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El día antes de Navidad, me había cogido las vacaciones para estar con vosotras. Eso quería decir que no tendría que madrugar; y que podría poner el árbol de Navidad contigo y con Everly. Sería genial estar con las dos mujeres de mi vida más tiempo.

Al despertarme, me di cuenta de que ya era tarde, más o menos las once de la mañana. Tú no estabas en nuestra habitación, Everly tampoco estaba en su habitación. Eso me asustó por un instante. Respiré aliviado al veros a ambas en la cocina, preparado lo que parecía ser el desayuno. En cuanto nuestra pequeña me vio, se acercó corriendo a donde yo estaba.

—¡Papá!—exclamó cogiéndome de la mano y tirando de ella—. ¡Mira! ¡Hemos hecho el desayuno! ¡Te va a gustar mucho!—alargó la letra "u", y con emoción me llevó hasta la mesa—. ¡Venga siéntate!

Tú observabas la escena sonriendo. Me miraste regalándome una sonrisa que yo te devolví y te acercaste con las apetecibles, aparentemente deliciosas y olorosas tortitas. Llevaba sin comerlas bastante tiempo. Más o menos desde tu cumpleaños. Yo cocinando dulces era pésimo, me salieron fatal; pero de todos modos te saqué una sonrisa de esas que siempre me enamoraban. En aquel día de julio estabas en peor estado; y sacarte una sonrisa era más complicado, no sé cómo, pero conseguí sacártela. Dijiste que tan sólo por haberme molestado en tener ese detalle, ya te encontrabas un poco mejor.

—Chicas no teníais por qué hacer nada—dije mientras que ambas os sentabais.

—Claro que teníamos que hacerlo—dijiste—. Tú nos cuidas siempre, nosotras te cuidamos también a ti, anda pruébalas.

Te sonreí agradecido por ese pequeño detalle. Everly ya había empezado a comerse su desayuno mientras que tú esperabas a que probase el mío. Me llevé un trozo a la boca, y tú hiciste lo mismo al cabo de un par de segundos.

—Están buenísimas—dije después de masticar un trozo del apetitoso desayuno—. Gracias a las dos. Os quiero.

—¡Y nosotras a ti!—dijo la pequeña—. Papá, tienes sirope en la cara.

Me intenté limpiar la mancha, pero no sabía dónde estaba. Entonces te acercaste y la limpiaste con tu pulgar.

—Ya está—sonreíste—. Everly quiere preguntarte algo.

Ella asintió rápidamente y me miró con seriedad; la que cabe teniendo en cuenta su edad.

—Papá, ¿luego nos ayudas a decorar el árbol, por favor?

—¡Sí!—exclamé después de unos segundos de tensión—. ¿Quieres poner la estrella de la cima?-a la pequeña le brillaron los ojos—. Eso es un sí, ¿verdad?-nuestra hija asintió repetidas veces y sonrió.

Sería una tarde entretenida. La imagen de estar los tres en el salón, decorando el árbol, riendo y disfrutando; me hizo sacar una sonrisa. Habías mejorado un montón...Pero, ¿debería esperanzarme?

N/A: Gracias a todos los que os habéis unido y me habéis ido dando vuestro apoyo ^^.

Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora