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El sábado ya había llegado y te vendrías a cenar sushi conmigo a mi casa. Te quedaste esperándome hasta que terminé mi turno, en el que pediste un poco de agua. Fuimos caminando hacia mi casa, la cual no estaba demasiado lejos. Te dije que no te asustases con el desorden; si tú creías que tu casa estaba más desordenada, estabas equivocada. Dejé los libros que esa mañana me había olvidado de guardar en un baúl que tenía a la derecha de mi cama y me senté a charlar un rato contigo.

Luego nos entró el hambre; las tuberías de mi edificio estaban reparándose y por lo tanto el agua no funcionaba. Lo único que te podía ofrecer era una Coca Cola. Se me había olvidado comprar una botella de agua; no preguntes por qué, porque yo no me acuerdo. Nos pusimos a cenar, ¿recuerdas? Nos comimos toda la comida que había comprado, ¡qué apetito! De vez en cuando; dábamos algún que otro trago a nuestras Coca Colas.

Al terminar de cenar; nos sentamos en el viejo, pero cómodo sofá y nos pusimos a ver una película que estaban emitiendo en la televisión. No sé cómo lo hacías; pero predijiste el final de la película a los diez minutos de que empezase. Me dijiste que era muy predecible; el típico cliché ya muy visto..

Te quedaste dormida en mi hombro; era graciosa la forma en la que te acurrucabas al sofá y a mí. Al despertaste te disculpaste; ¿por qué lo hiciste? No importaba, dijiste que un defecto tuyo, era que si veías una película fuera del cine; te la terminabas durmiendo, eso me hizo reír un rato y mientras que yo reía tú me dabas algún golpecito en el hombro con enfado fingido; lo noté porque estabas sonriendo, y no era cortesía o sarcasmo.

Fui un momento a recoger algunos libros que tenía en mal lugar y al volver; recuerdo verte dormida con una sonrisa ladeada y una postura que probablemente sería realmente incómoda en el sofá. Estabas tan profundamente dormida que te pude mover sin que te enterases siquiera.

Dormías de una forma tan profunda que aunque te tirase de la cama, probablemente, no te despertarías; por lo tanto te puse una manta y te dejé dormir en paz.

—Buenas noches, Piper—susurré y te di un beso en la coronilla—. Dulces sueños.

 Dulces sueños

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Una Coca Cola para enamorarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora