sé—reíste con nerviosismo—. Eso sonó raro, ay, que incómodo...Tú haz como que no lo has escuchado.

No pensaba hacerlo. Esa fue una confesión que hizo que mi tripa se revolviese, pero no como con las náuseas, sino como cuando nombran las «mariposas en el estómago», nunca las había sentido de ese modo; hasta que llegaste tú.

N/A; ¡Ya llevamos más de dos semanas de UCCPE! C: Gracias a todos los que me han ido apoyando .

N/A; ¡Ya llevamos más de dos semanas de UCCPE! C: Gracias a todos los que me han ido apoyando

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Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora